Cachito Vigil: "Bielsa es una persona que vive dando, pero pide muy poco a cambio"
El técnico, que le dio una Copa del Mundo y dos medallas olímpicas a Argentina, es el nuevo entrenador de la selección chilena femenina de hockey césped. Antes de aterrizar en Santiago, habla de su filosofía y de cómo el ex DT de la Roja lo ha marcado.
Sergio Cachito Vigil ha logrado todo lo que se ha propuesto en el hockey césped argentino. Es el arquitecto de las Leonas y, probablemente, el entrenador más influyente de la historia de este deporte en el país vecino, con títulos mundiales y dos medallas olímpicas. Sin embargo, a pesar de la trascendencia de su carrera, pide encarecidamente una cosa. “No me gustan las notas yoístas, soy sólo un eslabón en la cadena. El ‘nosotros’ es fundamental en cualquier proyecto”, señala desde Buenos Aires, horas antes de emprender el vuelo hacia Chile, para hacerse cargo de la selección nacional femenina. De hecho, el primer entrenamiento con las Diablas está programado para mañana, a las 17.00, en el Club Manquehue.
¿Qué lo motivó a tomar el desafío de dirigir a las Diablas?
Me ha movilizado el sueño que me ha transmitido la dirigencia chilena. Se comunicaron por e-mail y por teléfono, y he podido sentir en mi tripa interna el sueño que me han transmitido. ¿Por qué Chile? El llamado me tocó esa tripa y despertó la llama de volver al hockey internacional, un deseo que estaba latente en mí, pero que lo había postergado. En Argentina tenía cerrada esa posibilidad, porque ya había sido técnico de las Leonas y quería que esa experiencia la vivieran otras personas. Este llamado me encontró terminando mi ciclo en River Plate y la forma en que me transmitieron ese sueño fue una gran caricia. Fue un hermoso regalo profesional y afectivo, que lo viví con mucha emoción. Esa emoción me hizo tener ganas de recorrer ese camino juntos. Tengo ganas de empezar ya mañana con el equipo de las Diablas, tengo ganas de ir tras un sueño. ¡Me motiva mucho el sueño que se ha propuesto el hockey chileno! He sentido seriedad y he visto gente del hockey muy iluminada. Hay gente muy valiosa como el head coach Alfredo Castro, a quien conozco hace mucho, incluso desde antes de empezar con las Leonas. Tengo un gran respeto y afecto por él.
¿Le ocurrió algo similar con los otros equipos que dirigió?
Siempre me pasó con los equipos que dirigí. Siempre hubo algo. En Las Heras, Ciudad de Buenos Aires, las Leonas, River y ahora con las Diablas. En cada equipo que me tocó entrenar hubo una tripa interna que se despertó y me dijo ‘vamos’. En este momento del hockey chileno y de mi vida si nos encontramos es por algo. Ese algo es seguir el camino de los sueños. Chile sueña con dar ese pasito más y yo puedo disfrutar de que Chile dé ese paso.
¿Qué conoce de las Diablas?
Las conozco y las he visto en el hockey internacional, pero mi experiencia me ha dado grandes sorpresas. Mi gran conocimiento empieza en el momento en que empezamos a transitar en el espacio del entrenamiento. Sí percibo que hay un potencial interno para explotar. El hockey chileno tiene un gran potencial humano que, si juntos trabajamos para su desarrollo, podremos construir un equipo muy, muy bueno.
¿Se instalará en Chile o sólo estará algunos meses?
Este año no podía hacerlo part time. Igualmente, mi trabajo va a ser full time en los entrenamientos. Quiero que vivamos segundo tras segundo, día tras día, mes a mes y año a año. Es una planificación a cuatro años y esto tiene que ver con el proceso que tendríamos que vivir. Hay pasos que son importantes para dar.
Una de las condiciones que puso para trabajar en Chile es la construcción de una cancha para las selecciones.
Que se construya la cancha de césped sintético es una condición sine qua non. Que el seleccionado chileno tenga una cancha que esté a disposición para que entrenen todo el día es fundamental. Hoy los jugadores trabajan y estudian. Y para que el hockey crezca, debe tener una cancha, y la Selección no puede tener los horarios que ofrecen gentilmente los clubes. Sin una cancha, el hockey no puede dar ese gran salto. Con trabajo, metodología y esa cancha, el hockey tiene que dar ese gran salto, porque tener esa cancha permite entrenar con mucha mayor frecuencia de lo que se entrena ahora y podrá estar a disposición de todas las selecciones. Por eso este primer año es una prueba para ambos. Si a fin de año la cancha no está, veo difícil que el sueño que imaginamos se concrete.
Y en ese sentido, ¿cómo enfrenta esa realidad?
En la vida hay tres pilares fundamentales: tener un sueño grande, estrategia y dar pasos cortos, pero bien firmes. El paso corto permite tomar conciencia del camino que se recorre. Sin el sueño grande, no hay sentido; sin estrategia es imposible llevar adelante el sueño y dentro de la estrategia es muy importante el lugar en que se hace. Si no se hace, el sueño queda solamente en una expresión de deseo. Una cancha propia es parte de la estrategia, que sea un lugar donde puedan llegar los nuevos talentos. Que en esa cancha se cumpla ese espíritu diablo. Yo no me explico cómo la Selección aún no tiene una cancha.
