El factor Lavín en la recta final de las primarias oficialistas

El aterrizaje del dos veces candidato presidencial en el comando de Longueira remeció el tablero en la Alianza y particularmente en el gremialismo, donde se instaló la idea de que lo que está en juego el 30 de junio es mucho más que la opción de enfrentar a Michelle Bachelet en noviembre




48 HORAS después de dejar el gabinete para tomar el control del comando de Pablo Longueira, Joaquín Lavín sostuvo una reunión con la plana mayor de la UDI en la casa de uno de sus dirigentes históricos. Ese sábado 8 de junio llegaron a la cita ex presidentes y personeros históricos del partido. Paradojalmente, eran casi los mismos que 40 días antes habían definido la salida de Laurence Golborne y la irrupción de Longueira en la carrera presidencial. Y al igual que en aquella ocasión, el contenido de la cita no dejó indiferente a nadie.

Según revelan asistentes al encuentro, ahí se ratificaron las tres misiones principales que tendría Lavín en su nuevo rol: 1) Conseguir un respaldo público y explícito de Golborne a Longueira; 2) Asociar la imagen del presidenciable a la figura de Sebastián Piñera; y 3) Instalar al ex ministro de Economía como el candidato de la centroderecha social. Pero también hubo espacio para un análisis más descarnado de la situación que enfrentaba la colectividad con miras a las primarias del 30 de junio. De acuerdo con estas mismas versiones, hubo consenso en que lo que estaba en juego era mucho más que el enfrentamiento con Andrés Allamand y la posibilidad de enfrentar a Michelle Bachelet en noviembre. Una derrota, se comentó, constituía el fin de la hegemonía gremialista en el bloque oficialista y un duro golpe para la carrera política de Longueira.

Desde esos parámetros se concretó el debut de Lavín en el comando. Su inclusión siempre estuvo considerada para el día siguiente de las primarias, cuando tomaría la posta que le dejaría Francisco de La Maza, quien debía regresar a la Municipalidad de Las Condes. La salida del gabinete de Luciano Cruz-Coke para apoyar a Allamand, sin embargo, adelantó los plazos. En la lógica de evitar una diáspora "por goteo" de ministros, revelan en Palacio, Piñera accedió a la petición de la UDI de conseguir el concurso de Lavín y le dio vía libre a su salida, tras dos conversaciones que sostuvieron la tarde del 6 de junio en La Moneda.

Según señalan en el comando longueirista, Lavín venía monitoreando el ritmo de la campaña desde comienzos de mayo. Sostuvo contactos permanentes con De la Maza -quien fuera su jefe de campaña en la presidencial 1999- y más esporádicos con el candidato, a quien lo une una amistad de décadas. En esos y otros diálogos configuró un diagnóstico donde identificó que el principal problema de la campaña eran los meses de ventaja que llevaba Allamand en el despliegue territorial. Así, lo primero que buscó configurar fue un diseño comunicacional, restringiendo al máximo las salidas a regiones, y marcando puntos de prensa todos los días desde la capital.

El principal desafío, señalan miembros del comando, era hacer más efectivo el discurso del candidato. "Su hábitat natural es la asamblea, las cuñas le cuestan más. Pablo es el que da vuelta un consejo general en 45 minutos, pero le cuesta más plasmar conceptos", dice un alto personero de la campaña gremialista. En esa línea, junto a De la Maza iniciaron sesiones de coaching para conseguir que el candidato diera mayor eficiencia a sus apariciones públicas. Por ejemplo, se trabajó en acortar sus argumentaciones, definir mensajes específicos para cada intervención y reiterar ideas que reforzaran su principal eje de campaña: la representación de una centroderecha popular heredera de la que buscó instalar Lavín en sus dos candidaturas presidenciales.

En el gremialismo aseguran que en el primer debate del 13 de junio el trabajo comunicacional no alcanzó a vislumbrarse. Pero sí hubo una evaluación positiva del cometido de Longueira en el foro del jueves pasado, donde Lavín lo asesoró desde el camarín dispuesto por TVN, y el ex ministro de Economía acuñó varias frases que repitió durante toda la noche, como por ejemplo, la referente a que su decisión de trabajar en política estaba vinculada a la defensa de los más pobres.

LOS TRES DESAFIOS DE LAVIN

La primera misión política en la que se embarcó Lavín fue conseguir el apoyo de Golborne. El ex ministro de OO.PP. había conversado sobre el punto con Longueira el miércoles 1 de mayo, en una reunión en la que estuvieron presentes sus respectivas esposas. Según revelan fuentes oficialistas, pese a que las heridas por la abrupta bajada de Golborne aún estaban abiertas, esa tarde se acordó un gesto a favor del ex titular de Economía.

