Desde hace un tiempo, la Superintendencia de Educación Superior (SES) tenía a algunas instituciones en la mira por su déficit financiero. Entre ellas está la Universidad Austral de Chile -privada, miembro de la Red G9 y con cerca de 18 mil alumnos-, cuyos problemas son conocidos y que sólo en 2022 daban cuenta de pérdidas acumuladas por $ 17 mil millones. Pero los problemas vienen desde hace mucho antes que el año pasado.
Lo anterior llevó a que la SES pidiera antecedentes a la institución y y hace dos semanas emitiera el informe con la investigación y formulara cargos, además de resolver que la casa de estudios, acorde a la Ley 20.800, debe presentar un plan de recuperación en 60 días. “Creíamos que era el escenario más probable y nos brinda la oportunidad de modernizar la universidad, por lo que lo veníamos trabajando de mucho antes. Lo vamos a presentar el lunes 10 de diciembre”, señala el rector de la U. Austral, Hans Richter, quien ahonda junto a La Tercera en la situación de la universidad que comanda.
¿Cómo ha tomado la comunidad esta severa crisis?
Unos meses atrás se sentía muy fuerte, pero de un tiempo a la fecha diría que hay preocupación, pero también voluntad y trabajo colectivo. Estamos todos aportando.
¿Cuál es la situación financiera actual de la universidad?
Debimos haber modernizado mucho antes la gestión, el control. La institución creció y nos demoramos en ese proceso de modernización integral, esto se complicó cuando pedimos créditos para infraestructura en 2019. El 2020 tuvimos pérdidas contenidas por la pandemia, en 2021 se incrementaron y empezamos a tener aumentos de costos financiero y pérdidas contables. Y la inflación afectó, se incrementó enormemente, las pérdidas contables fueron millonarias, pero junto a eso tenemos pérdidas operacionales. Estamos trabajando para mejorar, y como el IPC está empezando a bajar, deberíamos ser capaces de revertir las pérdidas. En 2023 deberían ser en torno a los 14 o 15 mil millones de pesos, en 2024 tenemos proyectados unos $ 5 mil millones de pérdidas y en 2025 no debería haber pérdidas.
En su momento se dijo incluso que la situación financiera era mucho más grave que la que se tuvo en vista cuando se planificó el presupuesto 2023.
Lo que tenemos que mejorar son las operaciones, los niveles de eficiencia, los mecanismos de control y la gestión interna para ser mucho más eficientes. En ese proceso nos hemos demorado y en vez de hacerlo en 10 años, habrá que hacerlo en dos (más). Había problemas de proyección y análisis, pero se ha registrado lo que se sabe. Lo que tenemos que hacer es mejorar los análisis financieros, hacerlos más robustos y eso lo hemos logrado atrayendo directivos de muchas experiencia.
La SES detectó que estaba en duda pagar la totalidad de los sueldos en 2024 y usted dijo que era un riesgo, pero no un hecho. ¿Cómo evitará que sea un hecho?
La SES habla explícitamente de dificultad para pagar la totalidad de sueldos de enero de 2024. En enero el sueldo que todos recibimos está completamente asegurado. Lo que no vamos a poder pagar es un bono que se da una vez al año. Con los flujos actuales no podremos pagarlo y eso la SES lo sabe. Hay que buscar una fórmula para pagarlo.
¿Han sufrido pérdida de matrícula, cierre de carreras, fuga de docentes o despido de funcionarios?
Desde que en 2019 empezaron problemas hemos cumplido con todos los compromisos con proveedores, acreedores, sueldos y estudiantes. No estamos en una hipótesis de incumplimiento como hecho. Quiero ser categórico con que la universidad ha cumplido todos los compromisos internos y externos. Y la matrícula siempre ha sido robusta, nunca hemos visto una debacle. El último año ha subido. Sobre una fuga de académicos, en los últimos años no son muchos los que se han ido, alrededor de 30 entre 1.200, pero por distintas razones. Lo que sí hubo fue un ajuste de dotación, pero fue un proceso amigable por medio de retiros voluntarios. Han sido unas 200 personas.
¿Quién es el responsables de que la Universidad Austral haya llegado a esta situación?
Como universidad no tomamos conciencia de nuestro crecimientos por diversos factores, como la gratuidad y otros. Como institución nos demoramos y eso generó cosas que hay que corregir. No es de una persona en particular, porque fue como institución que no fuimos capaces de darnos cuenta que teníamos que modernizarnos, lo que se complicó con el crecimiento de infraestructura basado en deuda, con factores como inflación o un IPC alto.
Estas situaciones dañan el prestigio, ¿lo han resentido?
No es sorpresa que ha habido algunas informaciones que aparecen en medios de prensa que han sido complejas, no hay duda. Pero sabemos lo que significamos para estas regiones, el aprecio por esta institución es enorme: puede pasar problemas por años, pero todo lo que se ha construido nos da una buena posibilidad de resistir estos embates. La Austral es considerada una de las mejores universidades de Chile y eso no ha cambiado. Yo desacoplaría los estados financieros serios y complejos, que tienen solución, de lo otro.
¿Han conseguido nuevos recursos?
El plan de recuperación involucra múltiples medidas. Esta universidad es una de las que tiene más predios a disposición y vamos a gestionarlos para generar ingresos, pero también queremos apuntar a la matrícula, mejorar sistema de cobranza, mejorar procesos.
¿Y los estudiantes?
Formamos comités de apoyo con participación de estudiantes. Han estado en la discusión y han sido incorporados en el proceso. Veo bastante tranquilidad.
¿Hubo riesgo de cierre en algún momento?
Siempre pensamos en la alternativa del plan de recuperación y nunca manejamos la hipótesis de administradores provisionales o de cierre. Cuando no se ha caído en incumplimientos, la salida lógica es darle una oportunidad a la institución. Estamos totalmente conscientes de que tenemos problemas que hay que resolver, pero tenemos la capacidad de autorregularnos para equilibrar las finanzas. Va a ser un proceso largo, pero vamos a salir adelante. Sentíamos que las autoridades querían que la universidad salve sus problemas y no profundizarlos.