El 2 de julio, la vida de Ignacio Puntarelli comenzó a dar un giro inesperado. Ese día, el joven de 31 años sintió algunos malestares parecidos a un resfrío y en su trabajo le recomendaron acudir a un recinto de salud. Así fue como llegó al Hospital El Pino, donde lo derivaron al Cesfam Doctora Haydee López Cassou, de El Bosque, comuna en la que reside.
“Ahí me hicieron una PCR por sospecha de coronavirus y me dieron una licencia por cuatro días, mientras salían los resultados”, detalla Ignacio, con voz quebrada.
Dos días después, mientras esperaba aislado en la casa en la que viven su hermana y sus padres, y donde está de allegado junto a su pareja y sus tres hijos -de 11 años, seis años y 11 meses-, llegó por teléfono la noticia que significó un duro golpe familiar: su PCR había dado positiva.
“Ese día me llamó una mujer que se identificó como funcionaria del ministerio de Salud y con quien he estado hablando todo este tiempo”, detalla el afectado.
Ignacio dice que esa misma persona le recomendó pasar su cuarentena en una residencia sanitaria, algo que rechazó primeramente, pero que luego reconsideró. “Como mis tres hijos son asmáticos, uno de ellos tiene Asperger, y mi mamá es hipertensa y tiene diabetes, al final acepté irme a una”.
El domingo 5 de julio, a eso de las 19.30 horas, una van pasó a buscarlo a la casa de sus padres, en El Bosque. Los recuerdos que guarda de ese trayecto hasta el Hotel Torre Mayor (hoy hecho residencia sanitaria), no son los mejores.
“Estaba llena, conté diez personas, una al lado de la otra, todos con coronavirus confirmado. La van estaba sucia y sin ventilación”, asegura.
Ignacio recuerda que camino al hospedaje pensaba muchas cosas, sobre todo en la estabilidad de su familia, dado que es el único que trabaja. Y ya en la residencia, fue ubicado en una habitación individual, la que cuenta con baño, televisión y dos camas, aunque solo usa una. Así llegó el martes 7 de julio.
“Ese día me llegó una nueva licencia, por ser positivo de coronavirus, y se la mandé a mi empleador, quien me responde que está rechazada”, recuerda este padre de familia. “Llamé a la mujer que se identificó como trabajadora del Minsal y me dijo que iba a averiguar qué había pasado”.
Tres horas después, llegó el llamado que lo cambió todo.
“Apenas le contesté la noté media nerviosa y con una voz muy distinta me dijo que mi licencia estaba rechazada porque en realidad yo era Covid negativo”. Ignacio dice que sintió alivio por un lado, pero de un segundo a otro pasó al temor. Entendió de inmediato que en realidad no estaba contagiado, pero que apenas se subió a esa van pasó a ser un caso de contacto estrecho y sospechoso de coronavirus, sin haberlo buscado y sin haber corrido riesgos por su cuenta. “Me pidió perdón, me dijo que había sido un error gravísimo”.
Sin embargo, al haber compartido con casi una decena de personas diagnosticadas con la enfermedad, Ignacio recibió nuevas instrucciones: “Me dijo así: ‘ahora se va a tener que quedar igualmente en la residencia por contacto estrecho confirmado’”. Dice que casi dos horas después de ese llamado le llegó un correo electrónico con el resultado real de su PCR, que era negativo.
El joven, camino a su sexto día en la residencia, se desahoga: “Expusieron mi vida y mi salud. Estoy viviendo un infierno. El día que me dijeron del positivo, desde el Minsal le dijeron a toda mi familia que tampoco podían salir. Mi pareja tiene depresión y esto no ha hecho más que ahondarla. Esto es lo mismo que estar preso por algo que no hiciste”.
En su nueva vida de confinamiento obligado, Ignacio ha pedido explicaciones por todos lados. “No me han dicho cuánto tiempo tengo que estar aquí. No puedo dormir, estoy desesperado, no se dan cuenta del estrés de toda esta situación. Ayer me mandaron unos papelitos para hacer yoga, es una burla”, detalla.
Dentro de las cosas complejas con que ha debido lidiar, es que no tiene una licencia para mostrar en su trabajo, que es la empresa Gymsa Galvanizadora y Metales. De todas formas, dice que ahí se han portado muy bien. “En la pega me está apoyando, me hicieron un préstamo de 50.000 para hacérselo llegar a mi familia”.
Ignacio quiere llegar hasta las últimas consecuencias. Dice que estos días se ha sentido extraño corporalmente y que necesita que le hagan una PCR para terminar con la incertidumbre. Quiere, además, tomar vías legales, para lo que está buscando ayuda.
Desde el municipio de El Bosque lamentaron lo ocurrido y detallaron que “nos vemos en la necesidad de realizar investigación sumaria administrativa, con el fin de identificar las responsabilidades pertinentes. Con respecto a la seguridad y cuidado laboral del usuario, estamos otorgando los respaldos necesarios que acreditan la situación médica de don Ignacio Puntarelli. De igual forma, nuestros equipos están disponibles para el apoyo y orientación necesaria que su familia pudiera requerir”.
Al final, eso sí, reseñan: “Cabe señalar que la postulación a la residencia sanitaria fue realizada personalmente por Ignacio Puntarelli sin tener un resultado PCR positivo a la vista, que comprobara oficialmente su condición de contagiado por coronavirus. Dicho ingreso fue gestionado por la Seremi a petición del usuario y no por nuestra Dirección de Salud”.