Junot Díaz: "Los hombres evitan conocerse a sí mismos"
A seis años de ganar el Pulitzer, el escritor dominicano publica Así es como la pierdes.
Seis años tardó Junot Díaz (Santo Domingo, 1968) en publicar su tercer libro. Tras el éxito de su única novela, La maravillosa vida breve de Oscar Wao (premio Pulitzer 2008), el dominicano vuelve con un libro de cuentos que beben por partes iguales de la ficción y de su propia realidad. Es decir, inmigración en Estados Unidos, pobreza, Caribe, precariedad y la masculinidad como cárcel tanto para hombres como para mujeres.
Los nueve cuentos que componen Así es como la pierdes recorren la vida de Yunior -el alter ego que nace en su debut literario Los boys- en distintos espacios de tiempo, dibujando a un inmigrante dominicano en New Jersey, hijo segundo de una familia abandonada por un padre mujeriego y violento, con un hermano mujeriego y violento que muere de cáncer y una madre que ama más a su primer hijo y lo trata con dureza. Es el esqueleto que el lector arma mientras el drama corre por aparentes otros derroteros. Yunior es inevitablemente infiel, destruye todo amor verdadero a su paso y dinamitar confianzas y afectos. Una verdadera adicción que, según el autor, "no te curas, solo puedes gestionarlas".
Con esos elementos, Díaz compone un libro lleno de humor y drama, con un lenguaje de musicalidad spanglish caribeña y una dulzura que dibuja lo que, según dice, ha sido "el tema de los últimos tres libros: cómo los hombres se evitan conocer a ellos mismos".
"Mi papá fue un cuero, uno de esos hombres que siempre tuvo muchísimas novias. Estaba casado con mi mamá, vivía en nuestra casa y todos los niños sabíamos que tenía novias. A veces inventaba diligencias para presentarnos a mí y mis hermanos a su novia nueva. Yo, con 9 años y llegando a la casa de una mujer ajena y mi papá presentando 'esta es mi novia nueva'. Para un niño eso es traumático", cuenta Díaz tras su paso por Barcelona para presentar el libro.
"Me di cuenta por un lado lo locos que son los hombres, y por otro, esa fiebre que es la masculinidad. Y más importante en una cultura como la dominicana en New Jersey, es ese privilegio que tienen los hombres. Mi papá podía andar haciendo y deshaciendo y no lo ocultaba mucho. Imagínate que la Doña (la esposa) estuviera haciendo lo mismo, la cultura no la apoya ni la ayuda", dice a La Tercera.
Según el autor, la infidelidad masculina encierra algo más: "Conozco el nivel de defectos que tiene un hombre por la cantidad de culos que trata de tragarse. Es sumamente interesante la idea de que el hombre está evitando algo, que la masculinidad, como nosotros la hemos estructurado, no deja que el hombre se conozca a sí mismo".
Hijo de un miembro de la policía militar de Trujillo, Díaz migró junto a su familia a New Jersey a los 8 años. "El trauma del trujillato es una clave para entender la sociedad dominicana. No había base militar que no tuviera cinco barberos. Cada vez que Trujillo quería acabar con alguien, ellos publicaban en los periódicos: 'Vi hoy a fulanito andando en la calle mal recortado'. Esa era la primera señal que te iban a joder. En una cultura sumamente militar es muy importante el pelo, las uñas, tu uniforme, los zapatos, la correa. Esa enfermedad todavía está muy presente en Santo Domingo".
La literatura de Junot Díaz está anclada en la comunidad dominicana tanto en EE.UU. como en el Caribe y la relación de ambas regiones. "Para EE.UU., el Caribe es casi un sueño y como dice Hakim Bey, funciona como una zona autónoma donde pueden hacer lo que les da la gana. En Puerto Rico tienen un reguero militar, en Santo Domingo a toda la gente de la DEA para dizque combatir las drogas. Es como el gimnasio para los gringos: lo que van a practicar a nivel mundial, primero lo hacen en el Caribe. Por ello que el resort es clave para ver cómo está funcionando el capitalismo. Tú no más tienes que irte una semana a un resort dominicano y verás cuáles son los sueños del primer mundo: incansable comida malísima, cuerpo de mulato disponible, playa, sol y ron baratísimo. Y para mí eso es como un espejo, por un lado tenemos los resorts, por el otro las bases militares. Y también los malls".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.