El último heredero del "Cabro Carrera"

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Mario Mateo Silva Soto, de 73 años, fue detenido el 23 de mayo por la PDI, por ser parte de una organización dedicada al tráfico de drogas.

La PDI detuvo a Mario Mateo, hijo del fallecido narcotraficante Mario Silva Leiva, como miembro de una organización dedicada al tráfico de drogas. Austero, dice aún vivir gracias a los negocios del patriarca.


Un fuerte ruido despertó a Mario Mateo Silva. A sus 73 años, los problemas en la cadera y en su pierna izquierda le impiden ponerse de pie rápidamente. Cree que será víctima de un robo, así que comienza a gritar y a pedir ayuda. Su pareja, Marcela, se levanta de la cama para ver qué ocurre.

Son las 2 de la madrugada del jueves 23 de mayo. Efectivos de la Brigada Investigadora del Crimen Organizado (Brico) de la PDI entran con fuerza a un departamento en San Miguel. Oyen gritos, personas pidiendo ayuda. Al entrar al dormitorio, una mujer colombiana de unos 50 años está parada junto a la cama. Con ella, un hombre de tercera edad, calvo y con lentes grandes permanece acostado. Los gritos cesan y se transforman en rostros de resignación.

Los funcionarios comienzan a revisar la habitación. Encuentran joyas y cuatro millones de pesos repartidos al interior de diferentes zapatos. Pero una tarjeta bancaria les llama la atención. Es de un banco suizo. Mario Mateo, de trato cordial con los policías, dice que es la cuenta del dinero que su padre le dejó como herencia. Cada mes, relata, retira de ella US$ 10 mil que utiliza para sus gastos mensuales. Pero no es el departamento de una persona que vive con cerca de $ 7 millones. No hay lujos ni ostentaciones. Todo lo contrario. Junto al dinero, Mario Mateo Silva Soto heredó la austeridad que caracterizó la vida de su padre, uno de los más conocidos narcotraficantes de Chile: Mario Silva Leiva, el "Cabro Carrera".

Operación One

Al mismo tiempo que ingresaba al departamento, la PDI allanó otras nueve viviendas en Santiago, 10 en Arica y una en Iquique. La Operación One desarticuló una asociación delictual que distribuía cocaína y pasta base importada desde Perú y Bolivia. Junto al heredero de Silva Leiva, otro reconocido narcotraficante de Arica fue detenido: "el Patrón" Pedro Lovera, líder y financista de la organización.

El resultado del operativo fue la incautación de 105 kilos de cocaína, 19 kilos de marihuana, 14 vehículos y $ 42 millones. Además, el grupo contaba con una casa de cambio no registrada en Arica, que utilizaba para el lavado del dinero.

Pero Mario Mateo Silva no es el "Cabro Carrera". A diferencia del rol que cumplió su padre durante la década de los 90, vinculado a la clase alta del país y con contactos internacionales, el heredero no es el líder de la organización. Ni siquiera mantenía contacto con los proveedores extranjeros, como sí hizo su padre con la mafia italiana y el Cartel de Medellín. Silva Soto era uno de los cuatro distribuidores de la droga.

Sigiloso, mantenía contacto con un solo miembro de la organización: Rafael Valencia, a quien conoció durante su estadía en prisión por la Operación Anna Frank, aquella que terminó con el imperio de su padre en 1997.

"Son dos vidas completamente distintas. El 'Cabro Carrera' mantenía un sistema de vida mucho más alto, con relaciones sociales de otro tipo", indicó el comisario Walter Cabezas, jefe de la Brico.

Bajo perfil

Franklin fue el barrio que identificaba al "Cabro Carrera" y su hijo no abandonó ese arraigo. Visitaba a comerciantes e iba a ver partidos de fútbol junto a ellos. Otro rincón favorito de Mario Mateo en la capital era el Club Hípico, donde pasaba horas entre apuestas y amigos. El restaurante Pupuyá, en Santiago Centro, era otro lugar habitual. Allí tenía una activa vida social y cerraba los negocios.

Entre sus propiedades se cuentan el departamento en San Miguel y una casa en Macul, que actualmente usaba para arrendar piezas a estudiantes. Junto al tráfico de drogas, también se dedicaba a la compra y venta de vehículos y la adquisición de corderos, cerdos y vacuno, con lo que proveía sus carnicerías. Además, poseería un supermercado en Cochabamba, Bolivia.

Padre e hijo

La relación con su padre no fue común. A los cuatro meses de edad, Silva Leiva decidió entregarlo en adopción a una pareja de ancianos. Ambos fallecen cuando él tenía 16 años. Allí, por primera vez, padre e hijo iniciaron una relación cercana, que también lo relacionó a los negocios de su padre. Vivió junto a él en Italia, Estados Unidos, Argentina y Bolivia, experiencias que le permitieron aprender italiano e inglés. Durante su paso por Bolivia y ya como miembro de la red de narcotráfico, se encargaba de la relación con los proveedores de drogas altiplánicos. Durante este periodo, permaneció un mes detenido por la DEA de EE.UU.

Pero la relación con las drogas no solo marcaría su vida, también lo uniría con su padre hasta sus últimos días. Ambos detenidos por la PDI, permanecieron juntos en la Cárcel de San Miguel hasta 1999, año en que el famoso narcotraficante murió a causa de un infarto. Un final que se puede repetir en el caso de Mario Mateo, quien a sus 73 años arriesga una condena cercana a los 10 años de prisión por tráfico de drogas.

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