El 17 de agosto llegarán a su fin 16 años de Juan Manuel Zolezzi (70) como rector de la Universidad de Santiago de Chile. El ingeniero fue electo por primera vez como máxima autoridad de la Usach en 2006 y luego reelegido consecutivamente en 2010, 2014 y 2018, aunque esta última vez con una impugnación que con los meses fue desestimada.

En estos cuatro períodos, el valdiviano coincidió con tres presidentes (Bachelet, Piñera y Boric), vivió las movilizaciones estudiantiles y como vicepresidente ejecutivo del Consejo de Rectores (Cruch) le tocó lidiar con el último enfrentamiento entre instituciones estatales y las que no lo son, que debatieron largamente sobre el carácter público de una y otra. A poco de su adiós, el rector Zolezzi analiza junto a La Tercera sus años en el cargo. Y también el futuro.

¿Cuál será su legado y en qué falló?

Creo que mi legado es haber tomado una universidad que estaba en muy malas condiciones, con una mirada muy pobre de la gente, a entregar una universidad que hoy se codea con las mejores en Chile y Sudamérica. Ese es el gran logro. Y si se tiene que descollar algo de ahí, es el tema de la inclusión. ¿Y en qué fallamos? No alcanzamos a hacer todo, eso es imposible, aunque tuviera 20 o 30 años nunca vas a alcanzar hacer todo. Y quizás no dotamos a todas las unidades académicas de la infraestructura necesaria, porque hay que privilegiar. Y hay una deuda que no es solo de esta universidad, que es la formación de profesores. No hicimos todo lo que pudimos haber hecho. No se logró que el gobierno de turno tomara esa posta, pero espero que ahora eso se pueda concretar.

Vivió también las grandes movilizaciones estudiantiles, ¿fueron necesarias?

Las movilizaciones son necesarias y es bueno que existan a nivel de estudiantes, pero con cierto nivel de moderación. En esa oportunidad había una (sensación) de inmediatez que provocó una situación como la que tenemos hoy día, con muchas universidades que no tienen federaciones de estudiantes, porque se acabó el discurso. En el fondo se dieron cuenta de que no era simplemente llegar y pasar a la gratuidad y todos al mismo tiempo. En ese tiempo las movilizaciones servían para aunar las fuerzas y nunca vi yo una marcha intencionada para ir a pelear con Carabineros. Ahí solo se cuelgan a la cola y ocurre en todas las marchas. La vez que yo fui a marchar decidí que tenía que hacerlo. Llamé a Joaquín Lavín y le dije: ‘Ministro, saldré a marchar en un rato más’. ¿Y por qué? ‘Porque creo que esto tiene que cambiar en algún momento’. Yo estaba convencido de que podía inclinar la balanza. Cosas como esas creo que no les hacen mal a los movimientos estudiantiles, siempre y cuando haya un cierto control sobre los más violentos.

Lidió con tomas en la Usach, ¿las entendía? ¿Las avalaba?

No estoy de acuerdo con ellas, ni las avalo, ni mucho menos. Para mí la toma era pensar inmediatamente en desalojo y así lo practiqué muchas veces. Ellos tenían siempre presente que el rector iba a desalojar. De hecho, los desalojé a las 4 o 6 de la mañana, a las horas más inhóspitas.

Hace no demasiado tiempo hubo una toma en que estudiantes, profesores y funcionarios pedían su salida porque la Usach respondió a un oficio de los diputados Urruticoechea y Jürgensen (ambos RN), que pedían a todas las universidades estatales información sobre cursos, programas y planes relacionados a la ideología de género. ¿Por qué la Usach fue la única en responder a ese oficio?

Fue un episodio desagradable. Esa es una información que pidieron diputados de la República. El oficio decía una frase que era la gran cuestionada, que era ‘ideología de género’. Nosotros enviamos información de las personas que estaban dictando cursos y eso fue cuestionado, pero nosotros no publicamos esa información. Esa información la publicó la Cámara de Diputados. Inmediatamente llamé al presidente de la Cámara y le dije ‘no es posible que ustedes, frente a un requerimiento de este tipo, estén publicando una información que, además, tiene datos personales’. A los dos días lo bajaron, pero ya el daño estaba hecho. Y aquí todo el mundo decía ‘me denunció el rector’, y yo no había visto ni los papeles, porque eso pasa por la secretaría general. Fue complejo, tanto o más complejo como cuando impugnaron mi elección (2019).

¿A qué se debió esa impugnación? ¿Siente que terminó generando más anticuerpos que apoyos en su último periodo?

