Adiós a los fantasmas de la ópera: el nuevo repertorio que llega al Teatro Municipal

El viernes se estrena Rusalka, del checo Antonin Dvorak.




No hay peor escollo para una ópera que una lengua lejana, única y hablada por apenas diez millones de habitantes. Ni todas las empresas artísticas del mundo ni las mejores intenciones de los cantantes del momento pueden derrotar la torre de Babel idiomática que separa la galaxia de las lenguas de la lírica de las otras.  Es decir, la que se separa el  italiano, francés y alemán del resto. En este terreno se desplazan desde el chino al sueco, pasando por el árabe, el swahili y, claro, un idioma eslavo como e checo. Esta fue la lengua de  Antonin Dvorak, responsable de Rusalka, que se estrena el próximo viernes en  nuestro país. A 114 años de su creación, su exhibición desde el próximo viernes 8 de mayo en el Teatro Municipal  es también la primera en toda Sudamérica. Un auténtico hito continental.

La apuesta del Teatro Municipal para abrir su temporada lírica 2015 con una producción desconocida es parte de aquel ejercicio conocido como renovación de repertorio. En los últimos años, el teatro ha optado por incorporar en cada temporada una ópera jamás tocada en el país, hurgando en el repertorio del siglo XX, el mismo del que el público más conservador huye como de la peste. Por la misma razón, cada nuevo estreno operático es  un cuchillo de doble filo: una aventura encomiable y un potencial fracaso de público. Este año la propuesta en el Teatro Municipal es doble. A Rusalka, que después de todo es bastante melódica y anclada a la trdición romántica del siglo XIX,  se agregará en julio la primera presentación en Chile de La carrera del libertino, de Igor Stravinsky. Eso es otra cosa.

De Praga a América 

Estrenada en marzo de 1901 en Praga, Rusalka no sólo fue un dilatado debut en América del Sur: en Gran Bretaña, la Royal Opera House  de Londres  recién la exhibió en el año 2012. Fue una producción bastante radical cuyo mayor riesgo era transformar el entorno de bosques, lagos y castillos de la historia original en un prostíbulo. Las ninfas de este cuento eslavo inspirado en La sirenita se vestían, acorde a la puesta en escena del suizo Jossi Wieler, como bataclanas de burdel. El público, que celebró la dirección orquestal, no tuvo demasiada misericordia con el régisseur y los cantantes. Cuando salieron a saludar t al término de la función,   los abucheos silenciaron cualquier intento de  tímido aplauso.

La crítica londinense coincidió en señalar que la inconoclasta dirección escénica de Wieler no era la mejor forma de presentar un plato nuevo ante un cliente de paladar tradicional. "Si esta  producción se hubiera dado en cualquier otro teatro de Gran Bretaña no hubiera generado la indignación que causó en la Royal Opera, el recinto más grande y tradicional del país", fueron las palabras de Andrew Clements en The Guardian.

"Me parece que siempre hay que partir desde el lugar donde está el paisaje original de una ópera. En el transcurso de la historia todo podrá cambiar, pero hay un punto de partida o un colchón original que te permite navegar musical y escénicamente", dice Diego Siliano, el escenógrafo de la producción que se estrenará en el Teatro Municipal. El argentino Siliano, que junto su compatriota, el director de escena Marcelo Lombardero, ha estado tras el estreno de tres óperas en el Teatro Municipal,  estima que la incorporación de nuevas obras  es esencial para que un recinto lítico no se transforme en pieza de museo. "Es fundamental tener repertorio nuevo y  dar a conocer autores nunca escuchados. Es una responsabilidad muy grande ante un público que n o sabe nade de lo que le están mostrando. Ahora bien, Rusalka es una ópera preciosa, muy melódica y con una música soberbia. No es particularmente difícil para al público", explica Siliano.

En el rol central de Rusalka intervendrá la soprano rusa  Dina Kuznetsova, que el año pasado estuvo en el Teatro Municipal en el papel principal de otro estreno: Katia Kabanova. La obra es del también checo Leos Janacek y  contó con puesta en escena del cineasta Pablo Larraín. "Para mi lo ideal es combinar: tocar las óperas de siempre como Madama Butterfly  o La Bohème, pero también cosas nuevas", dice Kuznetsova.

Aunque hace más de 25 años que está desligado de la Filarmónica, el maestro Juan Pablo Izquierdo recuerda en particular el estreno de Elektra (1909) de Richard Strauss, en el año 1983. "Yo en ese tiempo era el titular de la Filarmónica y  aunque no me tocó dirigir esa ópera, que la hizo Gabor Ötvös, si fui testigo de todo lo que significó. Es una obra difícil y muchos pensaban que iba a ser un fracaso. Sin embargo, terminó siendo uno de los éxitos de la temporada", dice Izquierdo.

Enemigo de los ensayos cortos y gran defensor del repertorio del siglo XX, Juan Pablo Izquierdo tuvo la oportunidad de dirigir en al menos diez oportunidades la ópera La carrera de un libertino de Stravinsky en su período de conductor de la Opera de la Universidad de Indiana en Bloomington. "La carrera de un libertino es una bellísima obra de Stravinsky, pero tiene que estar muy bien hecha, sino tiene el peligro de sonar tediosa. Es engañosa, pues parece fácil pero no lo es. Es como una gran obra de Haydn, compuesta en el estilo neoclásico de Stravinsky. Nosotros teníamos la facilidad de tener meses y meses de ensayos en Indiana, pero no sé como sea en el Teatro Municipal. El peor enemigo de una ópera nueva es la corta cantidad de ensayos", agrega el director que también dirigió en esa época La elegía para los jóvenes amantes, composición del vanguardista  alemán Hans Wernern Henze creada en 1961.

Desconocidas para el gran público y siempre apreciadas por los músicos más inquietos, las nuevas obras líricas no siempre son un territorio tan temible. Izquierdo lo resume, un poco con humor, en estos términos. "No es tan difícil tocar obras nuevas. Si no se conocen, el público no se va a dar cuenta de que algo salió mal. Lo peor es cuando la gente va a la ópera, escucha La Bohème de Puccini y sale deeepcionado porque no es igual al disco que tiene en casa. Eso si que es terrible para uno como músico".

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