¿Qué plazos se ha puesto para cumplir su trabajo?
Es muy importante que el trabajo que realice haga sentir bien a la Selección. Cuatro años en la primera etapa y después hay una segunda etapa de otros cuatro años. La idea es que después mi trabajo lo pueda continuar otro, yo sólo soy un eslabón de la cadena.
¿Cuáles serían sus principales objetivos?
El primer gran objetivo es poder estar en un Mundial, que sería un logro muy importante. Ése es un objetivo concreto. Después, el segundo objetivo es ser protagonista en una Copa del Mundo más allá del resultado; esto tiene que ver con el ser del equipo, la actitud y creer que el sueño no se acaba en jugar un Mundial. Lo mismo con ir a los Juegos Olímpicos. Y dentro de eso hay un camino, que es ser mejor que el día anterior. Yo hablaba de tres pilares, pero también hay valores. Esos son: confianza en nosotros mismos, que cada jugadora del equipo se sienta comprometida con este sueño y que lo que declaremos lo hagamos promesa. ¿Cómo? Nos vamos a dar cuenta cuando accionemos lo que declaramos. Del resultado no tenemos control, pero esas acciones que queremos realizar tienen que ver con ese compromiso. Y, por otro lado, está la convicción, que es la unión de la confianza y el compromiso.
¿Y cómo se puede llegar a eso?
Hay equipos que están consolidados en el Mundial y Chile tiene que empezar a ser muy difícil de vencer para esas potencias. Contra los que están un poquito más arriba, Chile tiene que aspirar a vencerlos y ser muy hambriento para lograrlo. Mientras que a los equipos que están parejos o son inferiores, hay que sacarles una gran diferencia. Todo esto se consigue con trabajo y entrenamiento. Yo ofrezco entrenamiento y formar juntos un gran equipo humano entre jugadoras, cuerpo técnico y dirigentes. Creo en el entrenamiento y en la humanidad. Aspiro a escalar al alma del equipo, y ahí están las personas. El entrenamiento es técnico, táctico, físico y mental, sostenido en un gran sueño, que es el ser del equipo. Y ese ser tiene que ver con que el alma del equipo esté bien. Cuando se construyen equipos donde el alma está bien, las cosas salen bien. Soy un apasionado del entrenamiento y me gusta estar en la cancha, pero soy mucho más apasionado del para qué sirve el entrenamiento.
¿Cuál es su mayor aspiración?
Mi mayor aspiración es contribuir a que Chile desarrolle su mayor potencial y cuando eso pasa, no tiene límites. De eso no se tiene control, sí tenemos el control de nuestro motor interno y la competencia máxima es con nuestros límites. Cada ser humano y cada equipo que habita el universo y tiene la posibilidad de desarrollarse con confianza, puede llegar a superar todo tipo de límites. Voy a entregar todo lo que está en mí para que el hockey chileno pueda descubrir su máximo potencial. Yo soy sólo un eslabón en una cadena de crecimiento. El sueño va más allá de que hoy conduzca el equipo de Chile. Tiene que ver con la convicción de dejar una huella para que sea continuado por otro. Tiene que haber un vínculo, pero con independencia en el trabajo.
En noviembre habrá un Mundial Sub 21 en Chile. ¿Cuál será su rol?
Yo no sólo voy a trabajar para el equipo que entreno. Mi compromiso es devolver en trabajo toda la confianza que el hockey chileno tuvo en mí. Mi función es estar al servicio del hockey chileno. Hay un Mundial Sub 21 y espero que en ese Mundial esté lleno de chiquitas antes de que juegue Chile y así también se pueda desarrollar en las categorías menores. No sólo aspiro a ser campeón, el hockey chileno ya me ha dado algo maravilloso, que es la confianza. Me gustan los proyectos de pico y la pala. Lo que más me motiva es empezar proyectos con la gente que sueña. Mi triunfo más grande es verlos crecer y que ellos levanten la copa.
Apenas se supo de su llegada, en Chile se habló de que el hockey viviría una revolución similar a la que ocurrió con Marcelo Bielsa. ¿Qué opinión tiene de él?
Como usted sabrá, Marcelo Bielsa hace muy pocos pedidos y ofrece mucho al universo. El único pedido que hace es la reserva. Lo que sí puedo decir es que es un ser humano muy importante en mi vida y, por el respeto y afecto que le tengo, necesito respetar la privacidad. Marcelo es todo oferta para el universo. Para mí es una persona que vive dando y pide muy poco a cambio. La mayor manera de respetarlo y agradecerle es mantener la reserva. Marcelo ha dejado una huella en el fútbol chileno y creo que ahí hay algo que es maravilloso. Hay entrenadores que son mucho más importantes para el equipo y para una selección, ya que son distintos por la huella que dejan y por el crecimiento que generan. Uno de esos es Marcelo.
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