Lo recuerdo con un episodio desagradable, porque en una situación en que hay elegido un rector aparece una impugnación y el Tribunal Electoral accede, es como para preocuparse. Pero estaba absolutamente convencido de que teníamos la razón. Lo que pasó es que hay un grupo importante de profesores que son los por hora, que no tienen contrato de académico y así está en el estatuto. Ellos (denunciantes) decían que esos profesores tenían derecho a voto y que no los dejamos participar. Al final la Corte de Apelaciones decidió a favor nuestro y eso significó que el proceso se cerró. Y hoy estamos en la misma circunstancia, tampoco votaron esos profesores, entonces si hay consecuencia deberían impugnar esta elección.

Tuvo en su periodo también observaciones de Contraloría sobre los mecanismos de adquisición de la Usach a través de la Sociedad de Desarrollo Tecnológico. ¿Por qué lo hicieron por esa vía y no por la que regula las compras públicas, que es la interpretación que la Contraloría hizo para objetarlas?

Tenemos una diferencia con Contraloría desde hace mucho tiempo por el tema de las sociedades, si están sujetas o no a ChileCompra. En 2006 pedí un informe en derecho, que lo hizo Ramiro Mendoza, que en esa época no era contralor. Ese informe dice que las sociedades de desarrollo tecnológico no están adscritas al sistema de compras públicas, lo cual no significa que la Contraloría no tenga interés en que eso sea así y cada vez que pueda lo va a manifestar y usar. Independientemente de eso, la Contraloría puede entrar y revisar todo lo que quiera. Nosotros podemos comprar con cargo a los proyectos y los directores de proyectos deciden qué tienen que hacer. Y en algunos de esos proyectos -algunos especiales de rectoría, por decir algo, porque a veces los tiempos no dan y uno tiene que salir adelante y no puede parar la universidad, o porque los cabros tienen una fiesta en el Movistar Arena que cuesta 70 millones- hubo compras que cómo las saco por la universidad. La mayoría de esas compras son para los estudiantes o sus tareas y está bien, porque la universidad tiene que tener algún poder hacer. Las otras universidades privadas lo hacen sin ningún problema. Las compras no representan más del 0,3% de las compras que hacemos por ChileCompra y son excepciones. Obviamente, la Contraloría no se preocupa de las excepciones, sino que te pone sobre la mesa. En todo caso, el informe lo estamos respondiendo estos días.

¿Hubo desidia para abordar ese tipo de temas administrativos?

No creo eso. Lo que creo es que uno siempre tiene que estar a resguardo de lo que la Contraloría puede decir y desde ese punto de vista a lo mejor no previmos, pero desidia bajo ningún punto de vista. Se hizo porque tenemos que hacerlo, y teníamos que hacerlo de hoy para mañana.

En 2016 fue oficiado por infracción a la Ley de Transparencia, por no haber entregado información sobre funcionarios desvinculados, ¿descarta ahí también desidia?

Ese tema viene de la salida de 50 o 60 académicos el 2012. Ahí hicimos un proceso de selección de qué personas tenían que salir y ese proceso estaba en acuerdo con la Contraloría, dentro de la norma. Ese proceso fue impugnado por los que salieron, que pidieron a través de Transparencia información que efectivamente no existía y eso Transparencia nunca lo aceptó. La Contraloría sí. Nos decían: ‘¿Dónde está el acta de la reunión del rector con el decano o el vicerrector?’. Pero ¿qué acta? Si yo llamo al decano y me junto aquí y conversamos, o por teléfono. Pero también el sumario fue muy especial, el fiscal era muy especial. Hay veces que uno no entiende a ciertos funcionarios públicos, se arrogan ciertas cosas. Si no entienden lo que uno hace, muy mal te pueden juzgar.

¿Qué opina de su sucesor, Rodrigo Vidal, quien ha dicho públicamente que se distanciaba de la forma de conducción que había tenido la Usach con usted?

Hay cosas que son propias de una candidatura, cuando hay periodos así a lo mejor es bueno distanciarse y otros querrán unirse o sentirse apoyados. Es legítimo. Yo tengo la mejor impresión. Le deseo el mejor de los éxitos y espero que pueda continuar lo que hemos hecho. Y eso se va a ver si mantenemos la acreditación y si vamos en la senda del progreso.

¿Cómo vio el debate sobre lo público y lo estatal en la Convención? ¿Cuál fue su rol dentro de esta discusión?

