Dinosaurios en La Habana
Esta semana se editó el disco que recoge el show de marzo de The Rolling Stones en Cuba, cita destinada a los libros de historia. Por Claudio Vergara, La Habana
Da lo mismo el período. Puede ser en esos shows de los 60 que culminaban con fanáticos desbocados sobre el escenario pateando micrófonos y amplificadores, o en las fastuosas y narcóticas giras por estadios de una década más tarde, o en algunos de esos conciertos en Buenos Aires que sellan su comunión con la audiencia argentina o, incluso, en la reciente escala en Santiago: cualquiera que alguna vez haya tenido en frente a The Rolling Stones sabe que es una experiencia vibrante.
Pero hay un solo recital en la bitácora de los ingleses que no posee paralelo alguno, único en el tiempo y el espacio. El pasado 25 de marzo, el conjunto llegó hasta la Ciudad Deportiva de La Habana para no sólo ofrecer un espectáculo gratuito ante cerca de un millón de personas; bajo ese hito, se transformaron en la primera gran banda en presentarse en un país que siempre miró al rock con sospecha, como si vincularse a ese invasor imperialista fuera pura simpatía por el demonio.
Por eso, el cuarteto decidió integrar el concierto a su discografía oficial, a través del álbum Havana moon, el que esta semana se editó en los más diversos formatos, desde Spotify hasta versiones de lujo que incluyen tres vinilos, libros y el espectáculo completo en Blu-ray. Aquí, los mejores pasajes de un recital que ingresará en los libros de historia.
La estampida
Aunque tanto los discos como el registro audiovisual comienzan con Jumpin' jack flash -con el sonido aún endeble, lo que se ajusta con el curso de los minutos-, la intensidad empezó mucho antes. A las dos de la tarde, seis horas antes del inicio, la multitud que se agolpaba en los precarios ingresos - un par de alambres que sostenían palos de madera- entró de modo descontrolado al recinto, corriendo como búfalos en plena migración por Africa, entre patadones, codazos y caídas en el pasto, con el objetivo de alcanzar las primeras filas y mirar las narices de Jagger y compañía.
Libres
En la misma semana de la visita de Obama, el show fue etiquetado como otra huella de la apertura de Cuba al mundo. Así lo entendió Jagger -empresario y rockero en dosis iguales- y, antes de cantar All down the line, lanzó: "Sabemos que años atrás era difícil escuchar nuestra música aquí. Pero aquí estamos. Pienso que finalmente los tiempos están cambiando. Es verdad, ¿o no?". La respuesta no fue unánime y muchos cubanos en el público, parte de un pueblo que aún sufre distintas restricciones, se animaron a decir: "Más o menos" o "¡no tanto!". En un aspecto menos político, justo antes de aquella pregunta, la banda interpreta Out of control, hit noventero que escala entre lo mejor del álbum.
Satisfechos
La lógica indica que los instantes más memorables del nuevo registro recaen en la sensibilidad de Angie, el sonido de Paint it black, el bajo voluminoso de Miss you o los contrapuntos vocales de Gimme shelter. Pero a veces la lógica resulta incluso más obvia: por lejos el momento más inolvidable lo encarna (I can't get no) Satisfaction, el mayor himno Stone y su tema más reconocido en la isla, donde miles de cubanos saltaron para llorar, cantar a todo pulmón, gritar y experimentar la inigualable sensación que sólo ofrece un show de rock.
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