Fernando Trueba: "Estoy orgulloso de cómo he retratado Santiago"
El director español sueña con traer El baile de la victoria rápidamente a Chile para un gran premiere en el Teatro Municipal. Trueba elogia en esta entrevista el oficio de los actores chilenos y la emoción del filme chileno La nana.
Desde que Antonio Skármeta le manifestó su interés por tenerlo a cargo de la adaptación fílmica de su novela hasta que los últimos detalles de la posproducción quedaron resueltos, recién el mes pasado, Fernando Trueba (1955) calcula que han pasado al menos unos seis años. El baile de la victoria, la película, ya está, pero verla de principio a fin aún es privilegio de los cercanos: "A mí me tiene muy contento, me gustó mucho ver cuánto le emocionó a Antonio", cuenta el cineasta. "No me preguntes por la fecha de estreno, porque eso depende de Alejandro Amenábar".
¿Cómo?
Amenábar está por estrenar Agora, una megaproducción que le costó 50 millones de euros; una apuesta no muy indie que digamos, y no queremos toparnos. Debiese ser en septiembre y mi mayor ilusión es llevar rápidamente a Chile y estrenarla en el Teatro Municipal, porque el Municipal es un personaje en la película.
Filmada en Chile durante la primavera del 2008, El baile de la victoria incorpora no sólo espacios del centro de Santiago, sino también a varios actores chilenos, como Julio Jung, Luis Dubó, Mariana Loyola y Catalina Saavedra. Los protagonistas son los argentinos Ricardo Darín (El hijo de la novia) y Abel Ayala, la catalana Ariadna Gil (El laberinto del fauno) y la debutante local Miranda Bodenhofer. La trama relata las vicisitudes de dos ladrones, salidos de la cárcel a principios de los 90, que buscan dar un gran golpe y conocen a una joven bailarina.
Trueba comparte con Truffaut un respeto a los actores y así como es raro que hable mal de ellos, tampoco es extraño que los mime con pasión. A Miranda Bodenhofer le llegó a regalar un Ipod cargado con miles de canciones como agradecimiento al finalizar el rodaje. Y de Ricardo Darín dijo tajantemente a la prensa española: "No hace un plano mal ni aunque se lo pidas".
Las calles de Santiago, con su grisura y su vida puertas adentro, fueron especialmente atractivas para Trueba. "Me tentaron mucho para rodarla en Buenos Aires, pero opté por Santiago y creo que fue una buena decisión. Estoy orgulloso de cómo he retratado la ciudad, creo que ha quedado muy interesante visualmente. Ésta es sobre todo una película romántica, pero con elementos de comedia y de cine negro. Es film-noir y es western, es realista y muy romántica. Latinoamericana, en definitiva".
Skármeta dice que es mejor que los directores sean autónomos.
Es lo lógico. ¿De qué te sirve estar encima de un director durante el rodaje? No vas a conseguir nada; en ese caso, mejor dirígela tú. Antonio es una persona que entiende bien: él mismo ha dirigido y escrito guiones.
LA CULPA DEL EXITO
La polera de Leonard Cohen que viste Fernando Trueba evidencia que padece de incurable melomanía. Llegó a Sao Paulo como invitado de honor del Festival In-Edit Brasil, especializado en cine musical, para hablar de su trabajo en esta área con tres filmes: Mientras el cuerpo aguante (1982), sobre el cantante español Chicho Sánchez Ferlosio; Calle 54 (2000), acerca de las más grandes figuras del jazz latino; y la reciente El milagro del Candeal. Esta última cinta es una revisión de la música de Salvador de Bahía, la que recorre junto a dos músicos de fuste: el pianista cubano Bebo Valdés y Carlinhos Brown. Con apariciones de Caetano Veloso, Gilberto Gil y Marisa Monte, El milagro del Candeal es un argumento irrebatible en torno a la identidad autónoma de la música de Bahía.
Estaba en El milagro de Candeal cuando le llegó la oferta de El baile de la victoria. ¿Le acomoda este salto entre ficción y documentales?
El primer sorprendido he sido yo: se supone que entré al cine para hacer ficción. Lo que me gustaba del cine cuando niño era la exaltación, la emoción, salir del cine creyendo que yo era John Wayne. De una película como Gomorra, que es casi un documental, me voy con la sensación de que me han dado un muy buen plato, pero que faltaron el postre y el café. Hay algo en este paso entre la ficción y el documental que tiene que ver con el el éxito y la culpa que siento cuando me va muy bien. Hay directores que luego de un éxito lo que quieren es tener otro, pero mi idea es que el éxito te sirve para hacer algo que no podrías hacer si no lo hubieses tenido. Calle 54 fue el modo que encontré para sacarme de encima esa culpa.
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