El Sistema de Admisión Escolar (SAE), cuyo futuro está en veremos luego de que la Cámara votara ponerle freno para la Admisión 2026, fue creado en el segundo gobierno de Michelle Bachelet. El objetivo para el que se creó era dar “más justicia al sistema”, según explicita el sitio del Mineduc, pues el SAE centraliza y digitaliza las postulaciones a los distintos colegios del país -públicos y particulares subvencionados- que reciben recursos del Estado.
El SAE funciona en base a un algoritmo programado por el Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile y apunta a aquellas familias que necesitan ingresar por primera vez a un establecimiento, a los estudiantes que quieran cambiarse de colegio o estén matriculados en una escuela que no tenga continuidad en el siguiente nivel. También a los alumnos que reingresan al sistema escolar.
Para postular, cada familia elabora una lista con los establecimientos de su interés, y si dicho liceo o escuela cuenta con vacantes, sus hijos son aceptados automáticamente. Si es que no, los cupos son asignados aleatoriamente entre todos los postulantes. Para determinar a quiénes seleccionar, el sistema prioriza, si es que hay más demanda que oferta, a los postulantes que tengan hermanos en la misma escuela; a quienes pertenezcan al 15% prioritario; a los estudiantes cuyos padres sean funcionarios estables del recinto; o a los alumnos que no hayan sido expulsados y que deseen volver.
Con toda esa explicación a la vista, su implementación comenzó en 2016, completando su instalación en 2019, pero que con ya varios años de funcionamiento nunca ha logrado convencer a todos.
Y es que a pesar de que inicial y explícitamente se hablaba de que el sistema eliminaría las filas, lo cierto es que hasta 2023 ocurrió todo lo contrario, llegando a verse apoderados durmiendo fuera de los establecimientos en busca de un cupo, especialmente para la segunda etapa de postulación.
Hasta el proceso de 2024 las primeras etapas efectivamente funcionaban como un sistema aleatorio, pero en los pasos posteriores para llenar las vacantes que se iban liberando cada establecimiento determinaba el mecanismo. Ahí es donde se provocaba el caos, con instituciones muy demandadas que mantenían muchas personas en espera, con la esperanza de que quienes sí quedaron se retractasen. Para esto cada establecimiento veía cómo llevaba adelante ese periodo excepcional. Algunos ofrecían un libro físico para anotarse, otros hacían sorteos, y otros con un formulario online. Las filas, en general, se producían en esos donde estar presente era esencial.
Con miras a evitar esas situaciones para la Admisión 2024 el Mineduc implementó el ‘Anótate en la lista’, una herramienta que se haría cargo del denominado período de regularización, ese que se realizaba presencial y que pasaría a ser una fila virtual, tal como para comprar entradas para un concierto o partido de fútbol.
El problema es que ese nuevo sistema no fue del todo eficaz. Las personas le criticaron que no era amigable, que no todos los postulantes tienen internet, que se implementó aceleradamente sin marcha blanca o que no estaba vinculado al Sistema de Información General de Estudiantes (SIGE), por lo que un apoderado podía postular a un curso incorrecto.
El tema es que, además, para la cartera pasó de apuesta a dolor de cabeza de un momento a otro luego de que se denunciara un supuesto servicio premium que estaba ofreciendo a los colegios TetherEd, el proveedor del Mineduc para el software de la plataforma. Se dijo que quienes accedían a ese servicio incluso podían saltarse la fila, algo que luego fue desmentido.
Lo que señalaron diversos sostenedores es que agentes de TetherEd les decían que la licencia contratada por el ministerio no contemplaba ciertas herramientas, por lo que les ofrecían más y mejores servicios a cambio de 1,1 millones de pesos anual. Desde la empresa y el Mineduc intentaron explicar que los ofrecimientos de la compañía apuntaban a otros servicios -adicionales- que no tenían que ver con el SAE, sino que lo que viene posteriormente, como automatización de matrículas o comunicaciones digitales. En medio de todos esos cuestionamientos, además, se supo que TetherEd fue contratada vía trato directo por 142 millones de pesos. El CEO de la compañía era Christopher Neilson, asesor del ministerio en la época de Nicolás Eyzaguirre, en plena creación del SAE.
Unas semanas después la cartera tuvo que hacerle frente a que de los 563.353 alumnos que participaron del proceso pasado, hasta el 14 de junio, es decir con todo un semestre ya avanzado, había 1.516 no matriculados, algunos de ellos por falta de cupos en el sistema, pero también otros que no aceptaron el establecimiento asignado.
Este último ha sido justamente otros de los focos de disputa del SAE. Quienes lo defienden dicen que no es el sistema de selección el problema, sino la distribución de la oferta de matrícula en el país o la falta de establecimientos de calidad. Por otro lado, quienes lo critican apuntan a que como el SAE selecciona por medio de una tómbola no se puede obligar a una familia a aceptar lo primero que se le ofrezca, lo que muchas veces deja sin matrícula en el establecimiento de su preferencia a un alumno destacado académicamente.
Debido a los problemas ya mencionados del ‘Anótate en la lista’ y la falta de matrícula avanzado el año, la cartera optó para esta admisión gestionar internamente la plataforma y, al mismo tiempo, adelantar las fechas del proceso.
Pero ni eso bastó para convencer a la Cámara de Diputados, que con todo el historial del SAE a cuestas el miércoles aprobó la indicación para suspender durante el 2025 (para el proceso 2026) un sistema que está en el aire hasta nuevo aviso, con voces que ya han criticado la decisión de los parlamentarios.