Adé, el hijo de la ciudad afortunada
El refuerzo haitiano de Santiago Morning nació en Saint-Marc, urbe que casi no se vio afectada ni por el terremoto de 2010 ni por el huracán Matthew. Cuando niño era arquero, pero alguien le dijo que cambiara de puesto: su padre, al que perdió cuando el defensor era un adolescente.
Ganó por arriba, por abajo, bajó el balón con el pecho, tocó con precisión. Rindió un excelente examen y protagonizó sólo una descoordinación: dejó pasar un pelotazo alto, quizás sin entender lo que gritaba el arquero; el rival tuvo así una ocasión que, ciertamente, desperdició.
Ricardo Adé es el refuerzo más llamativo en el fútbol profesional chileno, por una razón muy simple. Él es uno de los miles de haitianos que viven en Chile, pero en su caso llegó hace dos semanas al país. Lo contrató Santiago Morning, gracias a que uno de los hijos de Miguel Nasur (Sebastián), el todopoderoso del club, lo vio jugar en Miami United (del cual el empresario es copropietario) y decidió traer un video para proponerle su fichaje a Hernán Godoy. El Clavo dijo "veamos en cancha"; lo hizo viajar desde Haití (adonde había regresado), entrenar, jugar 45 minutos en un amistoso ante Barnechea y el sábado último ya lo envió como titular en la victoria ante Rangers por 2-1, por la 17ª fecha de Primera B. Ahí se lució el caribeño, pero con el único obstáculo que encontró en la cancha, el idioma; fue casi imperceptible, salvo por aquel balón alto que dejó pasar.
"Derecha, izquierda", son las palabras en español que por ahora maneja Adé, un zaguero central de 1,80 y 26 años. "El lenguaje del fútbol te hace más sencillo todo. Si los compañeros hablan español en la cancha, no hace mayor diferencia, porque finalmente uno logra entender", explicaba en inglés un par de días antes, en Providencia, donde reside en un hotel propiedad de Nasur.
Las experiencias de ser un emigrante y el choque lingüístico no son nuevas para él, de cualquier modo. "Cuando fui a Miami tuve que aprender inglés, porque no hablaba un palabra. Había jugadores de Italia, México y todos se comunicaban en español o inglés... fue una muy buena experiencia", recuerda.
Seleccionado haitiano con cerca de una decena de partidos (incluida un histórico triunfo 2-0 en Jamaica, por las eliminatorias para Rusia 2018), señala que volverá a actuar con su representativo nacional, convocado por el entrenador Jean Claude Josaphat para enfrentar a Nicaragua, el 24 y 28 de marzo, por las clasificatorias para la Copa de Oro.
Acerca de sus condiciones como futbolista, es directo: "Soy zaguero central, pero si el equipo lo necesita y el entrenador me lo pide, también puedo ubicarme como volante defensivo, pero está claro que mi mejor posición es como central... nunca he sido lateral, ni lo he intentado siquiera".
La familia y la tierra
Ricardo nació en Saint-Marc, una ciudad que él describe como "turística". "Puedes ir de Puerto Príncipe y volver en un día, por eso mucha gente va a visitarla. Es un lindo lugar y la gente pasa mucho tiempo en la playa, disfrutando del mar", añade.
Entre las precariedades y desgracias que han afectado a su tierra, se atreve a afirmar: "Saint-Marc es un lugar afortunado, que no fue afectado por el terremoto, salvo algunas casas, pero nada parecido a lo que sucedió en la capital. Tampoco sufrió nada con el huracán Matthew (que causó más de 1.000 muertes), porque pasó por otra zona del país. Hace algunos años, en 2009 creo, Saint-Marc sufrió una inundación importante por un río que cruza la ciudad y que se desbordó".
El trágico sismo del 12 enero de 2010 (300 mil muertes y similar número de heridos, según el gobierno isleño), sin embargo, igualmente lo afectó. "Murieron familiares y amigos en Puerto Príncipe. Nadie en Haití quedó al margen del sufrimiento. Fue muy doloroso para todos, aunque tu casa haya quedado en pie", sostiene.
Si de tristeza se trata, lo más duro para él fue la muerte de su padre. "Yo era un adolescente. Tenía sólo 16 años y fue una enfermedad larga, una historia muy larga... sólo de recordarlo siento pena y, debo ser honesto, no me gusta hablar de eso", explica sobre el fallecimiento de Karl Henry Adé. "Es difícil para mí hablar de él, porque amaba el fútbol y no tuvo la oportunidad de verme jugar por la Selección o por Baltimore (el principal equipo que defendió en Haití)", se lamenta.
También apunta que Karl, fallecido a los 45 años, fue quien le dio un consejo vital, al sugerirle cambiar de puesto cuando era un niño. "Yo jugaba como arquero, me gustaba, pero él me dijo que si quería progresar en el fútbol debería ser un jugador de campo", específica. ¿Fue la estatura? "Tal vez... no lo sé, pero quizás sabía que no sería lo suficientemente alto... Mi padre estaba en lo correcto cuando me dijo 'busca otra posición'", responde.
Sobre el resto de su familia explica: "Tengo un hermano y dos hermanas y yo soy el más chico. Mi madre (Mona Chéry) está en Trenton, Nueva Jersey. Se fue porque allá tenía trabajo".
Soltero y sin hijos, explica que no tiene familia en Santiago, pero sí algunos amigos. "Igualmente me gustaría que mis compatriotas vayan al estadio cuando juegue y que agiten las banderas de Haití; creo que sería lindo tanto para mí como para ellos", afirma, siempre con una suave sonrisa, quizás la marca de todo haitiano en Chile.
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