Felipe Berríos: "Los jesuitas nunca hemos dejado a la clase alta. La clase alta nos abandonó"

Capellán de un Techo para Chile, que parte a Africa en 2010, asegura que "si yo me fuera porque me echan, me darían ganas de quedarme".<br />




Felipe Berríos (52) dice que no entiende tanto alboroto. Se muestra incómodo y asegura que le da pudor dar entrevistas. "Pongamos las cosas en su lugar, fíjate que yo soy un sacerdote que ha decidido que en 2010 me voy al Africa. O sea, no es pa' tanto", comenta. El impulsor de Un Techo para Chile está sentado en su oficina, una mediagua atiborrada de cruces, libros, papeles, fotografías, peluches y cuanto cachureo imaginable, y comienza a explicar por qué, una vez que el proyecto que lidera termine la meta de erradicar los campamentos, partirá como misionero a Burundi, en el mismo continente donde él trabajó en los 80, "donde en realidad están los más pobres del planeta".

Afirma que es la última vez que hablará del tema, que se va feliz, que no hay nada extraño en su misión, y que está aburrido de lo que la gente habla. Y dice reírse de los rumores, de que le digan que se va para ver el Mundial de Sudáfrica y hasta de que le vayan a inventar un hijo. Su explicación: "Estuve tres años en Tanzania y siempre me quedó un link. Siempre pensé y comenté que quería, cuando fuera más viejo, irme a servir a una localidad más pobre. Ese ideal mío se fue poniendo cada vez más difícil, porque pensaba dónde podía ir acá en Chile, porque soy bastante conocido mediáticamente. No me iba a ser fácil. Había recorrido toda Latinoamérica, entonces ahí empecé a darle vueltas a esta posibilidad que era volver a Africa, donde estaban mis raíces", cuenta.

¿Quiere decir que la decisión estaba tomada hace tiempo?
Sí, le fui dando vueltas. Por un lado, se juntó esto que yo veía, que ya "el Techo" estaba bastante maduro, tenía fuerza, estaba armado institucionalmente. Estábamos prontos a terminar la meta. Veíamos que era necesario no identificar "el Techo" conmigo, sino con lo que significaba, que era el servicio a los más pobres, y veía también que para ir a Africa necesitas tener cierta edad.

¿Y cuándo materializó su decisión? ¿Cuándo hizo las gestiones?
El mismo día que escribí la carta. Fue una intuición. Yo me levanto, en la mañana, una amiga me llama por teléfono para felicitarme porque ese día yo cumplía 20 años (el 10 de marzo pasado) de sacerdote. Yo no tenía idea. En realidad, me fijé y sí, cumplía 20 años de haber sido ordenado. Me puse a pensar en lo que había sido mi vida como sacerdote, y dije bueno, son 20 años de cura, he sido feliz, de repente es hora de dar el paso. Y me levanté y le escribí al general de la Compañía. La única cosa que los jesuitas podemos pedir es que se nos mande a misiones.

¿En qué fecha partirá?
No la tengo todavía. Primero tenemos que terminar con los campamentos en Chile. Y cuando la tenga, al último que se la voy a decir es a la prensa. Porque quiero irme piolita. Va a ser dentro de 2010, pero está sujeto a los campamentos.

¿Cuál será su misión?
Me llegó una carta precisando que era un trabajo con los refugiados, un servicio de refugiados de los jesuitas que nos ha pedido las Naciones Unidas (...). Va a estar ligado a la enseñanza. Pero más detalle, no sé. Creo que cuando esté cercano a irme, un mes antes, le escribiré al jesuita que está a cargo allá y le diré 'estoy listo. Dime qué hacer'.

¿Cómo reaccionó su familia?
Mi mamá me ha pedido lo que toda mamá: ella tiene su edad y me ha dicho que por qué no esperaba que ella se muriera...

¿Qué le dijo usted?
Yo le dije que tenía de aquí al 2010. Un chiste medio cruel, ja ja... Yo creo que siempre partir tiene sus cosas. Pero la mejor manera de responderle como hijo es ser un sacerdote jugado.

