Agustín Squella: "La felicidad es una industria que mueve mucho dinero"
En su nuevo libro "Deudas intelectuales" retrata a cuatro pensadores del siglo XX. Además, habla del cierre de su trilogía testimonial con "¿Es usted feliz? Yo sí, pero...".
Corría 1967. Agustín Squella, entonces de 23 años, es becado junto a otros cuatro estudiantes de Derecho de la U. de Chile para recorrer durante dos meses distintos centros universitarios de EE.UU. Un viaje que cerró con la visita, en Berkeley, a un personaje ilustre: el jurista y filósofo austríaco Hans Kelsen. El célebre teórico del derecho del siglo XX sería clave en la formación de Agustín Squella.
Han pasado más de 40 años de esa visita, que finalizó con una fotografía grupal, que hoy Squella conserva en su oficina de la U. de Valparaíso, donde es profesor y de la que fue rector entre 1990 y 1998. "Kelsen viste una chaqueta de tweed y camisa oscura, sin corbata. Tiene las manos cruzadas... y observa la cámara sin expresión definida. Simplemente, esta allí, tranquilo", apunta Squella en su nuevo libro Deudas intelectuales.
El abogado, periodista, hincha del Wanderers, ferviente hípico, premio nacional de Humanidades 2009 y también académico de la U. Diego Portales, no sólo realiza un detallado retrato de Hans Kelsen en su nueva publicación disponible en librerías. Además, relata con maestría la vida y obra de otros tres académicos importantes en su trayecto: el profesor Jorge Millas, el jurista italiano Norberto Bobbio y el escritor porteño Carlos León.
Por estos días, tras presentar Deudas intelectuales, Squella trabaja en el cierre de una trilogía testimonial iniciada en 2011 con el libro ¿Cree usted en Dios? Yo no, pero..., seguida de ¿Es usted liberal? Yo sí, pero... (2012) y ahora vendrá ¿Es usted feliz? Yo sí, pero...
Valores patrimoniales
En Deudas intelectuales, el ensayo dedicado a Jorge Millas se llama Irremediablemente filósofo, donde Squella anota: "El principal filósofo chileno del siglo XX terminó dando clases particulares luego de ser apartado de la universidad por sus reclamos ante la falta de libertad de expresión, la intervención militar de las universidades y la ilegítima Constitución de 1980".
En el Piamontés sedentario se lee de Bobbio, quien fuera amigo de los escritores Cesare Pavese y Claudio Magris: "Fiero cada vez que se declaró hombre de razón y no hombre de fe". Y en El hombre de Playa Ancha apunta de Carlos León, quien fue profesor en la U. de Valparaíso: "Siempre tuve la sensación de que no le simpaticé como estudiante. Me sentaba en la última fila, no tomaba apuntes y a esa edad no entendía bien que en una clase de filosofía del derecho se hablara tanto de Neruda, González Vera o Manuel Rojas".
¿Qué tenían en común Kelsen, Millas, Bobbio y León?
"No creo equivocarme si afirmo que los cuatro tuvieron una similar y algo desencantada visión de la vida, del derecho, de la política, esa visión que es propia de los pensadores que gustan mirar la realidad a la cara", escribe Squella en su obra, donde también se refiere a la actual educación chilena.
¿Qué valores rescata de cada uno de los personajes del libro?
De Kelsen, la coherencia que mostró con su positivismo jurídico, sin fantasear sobre la existencia de un pretendido derecho natural; de Bobbio, su doble afiliación, a la vez liberal y socialista; de Millas, su insobornable defensa de la autonomía universitaria y la libertad crítica de las comunidades académicas, y de León, su completa lejanía del poder y un cierto aire distraído respecto de las cosas de este mundo.
En el volumen se refiere a la actitud del estudiante universitario actual, que en su opinión "no espera calidad en la educación, sino facilidad"...
En 60%, o más, la formación a nivel superior depende de la atención y esfuerzo de los propios estudiantes. Está bien que hagan valer su derecho a la educación, a tener profesores calificados, a disponer de buenas bibliotecas, aunque deben preguntarse cuáles son sus deberes como estudiantes y ponerse a la altura de éstos. Yo compruebo con alarma que lo que hoy se impone en las aulas es una conspiración contra la dificultad y una extendida demanda por menores exigencias y currículums de bajas calorías.
¿Le gustaría escribir sus memorias?
La serie (testimonial) seguirá con ¿Es usted feliz? Yo sí, pero..., un libro que embiste contra la moda de la felicidad y el uso impropio y a veces abusivo que de esa palabra hacen ciertos políticos, economistas, sociólogos, psicólogos positivos, publicistas, gurús, autoayudistas, sanadores, videntes, tarotistas y otros vendedores de ilusiones que han hecho de la felicidad una industria que mueve mucho dinero. En esos tres libros y en Deudas intelectuales hay pasajes autobiográficos, pero mi vida no da realmente para memorias ni nada que se le parezca.
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