Gabriel Carvajal y Ramón Sauma, coleccionistas de arte chileno: "Nuestra colección relata lo que pasa hoy con el arte en Chile y Latinoamérica"

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La pareja de empresarios posee un patrimonio de más de 600 obras de arte que pretenden abrir pronto a público.




En junio de 2014, Gabriel Carvajal (62) cerró un ciclo. Luego de dedicarse por décadas al negocio de las antigüedades -a partir de su tienda en el caracol Los Pájaros de Providencia-, el arquitecto decidió rematar todos sus objetos. Ese fue el primer paso para echar a andar un proyecto mayor donde no está solo: lo acompaña Ramón Sauma (63), empresario inmobiliario, y con quien comparte, además de su vida hace ya 35 años, la pasión por el arte contemporáneo.

Partieron hace ya unos años, combinando en su departamento de Av. Kennedy, muebles y objetos del siglo XIX con obras de artistas contemporáneos chilenos, las que con el tiempo fueron adquiriendo más protagonismo. Juntos, además, empezaron a asistir a ferias, a compartir con artistas y a sumergirse cada vez con mayor compromiso en la escena del arte local.

Hace más de tres años adquirieron una antigua casona en el barrio Yungay con el secreto anhelo de conservar ahí su acervo y mostrarlo a público. Este año, el sueño lo hicieron oficial cuando durante la Feria Ch.ACO abrieron por primera vez a público las puertas de su colección, que ahora está albergada en un departamento en Vitacura: fue la presentación en sociedad de la Ca.Sa El Litre - dirigida por el diseñador y relacionador público Cristian Aninat-, que reúne obras de artistas de los 80, como los fotógrafos Paz Errázuriz y Julio Donoso, y la pintora Bruna Truffa, hasta artistas de mediana trayectoria y emergentes como Iván Navarro, Patrick Hamilton, Norton Maza, Amalia Valdés, Juana Gómez, Pablo Serra y José Pedro Godoy. Entre los latinoamericanos están el peruano José Luis Carranza, el argentino Xavier Bourgeois y el cubano Adonis Flores.

¿Cómo va a funcionar el acceso a la colección Ca.Sa?

G.C.: Lo de Ca.Sa El Litre en Vitacura es un ensayo de lo que puede ser en un futuro la casa de Yungay. Nació como un depósito con espacio de exhibición, por ahora, con parte de nuestras obras. En un tiempo no descartamos también hacer otras iniciativas, como facilitar el lugar a algún artista que nos interese para hacer una muestra, que podría ser también una colectiva. El proyecto está en desarrollo y estamos en un proceso consciente de aprendizaje, escuchando y rescatando opiniones constructivas y que nos hagan sacar de esta iniciativa lo mejor. De momento Ca.Sa Yungay sigue siendo un sueño, es decir, tenemos el lugar físico pero aún no hemos decidido el cuándo ni el cómo.

¿Pensaron donar su colección a una institución pública?

R.S.: No, la colección nace como una inquietud y pasión personal, por lo mismo, la idea es crear una fundación que mantenga y desarrolle la colección en el tiempo. Si eso no resulta o hay cambios en el camino, estamos abiertos a cualquier posibilidad o donación bajo previo acuerdo de exhibición y mantención de las obras. No nos cerramos a nada.

¿Qué consecuencias tiene el que abran su colección a público?

G.C.: Quizás la mas importante es el compromiso que adquieres con la comunidad y los artistas, eso genera una gran responsabilidad. Eres el custodio de un gran acervo cultural, parte del patrimonio nacional, que corresponde a una visión personal que "relata" de alguna manera lo que está pasando con el arte en Chile y Latinoamérica. Por otro lado, nos pone en una situación de actores importantes dentro del mundo artístico, debemos opinar, trabajar para que esto mejore y se profesionalice; nos interesaría ser un aporte y poder mejorar desde nuestras posibilidades el desarrollo del arte en Chile y Latinoamérica.

Este año, también en la Feria Ch.ACO, Carvajal y Sauma crearon el Premio Ca.Sa que apoya a un artista joven -elegido en la sección Planta, curada por Carolina Castro- con un aporte de US$ 3.000. El ganador fue el chileno Rolando Cisterna. Además, su casa en Yungay ya ha sido parte de intervenciones artísticas, como este año en el contexto de Espacios Revelados, encuentro que llevó arte a espacios no convencionales y que se realizó en abril.

Al ver las obras de la colección Ca.Sa salta a la vista la línea de arte desinhibido, fresco y lúdico que cultivan Carvajal y Sauma, y que se traduce en una apuesta por el arte joven y experimental de corrientes pop, erótico y geométrico actual.

¿Cómo describirían al coleccionista de arte común en Chile?

G.C.: Es bastante conservador. La mayoría de la gente con poder adquisitivo y cierto gusto por las artes se dedica o hace apuestas por lo clásico, lo seguro, lo políticamente correcto y socialmente aceptado. Hace un par de años ha aparecido una nueva camada de coleccionistas jóvenes, con ganas de romper esquemas y ampliar el mercado.

¿Qué opinan sobre el estado actual del coleccionismo en Chile?

R.S.: Es bastante incipiente, por lo mismo es débil. Queda mucho que hacer y recorrer. Sentimos que hay mucho que educar en el tema; coleccionar arte va más allá de comprar piezas clásicas y consolidadas, que tampoco está mal, pero tiene que haber una apuesta, conocimiento, apoyo y riesgo que le dan contenido, pasión y gusto a este rubro. El Estado puede intervenir de muchas maneras, una de ellas es a través de la Ley de Donaciones Culturales, que aunque necesita mejoras que están pendientes desde 2011, es un aporte. Indirectamente con la difusión de las artes visuales, creación de museos, patrocinio de muestras extranjeras, activación y mayor presupuesto para los museos tradicionales. Y de parte de los privados, lo mismo. Ahora se han desarrollado nuevas plataformas como Antenna, que se dedica a la difusión y educación de las artes, galerías jóvenes como NAC, Isabel Croxatto o Co, y medios especializados como Artishock y Tonic.

¿Es importante para ustedes el tema de la inversión a la hora de adquirir una obra?

G.C.: Entendemos los caminos y peldaños que tiene que dar una obra o artista para ser reconocido y valorado económicamente. En nuestro caso, apostamos por artistas jóvenes, y nos gustaría que hicieran ese camino de reconocimiento y valoración de la mano de nosotros; más que por el hecho de tener una pieza comercializable (cosa que nunca hacemos, ni haremos), nos gusta ver a la gente triunfar, es bueno para ellos, nos valida a nosotros al momento de haber apostado por su trabajo y activa el mercado, potenciando su imagen hacia otros países.

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