El miércoles, en una actividad de Metro, usted dijo que el tiempo dirá las verdaderas razones de su partida. ¿Por qué dijo eso entonces?
Es que la gente es tan increíble, que decían que yo me iba a Africa porque el próximo año es el Mundial (de fútbol). La gente es tan increíble para buscarle la quinta pata al gato. Si me pongo a responder... No me interesa dar explicaciones.

FARÁNDULA Y ELITE
Berríos no para de recibir y mandar mensajes desde su Blackberry. Es un cura ocupado, que se mueve, principalmente, entre las mediaguas y las viviendas definitivas de su proyecto, pero que reconoce su cercanía con la elite, la política, los famosos y los medios. "Yo seguiría estando expuesto si es necesario. Yo no me expongo por nada, me expongo porque me interesa plantear ciertos temas, de la justicia, de la pobreza, de los campamentos. A mí no me interesa hacer carrera en los medios, pero obviamente que los voy a utilizar para el fin que ando buscando. Pero no me voy porque estoy cansado, aburrido o hastiado".

Pero Ud. hizo hincapié en que buscó un lugar donde no fuera muy conocido. ¿No hay una intención de poner distancia?
Si yo me voy al Altiplano, van a ir allá a verme. Pero no es que me esté escondiendo, de ninguna manera. Si estando en Africa es necesario hacer algo, se hará... Siempre se ha hablado del poder y que los jesuitas hemos perdido el poder, pero el poder no está en cuántos amigos empresarios con dinero uno tenga o cuán cerca uno está del poder político, sino que el verdadero poder está en la libertad de poder decir lo que uno piensa y siente según el Evangelio, y la libertad de poder decir 'allá están los más necesitados, allá me voy'.

Ud. se ha visto envuelto en muchas polémicas...
Y voy a seguir, tengo un año para seguir todavía. Si es que hay alguna cosa que decir y que produzca polémica, la voy a decir.

¿Tampoco está escapando del estigma del cura rebelde?
Para nada, porque yo sigo a Jesucristo y a él lo mataron por lo mismo, lo consideraron rebelde. Ahora yo creo que no tiene nada que ver con eso. Mira, la verdad es que en Chile soy conocido, tengo llegada en los medios, tengo gente que me quiere, estoy haciendo un trabajo lindo, estoy feliz en lo que estoy haciendo. O sea, no tengo ningún argumento, como no tuve ningún argumento para dejar a mi polola y meterme a la Compañía. Era una intuición, lo que me apasionaba y eso seguí.

¿Cómo evalúa usted el trabajo de los jesuitas con la elite? ¿Se ha perdido su influencia en la educación de los grupos de poder?
Los jesuitas nunca hemos dejado a la clase alta en Chile. Es la clase alta la que nos abandonó. Habría que preguntarle a ellos por qué cuando hicimos en nuestros colegios matrículas diferenciadas, que podían entrar los grupos más diversos, por qué muchos papás retiraron a sus hijos de sus colegios. No hemos sido los que les dijimos que se fueran.

¿Ha sido Un Techo para Chile un intento de acercar a esa elite con los temas de justicia social?
No ha sido la motivación, pero ciertamente ha servido de puente. Los chiquillos se han podido acercar a la pobreza sin miedo, sin sentirse acomplejados por lo que tienen. Se han dado cuenta del privilegio de tener más y han dejado de hablar de "este país" para hablar de "mi país".

DESCONEXIÓN POR DOS AÑOS
Entonces Felipe Berríos se va sin que lo echen. ¿Volverá sin que lo llamen?
Si yo me fuera porque me echan, me darían ganas de quedarme. Si me dicen que es para silenciarme, me quedaría de todas maneras. Si mañana me toca volver, vuelvo feliz.

¿Volverá en dos años más?
Cuando estuve en Africa, se puso la condición de dos años, en primer lugar, porque iba mucho cura que en el fondo tú veías que se iban para allá porque no encontraban qué hacer con ellos en su país (...) De repente no sirvo y me mandan de vuelta. Ahí se verá. En dos años pueden pasar muchas cosas.

¿Y seguirá escribiendo?
Mi ideal es meterme de frentón a Africa e irme con la mentalidad de que me fuera a morir allá. Así que quizás, lo primero que haga, sea desconectar el internet.

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