Con el correr de los días, sin embargo, nadie se hizo cargo de cristalizar el compromiso. Las gestiones las reactivó Lavín, quien concretó la cita tras dos conversaciones con Golborne. En el comando revelan que el objetivo era facilitar el traspaso del apoyo que el ex presidenciable tenía en sectores socioeconómicos bajos, a los cuales Longueira no ha podido penetrar con éxito en la actual campaña.

En paralelo, Lavín activó los otros puntos de su plan. Primero, identificó al candidato como el primer piñerista del gobierno. En el comando aseguran que la medida tiene un fundamento estadístico: en los últimos meses el gobierno llegó al 40% de aprobación ciudadana, copando el piso histórico del sector y construyendo una plataforma trascendental en unos comicios marcados por la incertidumbre del voto voluntario.

El eje central de la misión de Lavín, sin embargo, fue instalar el concepto de centroderecha social, contraponiéndolo a la búsqueda del centro político que ha pregonado Allamand. En el equipo de Longueira acusan que el ex titular de Defensa ha usado la estrategia del "abrazo del oso", al buscar homologar las trayectorias e intereses de ambos. En esa línea, la estrategia comunicacional del comando gremialista ha sido encasillar a la carta RN como un representante típico de la derecha tradicional, que pone énfasis en temáticas políticas por sobre los problemas sociales.

Pese a ello, desde un principio se definió que la tarea de marcar diferencias no la llevara el candidato, en el entendido de que uno de sus flancos débiles son las altas tasas de rechazo que tiene en los sondeos de opinión, misma razón que explica que tampoco salga a confrontar con fuerza a Bachelet, como sí lo hace Allamand. Por eso, fue el propio Lavín quien se encargó de marcar los énfasis más confrontacionales el domingo en Tolerancia Cero. Esa noche, en un debate con Luciano Cruz-Coke, adjudicó a la UDI y particularmente a Longueira el predominio de la preocupación social en la centroderecha, y buscó "ablandar" la figura de Longueira, definiéndolo como un candidato que busca acuerdos en contraposición a Allamand.

Esa misma línea se había reforzado en el primer debate de los presidenciables. Ese día, Longueira evitó cualquier confrontación, al igual que Allamand. En la Alianza y en La Moneda aseguran que la estrategia de ambos está respaldada en estudios de opinión que han medido el alto rechazo que genera en las huestes oficialistas las peleas entre sus dirigentes políticos. Por ello, en la antesala del debate del jueves 20 se auguraba un escenario similar. En el comando de Longueira eran conscientes de que en un contexto incierto, donde sólo se sabe que el resultado de la primaria oficialista será muy estrecho, asumir ciertos riesgos podía generar réditos, pero también asumían que cualquier error podía sentenciar la contienda a favor de Allamand. Con esos márgenes, ambos contendores sólo marcaron grandes diferencias a la hora de trazar sus trayectorias: Longueira enfatizó su inquietud permanente por ampliar la derecha al mundo social, mientras que la carta RN subrayó su aporte a la construcción de grandes acuerdos políticos. Las otras controversias fueron puntuales. En el comando allamancista marcaron como un punto alto de la jornada cuando el candidato resaltó que él sí creía que era posible vencer a Bachelet, en referencia a una declaración de Lavín en la que señalaba que vencer a la ex presidenta podía considerarse una sorpresa. Desde el lado de Longueira, en tanto, aseguraron que el principal error de su contendor fue no fijar postura sobre el cambio de nombre de la Avenida 11 de Septiembre. Una pregunta que, aseguran en el oficialismo, permitió reforzar el interés del ex titular de Economía por reforzar su vínculo con el voto duro de derecha, que según estiman altos personeros oficialistas, puede tener una mayor inclinación a votar en las primarias en la medida que siente amenazadas premisas políticas y valóricas puestas en tela de juicio durante la actual campaña.

Con todo, en el oficialismo hay consenso de que Lavín ha logrado "ordenar" la campaña gremialista. No son pocos los que asemejan su rol al que cumple Marcela Cubillos en el comando de Allamand, en la medida que ambos logran imponer su ascendiente sobre el candidato y ayudan a fijar los principales lineamientos políticos de cada campaña.

LA ARENGA A LOS DIPUTADOS

Este martes, Lavín y Longueira almorzaron con la mayor parte de los 39 diputados de la UDI en Valparaíso. La cita fue solicitada por los parlamentarios, quienes acusaban cierta desafección de la campaña. La sensación se arrastraba desde comienzos de mayo, cuando en otro almuerzo, Francisco de La Maza planteó que quienes no consiguieran pisos mínimos de votación para Longueira en sus distritos verían amenazadas sus repostulaciones.

