El inmortal de la ovalada
El legado del francés Jean Pierre Juanchich es gigante. Es el pionero en la difusión del rugby a nivel popular y un formador respetable. Hoy lo aqueja un cáncer de páncreas, pero dice que puede irse de este mundo tranquilo. El rugby chileno no sería el mismo sin él.
Un revolucionario. Un pionero. El francés Jean Pierre Juanchich (78) cambió el rugby chileno de raíz. Lo divulgó. Lo deselitizó. Lo descentralizó. Hizo que en Chile se mirara con otros ojos.
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Juanchich nació en la localidad gala de Amélie-les-Bains, cerca de Perpignan. Hizo siempre su vida en torno al rugby.
En 1974, cuando era consejero técnico de la Federación Francesa de Rugby, Stade Français solicitó a la institución un entrenador de sus filas. Lo eligieron a él y así llegó a dirigir al club chileno. En cinco meses lo sacó campeón y retornó a Francia. Se dio cuenta del potencial que había en Chile. Un año después le pidieron venir a Los Cóndores y además, formar entrenadores. Fue en 1978 cuando se quedó definitivamente (incluso se casó con chilena y tiene hijos santiaguinos), después de cumplir un gran papel en el Sudamericano de Tucumán, una temporada antes. "Ahí perdimos un partido archiganado ante Los Pumas, con un arbitraje desastrozo. Fue un buen parámetro para evaluar el gran nivel que había", recuerda.
Estuvo a la cabeza de la selección hasta 1984.
De Arica a Puerto Montt recorrió predicando en sectores populares una actividad desconocida: el rugby. Asegura que en media hora ponía a jugar a un grupo que en su vida había visto una ovalada. Con su método simple, dividía al grupo en dos, les indicaba las reglas básicas y los ponía en acción. Sobre la marcha iba profundizando. Cuenta que, en una ocasión, un niño le dijo a otro con la inocencia que los caracteriza: "Este profesor es sumamente tonto. Agarró una pelota de fútbol y la chupó tanto que mira cómo la dejó". "Me encontraba con gente que no tenía la menor idea de lo que era el rugby. Que aprendieran no sólo a jugarlo, sino que también los valores que entrega, era para mí sumamente satisfactorio", relata Juanchich.
Logró eliminar la barrera del elitismo en Chile. Así, poco a poco, se fueron agregando clubes. Cuando el catalán llegó a Chile, había 14; cuando acabó su labor, eran ya cerca de 120.
Gracias a lo que ha recorrido de Chile, puede dar una receta: "El futuro del rugby en Chile está en el sur, por la fortaleza de la gente y el clima favorable. Si ponen dos centros de alto rendimiento en distintas ciudades sureñas, con un buen técnico a la cabeza de cada uno y un buen plan de trabajo, en cinco años se experimentarán cambios muy positivos".
En su labor, nunca estuvo solo. Afirma haber tenido siempre el apoyo del mundillo rugbier. Destaca a sus capitanes en las diversas generaciones y también menciona a dos personajes que más lo marcaron, entre tantos: Sergio Bascuñán y Alberto Jory, ex presidentes de la Feruchi. A ellos les atribuye un aporte importantísimo en el crecimiento de la disciplina. A Chicho Jory, quien falleció el pasado octubre, le tenía un cariño especial y lo considera como su segundo padre.
El periodista Fernando Paulsen, capitán en la Selección a fines de los 70, define a Juanchich como el Bielsa del rugby: "Fue un tipo novedoso, que cambió los parámetros. Llegó a Chile con un sistema de juego totalmente distinto. Todos los entrenadores se adaptaron a su forma de jugar". Paulsen destaca también la responsabilidad que les otorgaba a quienes portaban la jineta. "Me decía: 'El capitán no es quien escoge lado, es quien toma decisiones dentro de la cancha'". El ex Cóndor también deja espacio para revelar anécdotas. "Además de ser un entrenador de rugby excepcional, era fiestero. Un showman. En los terceros tiempos, tan importantes como el partido, era el que nos dejaba chicos a todos. Todo lo duro que era en los entrenamientos y en los partidos con el plantel, era también simpático y cómplice en los terceros tiempos", cuenta.
El senador DC Jorge Pizarro, también seleccionado en la década de los 70, afirma que hoy el rugby es más masivo gracias a Juanchich: "Es triste decirlo, pero el hecho de que venga a pasar sus últimos días acá en Chile, es producto de la buena relación que cultivó con los jugadores y el cariño que le tenía al país".
Juanchich sufre de cáncer al páncreas, enfermedad que lo ha puesto al borde de la muerte. Los médicos le han pronosticado nulas probabilidades más de una vez. Incluso fue repintada la tumba familiar ubicada en el sur de Francia. Pero ahí está Jean Pierre. "Soy testarudo y porfiado como un burro. Los catalanes somos todos fuertes", afirma con convicción. Y sigue activo al mando de su fundación, Fraternité Rugby, y todavía evaluando a los árbitros franceses en la liga amateur: "Estar ocupado es lo que lo mantiene lúcido". A pesar de que dice estar tranquilo, porque siempre entregó limpiamente todo lo que pudo, no se cansa de innovar con el deporte que ama. Le propuso a la federación gala realizar jornadas de rugby con pacientes que sufran de su misma enfermedad. "El cáncer logra que las personas desprecien su cuerpo. Yo quiero que el rugby los fortalezca, les devuelva esa confianza y lo valoricen".
A fines de la década pasada, con Fraternité Rugby realizó un trabajo de difusión similar al que ha realizado en Chile, pero esta vez en países de Europa del Este, incluyendo la difusión del juego entre niños huérfanos en Belgrado o gitanos en Rumania.
Impresiona. Juanchich es un ser atípico. Un altruista. Un superclase. Morirá con la ovalada bajo el brazo.
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