Hangares a prueba
El festival Santiago Gets Louder acaba de confirmar que se hará en los Hangares Suricato, inédita locación que despertó dudas razonables por la conectividad.
En el mundo de los conciertos y los espectáculos en vivo, se dice que no existen los malos recintos. Existen las malas producciones. Una tesis que se sostiene, por ejemplo, a partir de lo visto en lugares como la elipse del Parque O'Higgins, que pasó de un bochornoso show de Marco Antonio Solís en febrero de 2005, al pulcro montaje que desde 2011 viene exhibiendo en la misma explanada el Festival Lollapalooza.
Yendo un poco más allá, incluso en locaciones con históricas dificultades acústicas como la Estación Mapocho, ha habido excepciones notables como las de Caetano Veloso (2002) y David Byrne (2004), que alimentan la idea de que con dedicación, talento y quizás un poco más de presupuesto o creatividad es posible cambiar la suerte de una locación que, en el papel, parezca inapropiada.
Sin embargo, también hay ejemplos de lo contrario. De espacios que han sepultado marcas, como Las Vizcachas con Maquinaria en 2012, y otros que nunca han dado muestras de real adaptabilidad para este rubro como el Club Hípico con esos peligrosos antecedentes de desborde de público como los vistos en Orishas (2008) y Jonas Bothers (2009).
Mike Patton, vocalista de Faith No More.
En la última e impredecible apuesta de la producción local por encontrar un nuevo lugar, el festival Santiago Gets Louder acaba de confirmar que se hará en los Hangares Suricato, que es el último nombre de fantasía para hablar de un tramo de la explanada donde se ubicaba el antiguo aeropuerto de Cerrillos. Un lugar que hace algunos meses "descubrieron" los responsables de una fiesta privada encargada por una marca de cerveza y que terminó por convencer a la productora Lotus para montar allí un evento que entre el 28 y el 29 de septiembre contará con dos escenarios, 15 bandas (Faith No More, Deftones y System of a Down, entre ellas) y que busca congregar a 20 mil personas por día. La sola confirmación de la inédita locación despertó dudas razonables, pero no por el subjetivo criterio de la lejanía (digamos que la comunidad rockera de Maipú no debería estar muy molesta). Sino por la conectividad.
Lo concreto es que allá no llega el Metro, que se busca coordinar con Transantiago y que no ha quedado del todo claro donde se podrá estacionar o si se podrá activar todo ese espíritu verde de bicicletas y autos compartidos asociado a Lollapalooza. Un panorama que podría ser aún más complejo considerando que la segunda jornada, que incluye a la banda de Mike Patton, se hará el lunes (no pudieron otro día por agenda de este grupo en particular), un día laboral y en el que cuesta pensar que la gente de provincia, por ejemplo, pueda coordinarse para venir a Santiago y, más encima, tener que desplazarse hasta Cerrillos por muy fanáticos que sean. No hay duda que con el cartel, la promesa conceptual está cumplida de antemano: Santiago será sin duda ruidoso. La única duda es si estos improvisados Hangares Suricato serán el mejor lugar para meter bulla.
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