Astérix da el gran salto: cambia de autores y busca regresar a estilo original

El álbum 35 de la célebre historieta francesa se ambienta en Escocia y tiene nuevo guionista y dibujante. La publicación ha recibido críticas positivas y comercialmente confirma su éxito arrollador.




"Nuestra única ambición es la misma del comienzo: divertir por un rato a nuestros lectores". La modestia de René Goscinny apenas da cuenta del éxito internacional que ya tenía su guerrero pequeño de bigotes rubios para mayo de 1967, cuando vertió estas palabras en una conferencia. Junto al dibujante Albert Uderzo habían dado vida, en 1959, a una aldea gala que resistía al invasor romano gracias a una poción mágica, cuando corría el año 50 aC. Y la historieta que lanzaron el mismo 67, Astérix y los normandos, vendió 1.200.000 ejemplares.

La década que pasó entre ese momento y la muerte de Goscinny vio aumentar mundialmente la nombradía de Astérix y de Obélix, su amigo devorador de jabalíes. Después de eso, la calidad del material que quedó en manos de Uderzo fue degradándose sistemáticamente, aunque no las ventas, que con ¡El cielo se nos cae encima! (2005) superaron los cinco millones de ejemplares (para no hablar de los ingresos por películas, el parque temático y los videojuegos asociados).

Pero ahora hay novedades y no son menores. Por primera vez en la historia del célebre cómic franco-belga, la realización de una nueva aventura quedó fuera de las manos de sus creadores originales. Astérix y los pictos, lanzado mundialmente el 24 de octubre, puede tener parte de la portada dibujada por Uderzo (86), así como la supervisión e incluso derecho a veto por parte de éste, tal como se ha informado. Pero ante todo supone una nueva etapa, no exenta de conflictos.

CON CASTING Y TODO

En Estados Unidos, los personajes de cómic pertenecen a las casas editoriales, por lo que es normal la rotación de libretistas y dibujantes. Pero en Europa lo habitual es que los creadores sean los dueños del destino de sus personajes. De ahí que tras la muerte de Hergé, en 1983, se respetara el deseo de que su célebre Tintin no tuviera nuevas aventuras.

Algo semejante parecía que iba a ocurrir con Astérix y los suyos. En 2008, al cumplir 80 años, Uderzo anunciaba que sus creaciones morirían con él. Pero más tarde se desdijo. ¿Fue una decisión precipitada?, le preguntó Le Monde. "Sí, fue una decisión tomada a tontas y a locas, sin tener en cuenta que la beneficiaria (Anne Goscinny, única hija del cocreador) quizá no estaría de acuerdo". Eso sí, quien no quedó para nada conforme con la decisión fue Sylvie Uderzo, su propia hija, quien criticó esta voltereta y entabló un juicio contra su padre. Y no hay que descartar el papel que pudo haber tenido en este "giro" la poderosa editorial Hachette, a quien Uderzo había vendido los derechos de publicación en 2008.

Se diría que la vara estaba baja, pensando en las entregas recientes, pero así y todo quienes tomaran el relevo tenían la presión de estar a la altura de la leyenda. De crear personajes divertidos y agudos, que funcionen en varios niveles, que evoquen el pasado y comenten el presente, que se hagan cargo de los códigos y recursos habituales (de los piratas náufragos al bardo insoportable y al banquete que cierra cada episodio). Tras un casting casi secreto que empezó hace tres años, Jean-Yves Ferri fue escogido para escribir una historia que él mismo propuso, mientras Didier Conrad se hizo cargo de la gráfica luego que el dibujante previsto "tirara la esponja".

Astérix y los pictos (así se llamaban las tribus británicas que se pintaban el cuerpo) es una aventura que se ambienta en Escocia. Todo parte, como de costumbre, en la célebre aldea gala de la región de Armórica. El caserío está cubierto por la nieve invernal, mientras llega un témpano que se apresta a chocar con la costa. En él viene encadenado un guerrero, Mac Oloch, quien desea volver donde su clan del Lago Andloll para reencontrarse con su novia, Camomilla, raptada por un tal Mac Abbeh. Y allá partirán Astérix y su inseparable amigo repartidor de menhires, quienes descubrirán el whisky y el monstruo del lago Ness, sin que falten los romanos a quienes golpear, así como la poción mágica y los juegos de palabras.

De momento, la respuesta crítica ha sido más bien tibia, aunque positiva. En el diario Libération, por ejemplo, se lee que "uno cierra el volumen con el gusto de algo ya visto", lo que no impide presagiar, para futuras entregas, una mayor libertad de sus creadores. En cuanto al trabajo de éstos, se señala que Ferri da nuevas pruebas de "humor y agudeza", mientras Conrad no se limita a ser un simple copista de Uderzo, ofreciendo un producto más "redondeado".

Lo anterior se suma a las clásicas referencias asterixianas a la actualidad. Se destaca, para ilustrar este punto, la viñeta en que se ve llegar a Mac Oloch congelado a la costa normanda: Abraracurcix, el jefe galo, lo recibe diciendo "A partir de ahora, estás en casa. Para nosotros, los galos, la palabra asilo no se pronuncia en vano". Y ahí es donde su esposa, Karabella, retruca: "Mmm, tú y tus bellos discursos". Al menos para Libération, la alusión al Presidente Hollande y su cónyuge, por el reciente caso de la kosovar Leonarda Dibrani, expulsada del país con su familia, resulta evidente.

Por su parte Huffington Post considera que la historia es "demasiado clásica", aunque sin perjuicio de esto y otras decepciones, este medio considera el nuevo Astérix como una "apuesta ganada". El volumen, aún no disponible en Chile, debería llegar en diciembre al país.

Los editores esperaban que, dentro y fuera de Francia se vendan no menos de cinco millones de ejemplares. Y los números de la primera hora ya les daban la razón. Ahora piensan en el libro de 48 páginas que aparecerá en 2015: Astérix y los bátavos.

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