El difícil "equilibrio" al que apuesta el gobierno de Tsipras

El gobierno griego que lidera Alexis Tsipras ya cumplió esta semana 100 días en el poder, y el primer ministro sigue jugando al rol del equilibrista, intentado contener las exigencias de Bruselas para que siga entregándole recursos, por un lado, y para aplacar las demandas de su propio partido, Syriza, que le exigen cumplir el programa contra la políticas de austeridad, por el otro.

La próxima fecha en el horizonte es el 11 de mayo, donde el Ejecutivo griego necesita llegar a una acuerdo con la llamada troika -Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional- antes de la próxima reunión del Eurogrupo, para que se pueda desbloquear el último tramo del rescate, 7.200 millones de euros que aliviarán, al menos temporalmente, las reducidas arcas fiscales. Eso, especialmente cuando pronto debe abonarle al FMI 1.000 millones de euros como parte de su deuda y debe pagar salarios y pensiones, un conjunto de compromisos que para mayo suman 4.000 millones de euros.

Precisamente con tal de no exasperar a sus socios del Eurogrupo y mantenerse arriba en la cuerda floja , Tsipras sacó el lunes como coordinador del equipo negociador al ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, que ya estaba generando demasiados anticuerpos, y nombró en su reemplazo al número dos de la Cancillería griega y catedrático de Economía, Efclidis Tsakalotos.

En caso de que un eventual acuerdo con los socios de la zona euro lo obligue a incumplir parte de las promesas con las que ganó el 25 de enero, Tsipras apuntó directamente a la posibilidad de llevar a cabo un referéndum y en ningún caso a unas elecciones anticipadas. El primer ministro hizo esa apuesta en una entrevista televisiva con un ojo puesto en los sondeos: el 72,9% de los griegos quiere mantener al país en el euro y el 71,9% es partidario de que se llegue a un acuerdo con las instituciones europeas, según una encuesta del instituto Kappa Research.

Sin embargo, el gobierno griego sigue moviéndose en el límite y el miércoles presentó a sus acreedores una serie de medidas que aunque no son plenamente satisfactorias, agradan a Bruselas. En una reunión con los expertos técnicos del Eurogrupo, la parte griega propuso una serie de reformas tendientes a aumentar los ingresos del país.

Según el diario local Kathimerini, estas reformas podrían ingresar 1.300 millones de euros a las arcas y consideran, entre otras cosas, aumentar los impuestos a los más ricos, subir las tasas a los productos de lujo, ingresos por las ventas de licencias  de televisión, lograr un cobro más eficaz del IVA o una lucha más certera contra el contrabando.

Se trata de una propuesta muy en la línea de la amnistía fiscal que está en preparación para todos los griegos que tengan depósitos ocultos en el extranjero y estén dispuestos a declararlos. La iniciativa, anunciada esta semana por Varoufakis, busca que quienes se acojan a esta medida paguen un impuesto de entre 15% y el 20% sobre los fondos que declaren, pero quedarán eximidos de sanciones y multas. Por el contrario, quienes no se acojan voluntariamente a la medida y sean descubiertos, se le aplicará una multa y, además, un impuesto que alcanza al 46%.

Pero en la propuesta del miércoles no se contemplaría nada sobre temas más espinosos como la liberalización del mercado de trabajo, las alzas del IVA o las jubilaciones, al que le gustaría echar mano el FMI y al que la izquierda griega se niega a tocar. Pero el gobierno podría estar dispuesto a ir más allá de su programa y aceptar privatizaciones, como la del puerto del Pireo.

Grecia, que no ha vuelto a recibir un euro de sus acreedores desde el tercer trimestre del año pasado, cuando todavía estaba el gobierno de coalición derecha-socialista, espera desesperadamente que le otorguen esos 7.200 millones  de euros prometidos por la UE.  En esta espera, según la agencia France Presse, ha pedido colaboración a las colectividades locales para conseguir fondos.