Bárbara Gatica: Entre raquetas y empanadas
La tenista es la número tres de Chile. Su carrera ha sido financiada gracias a la amasandería que mantienen sus padres, un lugar que le estuvo prohibido para mantener a raya su dieta. Y si bien el peso es un tema, eso no la limita para ser feliz, pues se define como la más normal de las jugadoras; con pololo tenista y una gran proyección en el circuito.
El olor a pan recién horneado se apodera de la amasandería Fraba, en la calle Castillo Urízar Sur, en Macul. Detrás del mostrador, el matrimonio formado por Alejandra Avilés y Marco Gatica, quienes decidieron bautizar el local, que abrieron hace 20 años, con las iniciales de sus dos hijas mayores, Francia (26) y Bárbara (20). La familia la completa Marco (9), el menor del clan.
Francia es enfermera y Bárbara, tenista. Y no cualquiera: fue una de las figuras del dobles, junto a Daniela Seguel, durante la Zona Americana de Fed Cup, donde Chile llegó a la final. Un resultado que no se daba hace muchos años. "Fue increíble, porque yo no esperaba jugar y terminé jugando muy bien con Dani. Claro que al principio, contra Argentina, los nervios eran terribles y no podía pegarle a la pelota", dice la número tres nacional y 592ª del ranking mundial.
La producción de pan y empanadas tiene que ver mucho en el éxito de las hermanas Gatica. "Gracias a la amasandería le pudimos pagar la carrera universitaria a mi hija mayor y a Bárbara sus giras. Han sido años de mucho sacrificio, pero valió la pena", comenta la madre de la deportista. Mientras que el padre, quien la introdujo en el tenis a corta edad, agrega: "Todos los días abrimos a las 6.10 de la mañana y muchas veces ya hay gente afuera esperando. La mayoría de las veces es gente que entra a los turnos de las industrias que están cerca de aquí. Con el tiempo, pudimos ampliarnos hacia el local del lado".
"Mis papás son un orgullo, se levantan muy temprano. Gracias a esta amasandería pude salir a jugar y conseguir puntos. Ahora ya no les pido plata, me la consigo por dónde sea. Hice clases de tenis, porque me quiero manejar sola, aunque a veces igual les pido", dice la tenista, sentada afuera del negocio.
Bárbara se define como la más normal de las tenistas. De partida, tiene pololo, algo no tan frecuente en el circuito femenino. Hace nueve meses tiene una relación con el tenista Simón Arriagada (23) y todo cambió. "Tengo una vida bastante normal, una tenista está poco con la familia, no tienen vida amorosa, y yo tengo amigas de toda la vida y del tenis. Las tenistas son solitarias. Desde que conocí a Simón mis resultados mejoraron un montón (en diciembre, llegó a las semifinales del ITF US$ 25 mil de Providencia) y se hace la diferencia porque uno es más feliz y se desconecta", confiesa la jugadora, quien es una fanática lectora de novelas de amor y terror.
Pero el camino no ha sido fácil. Por su contextura, Gatica ha enfrentado las tentaciones del pan y las empanadas de la amasandería, aunque también su estructura física le ha beneficiado en la potencia de sus golpes, donde marca diferencias. "Siempre mi problema ha sido el peso. Desde los 15 años, mi contextura aumentó más de lo normal. Me hice un montón de exámenes para saber qué era y todo salió bien. Cuando chica me afectaba bastante. Controlarme era muy difícil, me prohibían venir y que mis papás llevaran cosas para la casa. Ahora estoy más grande y me sé controlar", recuerda.
"En esa época estaba con un entrenador que en lo tenístico me ayudó mucho, pero en ese tema era muy pegado. Me afectó mucho, tuve que tomar una psicóloga. Cada vez que me hablaban del tema, me enojaba. Lo he hablado con mis entrenadores, pero ahora me estoy cuidando y he bajado bastante. Estoy con una dieta a cargo de Hugo Viani, que hace barritas y batidos especialmente para mí y en la cancha me he sentido mucho mejor", comenta. "Eso sí, no puedo levantar pesas, porque si levanto una pesa genero 10 veces más músculo que una persona normal. Tengo que hacer otro tipo de ejercicios, con mi PF Mario Soto, a quien por algo le dicen el Chacal", apunta.
De todos modos, la amasandería es un centro de operaciones. "Las reuniones con mis papás las hacemos acá. Vienen mis entrenadores y al final terminan comiendo algo. Ni hablar cuando viene Simón, que se come todo", revela Bárbara, mientras ríe de buena gana.
Desde diciembre de 2016, sus días transcurren en la academia Massú Tenis, donde recibe mucho respaldo. Ahí los ex tenistas Jorge Aguilar y Camila Silva se encargan de entrenarla. "Partner, ¡cómo le pega Gatica! Acá tiene que entrenar con hombres. De hecho, el otro día entrenó con Garin y le aguantó muy bien los tiros", exclama el ex campeón del mundo juvenil.
"Es un tema país. Hay cinco jugadoras y más abajo vienen algunas más chicas. Es difícil ponerse de acuerdo para poder entrenar, así que al final uno termina entrenando con hombres", complementa Gatica.
Los planes son estar entre las 300 primeras a fin de año. Eso sí, Bárbara es concreta: "Si a los 24 años no estoy en un nivel que permita estar entre las 200, prefiero retirarme y no seguir haciendo gastar plata a mis papas".
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