A la UC le queda por qué luchar tras vencer a O'Higgins en la liguilla
Los cruzados pasaron a la final del minitorneo que busca un cupo a la Copa Sudamericana, tras vencer 3-1 a los rancagüinos
Universidad Católica todavía tiene por qué luchar. Esa es la consigna que se repite en una y otra vez en San Carlos de Apoquindo. Su triunfo sobre O'Higgins por 3-1 le permite soñar con estar en la Copa Sudamericana 2015, a la espera de su rival en la final de la liguilla del Clausura. Un premio de consuelo para los cruzados, que, a luz de cómo se esfumó la opción del título, hoy toma un valor insospechado.
La UC, en todo caso, no aprende. Vive -y muere- con sus errores defensivos. Lo volvió a padecer en los primeros 15 minutos ante los celestes. Específicamente a los 11', cuando una triangulación entre Yerson Opazo, Braulio Leal y Sebastián Pinto, terminó con la anotación del atacante. Fuera de posición quedó Walter Ibáñez y el joven Guillermo Maripán pasó de largo. Justamente la dupla de centrales que Mario Salas alineó, otra de tantas que ha utilizado durante este semestre.
¿La sombra de otro fracaso en San Carlos? Obviamente que la sensación se apoderó de la mayoría de los hinchas que llegó al estadio. No sólo por el resultado, sino también por la presentación del conjunto cruzado, que parecía maniatado.
Al otro lado, en cambio, el partido se veía controlado. Pablo Sánchez, el técnico rancagüino, ordenó bien a su mediocampo y logró contener a las principales figuras rivales, entre ellas Erick Pulgar, quien no encontraba su protagonismo habitual. Una pelota detenida, sin embargo, siempre puede cambiar la historia de un juego. Y así fue.
De un tiro de esquina nació la paridad del cuadro de la franja. Cabezazo de Maripán, el mismo que falló en el gol de Pinto, y el desvío preciso de Roberto Gutiérrez, un festejo con tintes de desahogo para una escuadra que se enfrentaba a O'Higgins y a un evidente terror.
Ese mal augurio, eso sí, se desvaneció apenas se inició el segundo tiempo. Con una jugada que grafica la otra cara del club de Las Condes. La cara ofensiva, la del desdoble. Fernando Cordero subió a toda máquina y cerró un pase de Sepúlveda con un toque maestro: 2-1.
La ventaja llevó tranquilidad a las filas cruzadas. Con eso alcanzaba para clasificar a la final de la liguilla y buscar el cuarto cupo chileno en la Copa Sudamericana. Pero Salas nunca se repliega y su equipo, obediente, siguió presionando en busca del tercero. Y este premio llegó a los 68', con un penal servido por Michael Ríos.
Aún golpeada por la conquista estudiantil, la banca de O'Higgins les pidió a sus dirigidos no bajar los brazos. Sus jugadores intentaron cumplir con la orden, pero el correr de los minutos fue disminuyendo el deseo. Católica, de hecho, estuvo más cerca del cuarto. El marcador no se movió. El triunfo quedó en manos de la UC y el paso a la final, donde espera al ganador de la llave entre Arica y La Calera.
El premio de consuelo vale mucho. La UC todavía tiene por qué luchar.
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