Jean Wesly Joseph, sacerdote haitiano: "En Chile las cosas no son como se comentan"

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Según el presbítero, la masiva llegada de sus compatriotas se debe a los rumores que describen a nuestro país como un lugar con muchas posibilidades de empleo. "Pero nadie habla de los sacrificios", dice.




Su manejo del español convirtió a Jean Wesly Joseph (40) en el principal candidato para trasladarse a Chile en representación de la Iglesia de Haití. Los casi 90 mil isleños que han llegado entre 2016 y 2017 impulsaron al Arzobispado de Santiago a contactar al obispo de Anse-à-Veau et Miragoâne, Pierre-André Dumás, con el objetivo de transmitirle la importancia de la llegada de un misionero que apoyara a la creciente y cada vez más masiva comunidad de haitianos.

Luego de rápidas tratativas, Wesley llegó a Chile el pasado 15 de agosto. Su misión lo proyecta en el país durante tres años. En este período, remplazará sus tareas en un poblado rural al sur de la isla por otras muy distintas, que acaba de asumir en la parroquia San Nicolás de Tolentino, en la comuna de San Joaquín.

"En Haití, el sacerdote hace de todo: médico y chofer, por ejemplo. Estoy acostumbrado a ayudar, pero acá será más difícil", reconoció, consultado sobre las múltiples incertidumbres que padecen aquellos compatriotas que arriban a Chile.

Sorprende la cantidad de haitianos que llegan. ¿Qué situación se vive hoy en la isla?

La situación política está un poco mejor. Pero la condición de la gente aún es mala. No hay trabajo, ya hace treinta años que no se genera empleo. Así, ¿cómo se puede progresar? Los profesionales que terminan la universidad no pueden trabajar. Por eso las personas emigran, porque así no se puede vivir.

¿Y por qué les atrae Chile?

Llegaron rumores de que en Chile había mucho trabajo. Eso he oído, pero no sé dónde surgió. Por eso han llegado miles y miles de haitianos. Eso sí, este país no puede aguantar a todos quienes quieren venir. Yo les diría que no vengan. Y por la isla mucho más, o no quedará nadie. Toda la gente quiere partir, pero eso realmente no es bueno.

¿Sólo se hablan cosas positivas sobre Chile?

Así es. Dicen: "Cuando llegué a Chile, encontré trabajo". Pero nadie habla del idioma, de la temperatura baja ni de todos los sacrificios que se deben hacer. Solo piensan en el trabajo. Pero al llegar aquí, a Chile, las cosas no son como se comentan. Sobre todo por el idioma.

¿Cree que acá se cumplen las expectativas?

Sí, pero la vida es un poco diferente. Aquellos que han llegado hace mucho se acostumbraron, pero la situación se hace difícil. Por ejemplo, nunca vi tantas personas viviendo en un cuarto, eran como diez. Ellos lo hacen porque no tienen otra manera ni oportunidad. Tienen que hacerlo. Pero en Haití nunca vi algo así, y quienes están allá no saben esto. Por eso, como sacerdote, cuando regrese pretendo decir las cosas como realmente son. Que sepan que no es tan fácil.

Trabajo en Chile

¿Qué lo motivó a venir?

El obispo de Haití me propuso venir hasta aquí. Cuando me dijo quedé sorprendido. Uno debe reflexionar la decisión, aunque cuando te lo pide la Iglesia, no se puede decir que no. Pero creí que debía hacer una atención a ese pueblo que ha venido a buscar una vida mejor. Como haitiano, pensé en mis compatriotas. Uno es sacerdote y misionero, aunque siempre pensé serlo de una comunidad a otra. Nunca me imaginé salir de mi país.

De sus palabras se asume que hay mucho que hacer en Haití como para pensar en salir...

Es así. Pero me gusta Chile. Yo conocía al país por el fútbol. Había una selección muy conocida, la de Zamorano y Salas. Me gusta mucho el fútbol, como a casi todos los haitianos. Pero conocía el país solo de esta manera. Nunca pensé que era tan lejano. Suponía que eran cuatro o cinco horas de viaje. Pero fueron once. Ahí me di cuenta lo lejos que estaba de mi familia y todo. Es otra realidad. Pero la buena acogida que he tenido me hace olvidar.

¿Cuál será el rol que cumplirá?

Eso no está aún definido. Pero quiero realizar labores más espirituales y sociales. Ellos están viviendo aquí y deben seguir con esperanza. Y para alimentarla e integrarse en el país, no pueden quedarse sin aprender el idioma. En Haití muchos se quedan sin hacer nada, esperando ayuda del gobierno.

¿Usted se proyecta como una ayuda para los haitianos?

No quiero parecer un líder que viene a salvarlos. Tampoco soy un diplomático. Son muchos y tienen múltiples problemas. Algunos han llegado a pedirme trabajo, pero no puedo ayudarlos en eso. Quizás no me van a entender de una vez, pero intento hacerlos comprender mi rol aquí. Eso quiero dejarlo muy claro. Porque estoy en una misión más espiritual, de formación.

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