Investigadores logran captar un extraño pez a una profundidad récord de 8.100 metros
Descubierto en la Fosa de las Marianas, el animal no se parece a ningún espécimen conocido en la actualidad.
Científicos que exploraban la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo del planeta en el Océano Pacífico, capturaron imágenes de un extraño pez a una profundidad récord de 8.145 metros bajo la superficie.
Según sus descubridores, Jeff Drazen y Patty Fryer de la University de Hawaii, el animal parece ser una especie de pez caracol, aunque no están muy seguros, debido a que su cuerpo posee una forma distinta a todo lo conocido hasta hoy. Cuenta con aletas amplias y traslúcidas, apéndices filamentosos y una cola que le permite deslizarse suavemente a través del agua, como si fuesen unos remos.
"Pareciera que tuviese un pañuelo de papel mojado flotando trae él", afirman los investigadores, "con un extraño hocico de perro de dibujo animado".
Además, el animal recién descubierto ha establecido un nuevo récord para un pez de aguas profundas. Antes de esta misión, una especie diferente de pez caracol, el Amblystomopsis Pseudoliparis gelatinosa, fue descubierto a una profundidad de 7.703 metros. Durante esta última expedición, el equipo pensó que habían roto el récord en la categoría con 8.000 metros, aunque al desplazarse más abajo otros 145 metros, encontraron al espécimen.
Los científicos también capturaron imágenes de otras especies extrañas, de mucho más tamaño que lo conocido. Se trata de anfípodos que normalmente miden 2-3 cm de largo, pero que en aquellas profundidades pueden alcanzar hasta 30 cm.
Recordemos que el hecho que cualquier animal pueda sobrevivir a tales profundidades es poco menos que increíble, ya que en este caso, deben soportar el peso de más 8 km de agua por encima de ellos.
Asimismo, el manejo de la intensa presión de las profundidades del mar es un reto para la mayoría de los animales, ya que el desarrollo de los músculos y nervios es distinto y se altera el funcionamiento de las enzimas necesarias para la vida.
Fuente: PNAS, Schmidt Ocean, New Scientist
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