Traté de evitar aparecer en un momento, porque era el vicepresidente del Cruch. Y creo que el querer llamarse público puede ser legítimo, pero definir que el hecho mismo de lo que se hace está en el ámbito de lo público, es diferente. Las instituciones que son públicas son las que tiene el Estado. A las otras las podrá llamar públicas también, pero la esencia misma… Y por eso concuerdo más con el concepto de universidades estatales, más que públicas. Ahora, yo traté de calmar los ánimos, de conversar con los actores. Había momentos muy complejos, pero al final creo que se entendió. A la larga se ha ido caminando sobre una delgada orilla, pero la unidad ha prevalecido. Hubo un momento en que tuve que llamar muy claramente a la unidad de los rectores.

Sobre el reclamo que hacen las universidades no estatales -el G9 principalmente- de que no fueron consideradas explícitamente en la propuesta de Constitución, ¿se falló ahí?

No sé si se falló o no. No voy a buscar de quién es la culpa, pero las universidades del G9 son compañeras desde muchos años de las universidades del Estado y parte de lo que ha ocurrido en Chile también ha estado liderado en algún caso por ellas. Pero para mí no es correcto decir ‘mira, se cometió un error’. Sí creo que en alguna medida debió haberse recogido (en el texto constitucional) el trabajo, la experiencia, los años de circo, de las universidades privadas del Cruch, porque han sido compañeros de camino de las universidades del Estado.

¿Cómo evalúa lo referido a educación en el texto?

A mí me gusta desde el momento que está recogido el derecho a la educación en todos los niveles y en particular el resaltar la importancia de la educación superior estatal. Ahora, no habría costado nada colocar también ‘educación superior pública’, digamos, para abarcar a las demás, pero bueno. Eso se sabrá más adelante.

Y más allá de eso, ¿ve riesgos o algo que le hubiese gustado ver consagrado de otra forma?

Estoy conforme con lo que hay, pero me habría gustado algo más concreto -que está dicho en el programa del Presidente- como que ‘vamos a llegar al 1% ya en investigación, ciencia, tecnología, conocimiento’. Eso es espectacular.

Con todo, ¿está por el Apruebo o el Rechazo?

Voy a votar Apruebo. Y siempre que podamos, mejorar.

En 16 años le tocó convivir con varios gobiernos, ¿con cuál fue más fácil lidiar y con cuál no?

Yo no había tenido tanta claridad como aparentemente se dice ahora respecto al tema de educación superior. Si bien es cierto había una intencionalidad en los distintos gobiernos, diría que había un claro espíritu, especialmente en los de Piñera, de favorecer de alguna manera a ciertos sectores de universidades que ni siquiera están en el Cruch. En cambio, en el gobierno de Bachelet nunca quedó claro si había un interés o no de favorecer a las universidades del Estado. Si bien es cierto había una predisposición, creo que nunca se entendió finalmente el impacto que podían tener las universidades en el sistema de educación superior.

¿Se debe condonar el CAE?

Después de que el CAE se bajó al 2%, yo habría hecho lo mismo para todas las deudas y después condonar por grupos, porque tampoco se puede hacer todo de un viaje, son muchos recursos. Pero el CAE nunca debió existir y ahora más vale que ley pareja no es dura. Ahora, tengo dudas sobre la información que se publicó del CAE.

¿El reporte del Mineduc de la semana antepasada?

Claro, no creo que sea tanta gente que tenga tan bajos recursos. Si no, significa que estamos mirando muy mal la realidad del país.

A menos de un año de su creación, el Mineduc cerró el consejo asesor, que reunía a rectores de universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica. ¿Qué le pareció?

La idea del consejo no es mala; la forma de implementarlo fue muy mala, a contrapelo de todos y sin decir ‘agua va’, se instaló, nos citaron un día no sé a dónde. La forma cómo se hizo, bien extraña y por mandato legal… Desde el punto de vista del Cruch fue muy malinterpretado, porque este nuevo consejo era el que iba a asesorar, cuando la misión principal del Cruch es asesorar al gobierno sobre educación superior. Se podría haber hecho de otra manera, porque es bueno que cada cierto tiempo se reúnan todos. Lo que se pretendía era forzar una situación en que hubiera más poder de un lado que del otro, porque se entendía que el Cruch tenía mucho peso. Eso no fue bueno y las cosas que se inician mal, terminan mal.

¿Tiene definido qué hará posrectoría?

Me voy a ir a mi departamento (Ingeniería Eléctrica). Hemos conversado con la gente de ahí y la idea no es que vaya a hacer clases, sino a dar algunas conferencias o charlas. Pero tengo interés en dedicarme a un tema complejo: las políticas públicas en energía, educación, medioambiente, todo lo que tenga que ver con electromovilidad, hidrógeno verde, litio. Y la idea también es hacer evaluación dura de políticas en estos ámbitos.

¿Y la política como tal?

No.