En 2019 debutó el Sistema de Admisión Escolar (SAE) que permite a los padres y apoderados postular a sus hijos a todos los establecimientos educativos municipales y particulares subvencionados del país mediante una plataforma web a cargo del Ministerio de Educación.
Para postular, cada apoderado tiene que elaborar una lista con los establecimientos de su interés, y si dicho liceo o escuela cuenta con vacantes, sus hijos son aceptados automáticamente. Si es que no, los cupos son asignados aleatoriamente entre todos los postulantes.
A partir de ahí (en la teoría), atrás quedaban las pruebas de ingreso, las entrevistas e incluso se prometía poner fin al orden de llegada. Sin embargo, esto no ha sido así del todo.
Y es que si bien en las primeras etapas de postulación el SAE, que arrancaron esta vez el 14 de diciembre, efectivamente funciona como un sistema aleatorio, hay pasos posteriores en que las vacantes que va liberando cada establecimiento determina el mecanismo para llenarlas. Y ahí es donde se provocó el caos visto en estas últimas jornadas.
Ocurre que hay instituciones muy demandadas, las que luego de cerrado el primer periodo de postulación mantienen muchas personas en lista de espera, con la esperanza de que quienes sí quedaron se retracten.
Para esto, algunos liceos o escuelas realizan un periodo reglamentario excepcional y, acorde a la normativa, cada establecimiento ve cómo lo lleva adelante.
“Lo que hoy día presenciamos se llama periodo reglamentario, que va desde el 3 hasta el 10 de enero. ¿Y qué sucede? Aquellas familias que quieren insistir en que sus hijos vayan a ciertos establecimientos de alta demanda, lo que hacen es que postulan directamente en el establecimiento para ver la posibilidad de generar un cupo a través de estas llamadas listas de espera”, explicó Marco Antonio Ávila, ministro de Educación, luego del desayuno con los máximos puntajes de la PAES. Según el secretario de Estado, hoy más del 90% de las familias del país ya tienen su asignación y en esta tercera etapa el proceso queda a cargo de los establecimientos que abren listas de espera, porque no necesariamente existen los cupos. “Como este proceso se administra dentro del establecimiento es responsabilidad de ellos”, añadió.
Justamente así es que se ha visto que hay colegios que su registro es, literalmente, un libro físico en el que hay que anotarse. Hay otros que hacen sorteos, y algunos pocos, en tanto, que lo hacen con un formulario online. Las filas, entonces, se producen en aquellos donde se mantiene lo presencial como sistema para dirimir.
“Muchas de estas familias no es que no tengan un cupo o espacio, sino que lo que están haciendo naturalmente de manera bastante válida, postulando a un establecimiento que probablemente, dado que tiene una alta demanda por su calidad, quieren insistir que ese estudiante concurra a ese establecimiento”, añadió la autoridad.
Con esta realidad, hay alcaldes que han levantado críticas, entre ellas, la jefa comunal de Providencia, Evelyn Matthei. “Hemos visto mamás y papás esperando desde el día anterior tratando de obtener, en forma bastante desesperada, un cupo en el colegio que quieren para sus hijos. Hemos visto frustración, porque (los apoderados) sienten que el esfuerzo que ellos han puesto no vale nada. Esto es sencillamente a la suerte. Tengo la impresión de que es hora de evaluar el sistema. Hay que hacer una evaluación ciudadana”.
A Matthei se le sumó su par de Paine, Rodrigo Contreras, quien señaló que “el SAE tiene serias fallas, las familias de Chile lo saben y nadie se hace cargo. Todos hablan de la calidad de la educación y hacen políticas públicas pensando que es cosa de sacar y poner patines”. En nuestras comunas rurales, como es el caso de Paine, la realidad es que los niños caminan kilómetros, los padres gastan dinero en transporte y su acceso a la educación se vuelve una travesía”.
