Ignacio Franzani: "Los ejecutivos que llegaron a TVN no apostaron por mí"
El animador debuta este martes en el sillón de Mentiras verdaderas tras la salida de Jean Philippe Cretton de La Red.
¿Dónde estuvo este último tiempo Ignacio Franzani? ¿En TVN? Sí, seguía ahí.
El periodista, que llegó a TVN en 2010, saltando del cable -Cadena Nacional, de Vía X- a la televisión abierta para, quizás, ser una estrella de la generación de recambio de animadores, llevaba cinco años en el canal estatal, haciendo programas ligados al área de la cultura.
"Una de las primeras reuniones que tuve en el canal fue con Augusto Góngora. De niño yo era fanático de El show de los libros, de Cinevideo. Y cuando nos vimos, de inmediato cachamos que éramos de los mismos. De una raza similar (ríe). Entonces, con unos copetes, después de comer, me dice: 'Después de 20 años haciendo esto, me gustaría que alguien joven siguiera con el tema de la cultura en el canal. Y yo creo que deberías ser tú'", recuerda hoy Franzani.
Y así fue. El animador de 35 años lideró proyectos en la línea cultural: el late A/Z, el magazine callejero Gran avenida y el programa de entrevistas a actores Sin maquillaje. Los que, en sus propias palabras, son sus verdaderos triunfos personales. Pero, entre que la cultura -antes de la ley del CNTV- no trae rating, y se posterga a horarios poco llamativos; Franzani, una vez la estrella joven de la televisión, fue desapareciendo y cada vez estuvo menos en la pantalla abierta. En el último tiempo seguía en TVN, pero en internet. Mirando, buscando, generando, y entendiendo cómo se ve televisión hoy en día. A través de tablets, de internet, del cable.
Franzani se convertía así, en una promesa incumplida en TVN, un ausente en la pantalla abierta. Hasta ahora, que deja el canal estatal, para sentarse en un sillón que lo puede hacer brillar otra vez, y más. El director de programación de La Red, Javier Urrutia, lo llamó para asumir el rol de conductor de uno de los programas de conversación mejor evaluados de la TV, y el que ha servido de vitrina para todos sus conductores: Mentiras verdaderas, en La Red. Cuando lo contactaron, tenía aún contrato vigente en TVN. "Me pones en aprietos", dice que fue su respuesta.
"Ningún otro proyecto me hubiese movido tanto el piso para cambiarme. Es un programa que siempre había visto con mucha simpatía como espectador. Y es un espacio difícil de conseguir", dice hoy Franzani. "Y codiciado para mí, un periodista que le gusta la entrevista en profundidad, la conversación. Y donde está desde el político hasta la modelo farandulera. Creo que después de cumplir cinco años en un lugar, es un buen momento para despercudirse, cambiar, y seguir.
¿Hubiese hecho el cambio desde el cable directamente a La Red?
Si bien llego sin susto y con humildad a este formato que me vio nacer, no me hubiese cambiado del cable a La Red. Imagina, cinco años en Vía X y además cinco años en La Red. Diez años sentado detrás de un escritorio. Eso lo puedo hacer a los 40, como en los lates gringos. Tenía que salir y descubrir otras cosas. Y en TVN sabía que podía hacer otros proyectos. Aunque en Vía X me decían: "no te van a cuidar. No conocen tu sensibilidad, lo que te gusta".
¿Y de TVN? ¿Qué le decían frente al cambio de canal?
Entendían que el formato que me ofrecían era un guante para mí. Y valoro que fueron súper respetuosos en entenderlo. Acá, no había una discusión de quién da más lucas. Era de contenidos. En realidad, me calenté con el formato y no es usual que alguien deje el canal grande y se vaya al chico (La Red). Y me gusta a esta altura de mi vida tener algún síntoma de rebeldía.
De Vía X a TVN, ¿se desaceleró su carrera en televisión?
Efectivamente en el último tiempo mi presencia estaba súper disminuida, pero estaba en las otras plataformas. Me sentí querido al momento de irme, y eso me reconforta. A pesar de que se tomaron decisiones que no me beneficiaron, como no potenciar mi carrera en ciertos momentos. Es increíble el juego de la industria. En Vía X, alguien creyó en mí y me permitió desarrollarme. Pero me cambié, y fue empezar de cero. Los que me llevaron a TVN se fueron con el cambio de Gobierno, y los ejecutivos que llegaron evidentemente no apostaron por mí. Entonces, a pesar de las ganas que uno tenga, uno se queda ahí, y hay que aperrar no más. Reconozco que en estos cinco años hubo momentos en los que no lo pasé bien.
Cómo se podría afrontar la llamada crisis de la TV ...
Creo que el giro de la televisión abierta tiene que ser en 360 grados, y estar en todas las plataformas. En el cable, en las tablets, en internet, en el smartphone. Con todos los contenidos que se puedan. Y hacer canales más pequeños. Cambiar las estructuras. Hacer canales más livianos. ¿En qué momento la televisión abierta del prime se envasó, si su gran valor es el en vivo?
¿Y La Red? ¿Lo está haciendo?
Todavía le doy vueltas al slogan: Na'que ver. Es divertido. Porque es osado. Es contraprogramación y eso me gusta. Siento que estoy volviendo al origen en hartas cosas. En Vía X contraprogramábamos desde el cable, ahora desde la TV abierta. Creo que La Red lo está haciendo. Y va por la creatividad más que por los presupuestos. Eso es la antigua televisión, la de las vacas sagradas, la de los rostros intocables, la de los grandes presupuestos y las grandes escenografías. El futuro de la TV es generar nichos. La TV abierta no puede seguir pensando que eternamente le va a hablar a las grandes masas, y que se van a juntar en familia a ver televisión.
¿Está listo para tomar el puesto de Cretton e Iglesias, sus antecesores en Mentiras verdaderas? ¿Ha revisado el trabajo de los antiguos animadores del programa?
Más que ver la pega de ellos, me he pegado unos Bielsa. Cómo funciona la estructura del programa. Cuánto duran las entrevistas, cuánto se puede ahondar. Algo más técnico. Creo que el ADN personal se lo va dando uno. Este es un programa que se trabaja con un equipo. Y si el conductor goza, todos lo pasamos bien. Nada forzado aguanta una carga de horas tan grande, y con invitados en vivo. Espero poder hacerlo bien. Supongo. Bueno, todavía no parto. De ahí te cuento.
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