Baile sin discriminación
En Gala, el coreógrafo francés Jèrôme Bel toma los cuerpos de 15 bailarines profesionales y amateurs y logra emocionar. El mensaje es que no importa la edad, el género, la raza, las distintas capacidades físicas y menos la técnica: lo importante es que todos pueden bailar y hacer sentir.
El público ríe, palmotea los temas, se emociona. Porque con Gala, de Jèrôme Bel, afloran todo tipo de sentimientos diversos. Porque la obra que se estrenó en el Municipal de Santiago, y que forma parte de Santiago a Mil, es una experiencia diferente y que le hace justicia a su nombre. Es un acto de celebración con gracia, con emperifollados y coloridos atuendos y mucha alegría. Pero por sobre todo, es un baile inclusivo.
Reconocido por su estilo de no danza y su radicalidad en la expresión contemporánea experimental, Bel toma los cuerpos de 15 bailarines profesionales y amateurs, donde no importan la edad –el más pequeño es un niño de 5 años que saca el suspiro de la audiencia -, el género, la raza o las capacidades físicas, donde la técnica de unos se unen a las facultades de otros, donde no importa si se está en silla de ruedas –un joven que interviene con mucho júbilo- o si se tiene síndrome de Down. Todos pueden bailar, porque esa es la premisa del coreógrafo francés, abordar la mayor parte de las formas posibles, con gente común, y hacer sentir.
Tras la proyección de una serie de imágenes que se pasean por escenarios de distintos estilos –su duración es un poco larga, ya que el concepto de diversidad queda muy claro con la mitad de las fotografías-, los intérpretes comienzan su presentación individual al son del ballet propiamente tal, para seguir con un vals, el silencio e incluso el moonwalk de Michael Jackson y su tema Billie Jean, y de ahí a una colaboración en conjunto con una variedad de estilos, desde Cascanueces a Flashdance, pasando por la cueca, la samba y New York New York interpretada por Liza Minnelli, entre otros.
Con su individualidad cada intérprete derrocha energía, se autoexpresa a través de la música y el movimiento, se entregan con agrado a las exigencias del otro, sin importar el resultado, pues ellos se mueven con el ritmo que sea.
En su capa exterior, Gala entretiene por la calidez y el disfrute mismo que emana de sus intérpretes, pero en su interior emociona, pone en el tapete la esencia humana, la diversidad y la inserción, la pureza de la colaboración sin escollos sociales ni políticos. Es baile para todos.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.