Mateo Garralda: "El profesional no es sólo el que cobra, sino el que actúa como tal"
El técnico navarro repasa luces y sombras del equipo chileno en el Mundial y reflexiona sobre el futuro. La estructura chilena en sí y el compromiso del jugador, sus principales reclamos.
Son las siete de la tarde en Pamplona, Navarra, España, y Mateo Garralda (47 años) está de visita. Ha llegado aprovechando que estaba cerca. Hace un día terminó su participación como head coach de Chile, en el Mundial de balonmano de Francia, por lo que decidió ir a saludar a la familia. Desde la casa de su hermana atiende al teléfono para analizar el desempeño chileno, establecer parámetros y soñar con lo que podría venir.
¿Ya tiene ofertas para irse?
Sí, pero indirectamente. Nada serio. Pero yo lo he dicho: hasta diciembre, cuando me toque la renovación de contrato, voy a estar en Santiago. A no ser que me echen. Yo quiero seguir, seguro, y cumplir un ciclo olímpico con Chile.
¿Se cumplió en el Mundial?
Meses antes de comenzar había dos objetivos claros: uno, clasificarnos a octavos. Sabíamos que era complicado, casi imposible. Pero tuvimos una pequeña oportunidad y debimos aprovecharla. No lo conseguimos y allí apareció mejorar cualquier clasificación anterior. Eso lo hemos cumplido con creces, ganando tres partidos, algo que nunca se había hecho.
¿Vio alcanzables los octavos?
Sí, claro. Estuvimos muy cerca. Y hubo un momento de decepción grande. Pero el balance es bueno.
Esa derrota contra la accesible Arabia Saudita...
No, no. Ése es un análisis totalmente equivocado. Arabia Saudita no era un partido accesible. Perdió por siete contra Croacia y nosotros por más de 15; contra Alemania por 14 y nosotros por 21... O sea, que no. Teníamos posibilidades, pero era muy difícil.
Pero ustedes ganaron a Bielorrusia por cuatro y Arabia perdió.
Ganar a Bielorrusia fue una sorpresa. Arabia Saudita era igual o más difícil, porque estaba la presión.
Y después Chile ya sí fue otro.
Después del varapalo mental de no haberles ganado y esperar a que Hungría le ganara a Bielorrusia, el equipo tuvo que superar un día muy duro frente a Bahréin. Y después, con Japón, se soltó del todo.
¿Cuánto mejoró Chile con usted?
No puedo comparar a este Chile con el de hace dos años, porque yo no estaba en los entrenamientos ni sé lo que se pretendía. Quiero ser sumamente respetuoso con Capurro. Sí he intentado buscar la mejora en cada minuto.
¿Y cuál fue esa mejora?
El compromiso, que ha sido constante y progresivo. Sé que también tenemos un margen de mejora y se dará cuando los jugadores se comprometan a buscar una liga de mucha mayor calidad y compromiso, de cara a hacer mucho mejores sus entrenamientos. Si ellos se comprometen a ser mejores cada día, la selección nacional se verá beneficiada.
¿Está apelando a la profesionalización de cada seleccionado?
Sí, exactamente. Pero en el deporte no sólo el profesional es el que cobra, si no el que actúa como tal. Que sabe qué comer, cómo entrenarse… No hablo sólo de profesionalización, sino de tener ambición como jugador, que es lo que yo he tenido siempre. Hay que buscar todos los recursos para ser mejor, no sólo cumplir con lo que dice el entrenador o el preparador físico. Se debe ir mas allá.
¿El chileno carece de ambición?
Es que yo no estoy en el camerino viendo la actitud de los jugadores. Sí creo que ha habido una progresión, durante este año, con el compromiso de cada uno y con sus compañeros. Eso sí lo he visto. Pero aún así debemos continuar mejorando esa actitud, yo también, para llegar mucho más cerca de Argentina y Brasil.
¿Dónde queda ahora Chile en el escalafón mundial?
Rozando el segundo orden. No somos ni Alemania, ni Dinamarca o España, pero tampoco Angola o no sé. Estamos en el límite de equipos como Bielorrusia, que aún están por encima nuestro, pero ya sin una diferencia grande.
¿Tan optimista?
Estamos empezando el camino para en los próximos Mundiales, si la progresión sigue ese ritmo, estar en los octavos de final. Estamos comenzando a ser sólidos, pero no podemos quedarnos aquí.
¿Piensa en renovar el plantel?
Sí. Estoy trabajando con los juniors desde que llegué. Hay cinco que están entrenando muy fuerte, aunque el resto no puede por sus estudios. En el próximo Panamericano, tres cuartas partes del equipo serán esos juveniles. Ya les dimos a todos los entrenadores el material para que fueran entrenando, y eso es para todas las categorías. Pero como están dadas las estructuras en el balonmano y en todo el deporte en Chile, no puedo llegar a ciertas categorías porque no tengo injerencia en ellas.
¿Y en España sí se puede?
Claro. En España, la Federación tiene injerencia en todo. En Chile, esa injerencia es escasa. Menos en los infantiles, ahí no tiene nada. En Chile tenemos un proyecto, pero es totalmente inútil porque no podemos ir a los colegios a decirle a los entrenadores: 'usted trabaje de esta forma'. Aquí eso es imposible.
¿Cómo se mantendrá esta mejora con el tiempo entonces?
Debe haber un mayor compromiso de parte de los entrenadores, porque el chaval sí quiere jugar al balonmano. Así de claro, porque entrenar una o dos veces por semana es totalmente ridículo, ese volumen es ridículo.
¿Chile tiene suerte de los jugadores que tiene?
La tiene.
¿Tiene listo el calendario de la selección?
Todo está en el aire, porque le preguntamos al presidente y no nos lo ha dejado claro. Lo que sí está casi es que dentro de un año estaremos de gira en Europa.
Contra Arabia Saudita, Emil Feutchmann perdió más de 20 minutos de juego por no tener una camiseta de recambio. La suya tenía sangre. ¿Tan escasos son los recursos?
Eso no lo puedo responder. Lo que sí puedo decir es que al presidente, en los distintos torneos oficiales, le hemos comunicado que debemos tener mínimo dos camisetas por cualquier cosa que pueda pasar. Nosotros cumplimos con nuestra labor, que es decir lo que necesitamos. Por desgracia pasó con Emil, pero ya está. Son cosas que se dan por supuestas. Pero es que no fue sólo de este campeonato. En los Panamericanos a Harald Feuchtmann ya le sucedió. Hay un momento en que el trabajo del entrenador termina. Explicamos lo que necesitamos, pero si no se consigue no podemos hacer más.
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