Acapulco deja atrás su pasado glorioso

El otrora exclusivo balneario mexicano del estado de Guerrero vive una larga crisis producto de la violencia y la caída del turismo. Ha sido escenario de protestas de los padres de los 43 estudiantes que fueron masacrados por sicarios.




Antes de Cancún y Playa del Carmen, fue Acapulco. Porque hace más de 30 años el balneario, ubicado en el estado de Guerrero, era sinónimo de glamour y elegancia. Al punto de ser conocido como la "joya del Pacífico". Fue allí donde John y Jacqueline Kennedy pasaron su luna de miel. Tal era la popularidad de sus playas y resorts que en 1985, Luis Miguel y Lucerito grabaron la película Fiebre de Amor, un éxito de taquilla de la época. Sus acantilados son escenario cada año de un espectáculo de clavados que se realiza en La Quebrada donde los jóvenes locales saltan desde 35 metros de altura. Y en 1977  a Roberto Gómez Bolaños se le ocurrió filmar tres episodios del programa El Chavo del 8 en el balneario, con toda la vecindad.

Pero ahora todo ha cambiado. El lunes, la ciudad fue escenario de protestas protagonizadas por los padres de los 43 estudiantes que desaparecieron el 26 de septiembre en la localidad de Iguala y que, según la Fiscalía, fueron quemados por sicarios de la banda criminal Guerreros Unidos y sus cadáveres fueron arrojados a un río cercano. Los manifestantes se apostaron con palos y barras metálicas en  accesos del aeropuerto de Acapulco para exigir al gobierno que siga la búsqueda y  la localización con  vida de los jóvenes. Además piden pruebas científicas de los restos.

El estado de Guerrero es uno de los principales centros de producción de marihuana y goma para producir heroína, según la Secretaría de Seguridad Pública mexicana. Y es donde existe la mayor tasa de homicidios del país, 29 por cada 100 mil habitantes sólo este año.  Según la cadena BBC, por años Acapulco se mantuvo al margen de la violencia. Ahora, se convirtió en una trinchera más de la guerra contra el narcotráfico.

El director del diario El Sur, Juan Angulo, explicó al periódico español El País que la violencia llegó a la localidad en 2005 con la descomposición del cartel de los hermanos Beltrán Leyva. En aquel entonces, ese cartel se disputaba el territorio con Los Zetas. Así, se produjo un hecho que marcó a la ciudad: la decapitación de cuatro miembros de ese último grupo. Desde entonces, la batalla no ha cesado entre los diferentes grupos del crimen organizado (la Barredora, el cartel del Diablo, el cartel independiente de Acapulco, la familia Michoacana, el cartel de Jalisco Nueva Generación, entre otros). La violencia provocó el cierre de decenas de negocios y ahuyentó el turismo. Al miedo por la situación de violencia se sumó la crisis financiera internacional, el boom de otros destinos turísticos en México y la pandemia del A1N1 en 2009, lo que provocó una drástica caída del flujo de visitantes. De acuerdo con cifras de las secretarías de Comunicaciones y Transportes (SCT) y de Turismo (Sectur), en 2010 el número de llegadas de turistas internacionales vía aérea a Acapulco sumó 63.207. En 2011, la cifra descendió a 37.489 arribos. Al término de 2012, el volumen de estos turistas que llegó fue de 16.693, lo que representó una contracción de 55,4% en comparación con lo reportado el año anterior.

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