Todo por un cupo
Ese periodo excepcional donde los establecimientos toman el control de las posibles nuevas vacantes es el que se está viviendo por estos días.
Valdivia, Viña del Mar, Talcahuano, Curicó y Santiago, solo por nombrar algunas ciudades, fueron testigo de largas filas y apoderados acampando incluso desde antes de Año Nuevo. En el canal Mega, por ejemplo, se consignó una situación de mayor gravedad, cuando a la espera de un cupo afuera de un establecimiento de Providencia un apoderado sufrió el robo de su vehículo y algunas pertenencias. “Se bajaron cuatro personas, algunos encapuchados, portaban pistolas, me redujeron, se llevaron mi vehículo, mi celular, el computador del trabajo, todas mis pertenencias”, comentó la víctima, Felipe Urrutia, en Meganoticias, quien agregó que como padres realizaron “todo el proceso del sistema del SAE, para buscar un cupo a través del formato de la tómbola, lamentablemente no pudimos. Esta es nuestra última instancia. Tenemos que pasar la noche, estar a la intemperie, haciendo sistemas de turnos”.
Pero su incomodidad no es un caso aislado. “El sistema sigue permitiendo situaciones como esta”, dice Fernanda, una apoderada que busca un cupo para su hija en un establecimiento santiaguino. “Es denigrante”, coincide Julio, otro apoderado. Y así como ellos, las quejas en las redes sociales se multiplicaron.
“Cualquier proceso de selección tiene criterios sobre los cuales seleccionar, por lo tanto, siempre va a generarse discriminación y siempre van a quedar personas, niñas, niños y jóvenes afuera, ningún sistema es perfecto”, señala al respecto Ana Luz Durán, decana de la Facultad de Educación de la Universidad San Sebastián.
Mirada distinta es la de Ruth Arce, directora de Pedagogía Media de la Universidad Diego Portales: “Un sistema de admisión con estas características va en el sentido correcto en términos de postulación”, dice, aunque también señala que “muchas veces el sistema no les da a las personas el establecimiento educacional que ellos quieren y eso hace que algunos establecimientos educacionales se sobrecarguen”.
Para evitar situaciones como las descritas, el ministro Ávila señaló que el Mineduc, incluso antes de que ellos llegaran, “viene recomendando hace muchos años -y algunos establecimientos así lo hacen- que tengan un libro digital. ¿Qué significa eso? Que, a partir de las 0 horas de hoy 3 de enero, las familias podrían haber hecho esa postulación y no necesariamente tener que hacer estas filas”.
Por eso la idea, que ya es una decisión en la cartera, es que para el próximo año exigirán que esta etapa sea digital, “para que en ninguna parte del país la gente esté haciendo fila”, según señaló Ávila.
Pero la medida no es del todo compartida por los expertos. Por ejemplo, la decana Durán señala que “un libro digital es lo mismo que una fila física o una fila en línea. Finalmente, lo que hay que saber es cómo vamos a solucionar la realidad de esos padres, madres y apoderados que no tienen dónde matricular a sus hijos o que el sistema no les permitió un acceso”.
“Hay que establecer en la parte final del proceso un sistema integrado y más importante aún, que se dé cierta libertad a los establecimientos educacionales para tomar decisiones. Hoy día los establecimientos requieren mayor autonomía y entre hacer una fila afuera del colegio a una digital no le veo mucho la diferencia”, cierra.
Arce, en tanto, cree que “hay responsabilidades compartidas” en ese sentido. “En primer lugar, yo diría que tal vez es necesario extender las fechas, porque tienen que ver con el aumento de demanda de matrículas en algunas partes. En el caso de Santiago, no se presenta esa situación, pero es muy probable que en ciertos lugares haya una sobredemanda, particularmente en aquellos establecimientos y zonas en las cuales haya habido una mayor migración. Es un tema de poder analizar si los tiempos son correctos entre las necesidades que se plantean en un momento y las formas en las que se está haciendo este sistema de acceso”, asegura.