En su discurso, que se extendió por 25 minutos, Lavín enfatizó el rol de los diputados en la campaña, y subrayó que en una elección con voto voluntario los líderes locales son cruciales para motivar a la gente. También les recalcó que, a diferencia de otras elecciones, el trabajo en terreno de ellos no terminaba el jueves previo a los comicios -cuando generalmente se cierran las actividades de campaña- sino que seguía hasta el mismo domingo, pues cada uno debía preocuparse de tener un equipo de personas que, teléfono en mano, llamaran a adherentes para instarlos a votar. La técnica, sostuvo Lavín, era muy similar a la que fue usada por Barack Obama, donde una persona se encargaba de llamar a 50 simpatizantes, a quienes les preguntaba si ya habían ido a votar.

Tras Lavín, habló Longueira. Centró su alocución en agradecer a los diputados por bajar la presión para que el Tribunal Constitucional impugnara la ley que habilita la transmisión de una franja electoral en los días previos a las primarias. El tema se había convertido en un duro flanco para la candidatura de Longueira. En la UDI una mayoría se había alineado con la idea de rechazar la iniciativa, pues representaba un cambio en las reglas del juego y dejaba en un complicado pie al comando, ya que -a raíz de su tardía incorporación a la contienda- corría contra el tiempo para armar el material audiovisual. En el comando, en tanto, las posiciones eran encontradas. El candidato, señalan en su equipo, se inclinaba por aprobar la franja, porque creía que, al haber tenido menos tiempo para hacer campaña, podía ser una buena plataforma para transmitir su mensaje. Lavín, en tanto, había manifestado dudas, principalmente, porque suponía un problema adicional para una campaña donde se compite contra el tiempo.

Lavín tiene siete elecciones en el cuerpo. Los triunfos más resonantes los obtuvo para acceder a las alcaldías de Las Condes y Santiago, mientras que sufrió duras derrotas en la presidencial 2005 -donde el propio Piñera le arrebató la opción de pasar a segunda vuelta- y en la senatorial 2009 de la V Región Costa frente a Francisco Chahuán. La elección que todos recuerdan en el comando, sin embargo, es la presidencial de 1999, donde forzó una segunda vuelta con Ricardo Lagos. La premura con que se armó la campaña de Longueira motivó al gremialismo a convocar a los mismos personeros que levantaron la opción de Lavín hace 14 años: Francisco De la Maza, Cristián Leay, y el diputado Javier Hernández como jefe territorial. Lavín, sin embargo, se ha encargado de subrayar que es imposible aplicar las lecciones aprendidas en esa y otras elecciones, porque el escenario de inscripción automática y voto voluntario obliga a crear nuevas estrategias para convocar al votante.

EL MONITOREO DE RN

El aterrizaje de Lavín en la campaña ha sido monitoreado con atención desde el equipo de campaña de Allamand. Desde un principio, se definió un esquema en que el jefe político, Nicolás Monckeberg, y el jefe territorial, Francisco Chahuán, tendrían como misión contrarrestar las apariciones públicas del ex edil.

La estrategia se ha puesto a prueba en dos ocasiones. El lunes, tras la aparición de Lavín en Tolerancia Cero, Monckeberg y el candidato a senador por Santiago Oriente, Manuel José Ossandón, dieron duras vocerías para responder la premisa de que Longueira representaba a la centroderecha social. "Lavín y Longueira representan a la derecha colonial", dijo el ex alcalde de Puente Alto. El martes, en tanto, fue Chahuán quien se sumó a la ofensiva contra Lavín, luego que este señalara que vencer a Bachelet representaba una sorpresa. "Suele equivocarse en pronósticos electorales", sentenció el senador, aludiendo implícitamente a la disputa senatorial entre ambos.

Personeros del comando de Allamand admiten que el aterrizaje de Lavín supuso un nuevo desafío en términos comunicacionales, pero creen que tras la polémica del martes, se produjo un punto de inflexión, pues sienten que el derrotismo que evidenció la intervención del ex edil puede inclinar la balanza a favor de la carta RN el próximo domingo 30.

En el equipo de campaña de la carta RN desestiman el impacto que pueda tener el discurso de una centroderecha popular en el electorado del sector. "Con ese mismo eslogan perdió en las presidenciales y en la senatorial", recuerdan en privado. El comentario ha llegado a oídos del ex edil de Santiago, quien sin embargo ha señalado en privado un análisis absolutamente distinto: cree que en un proceso inédito de primarias para el sector cruzado por el voto voluntario, la diferenciación con el compañero de lista es fundamental. Y en esa lógica, ha dicho, la contraposición entre la derecha social y la derecha tradicional puede marcar la diferencia en la estrecha contienda del sector.

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