La Alianza en su laberinto
La ofensiva de Piñera por desmarcarse de la herencia del régimen militar provocó un distanciamiento de fondo con la UDI, donde vieron una estrategia para arrinconar al gremialismo y pavimentar el camino para una repostulación en 2017, dando un nuevo cariz al sector. La polémica complicó también al comando de Matthei, que se enteró por la prensa de la determinación de Piñera de revisar la continuidad del penal Cordillera. Ante esto, la decisión del equipo de campaña fue drástica: no hay espacio para diferencias con La Moneda si se quiere subir en las encuestas.
Un debate aspero, con profundas críticas al gobierno y parlamentarios alzando la voz, fue el episodio que debió enfrentar el martes pasado el ministro Cristián Larroulet (Segpres), durante el almuerzo que compartió en el Congreso con las bancadas de senadores de la UDI y RN.
Los cuestionamientos más duros, dicen algunos de los presentes en la cita, vinieron del RN Baldo Prokurica y los UDI Juan Antonio Coloma y Jovino Novoa. El blanco: la decisión del Presidente Sebastián Piñera de desmarcarse del régimen militar, levantando críticas a quienes habían ocupado cargos en el gobierno de Augusto Pinochet. El manejo del Mandatario durante todo el mes en que se conmemoraron los 40 años del Golpe Militar, dijeron los senadores, no sólo había tensionado a la coalición, sino que perjudicó a la candidata Evelyn Matthei, alejando al electorado tradicional de la derecha, como también a las campañas de los propios parlamentarios.
Los parlamentarios también apuntaron al ministro Rodrigo Hinzpeter (Defensa), quien el lunes señaló que el sector tenía una "debilidad crónica" por el apoyo que había dado al régimen de Pinochet. Ante la andanada de críticas, dicen algunos de los asistentes al almuerzo del martes en el Congreso, Larroulet defendió el actuar de la administración de Piñera, pero habría terminado asumiendo que las declaraciones de Hinzpeter estuvieron de más.
El episodio ocurrió sólo horas después de que el Presidente diera una entrevista en El Mercurio buscando apaciguar la tensión en la Alianza. "No quiero profundizar divisiones al interior de la centroderecha; todo lo contrario", indicó el Mandatario. Sin embargo, la evaluación de varios en la UDI es que si bien la pugna en público entre el partido y Piñera se ha ido cerrando lentamente con el paso de los días -para evitar más daños a la campaña-, la relación entre ambos sufrió un trauma más bien permanente. La magnitud y profundidad de este último, dicen en el gremialismo, equivale al ambicioso objetivo buscado por Piñera: dar al sector un nuevo cariz, desligándolo de la herencia del régimen militar. Una meta que varios en el oficialismo interpretan como la primera piedra de una eventual repostulación en 2017, algo que el Mandatario ha negado en los últimos días.
Las tensiones habían comenzado el 31 de agosto, cuando Piñera señaló en entrevista en La Tercera que "si buscamos responsables de lo ocurrido, de los atropellos a los DD.HH. (...) hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada, o no quisieron saber y tampoco hicieron nada". También señaló que era "engañoso" que Matthei dijera que tenía 20 años para el Golpe del 73, por lo que no tenía por qué pedir perdón. "No estamos hablando sólo de ese momento, sino de todo lo que pasó después", dijo el Presidente.
La frase del Mandatario instaló una molestia fuerte en la Alianza. Desde la UDI reclamaron que Piñera hacía justo lo opuesto a lo pedido durante agosto por el timonel Patricio Melero: evitar dar realce a la conmemoración de los 40 años del Golpe. En el comando presidencial también hubo inquietud: la agenda sobre DD.HH. levantada por el Presidente favorecía a Bachelet y dejaba en segundo plano el esfuerzo por desplegar la candidatura de Matthei.
En ese escenario, ese mismo sábado Piñera telefoneó a Matthei. Según dicen en La Moneda y en el comando, el Mandatario asumió en el diálogo con la ex ministra que no había sido un acierto hablar de que ella tenía una postura "engañosa".
Más allá de la señal de tranquilidad de Piñera a Matthei, en el comité político de ministros ya sabían desde hace varios días antes que este septiembre no sería cualquiera. En paralelo a las numerosas peticiones de la prensa para grabar imágenes en Palacio para sus respectivos programas -dando cuenta del interés por la conmemoración-, Piñera ya les había comentado que él quería marcar un sello.
Sin embargo, la idea de hablar de "cómplices pasivos" fue exclusiva del Presidente. Al punto de que, una vez constatada la tensión que generó en la Alianza, Piñera acordó con sus ministros Andrés Chadwick (Interior) y Cecilia Pérez (Segegob) no volver a utilizar el concepto.
Este mensaje fue transmitido con claridad por el jefe de gabinete a los timoneles Patricio Melero (UDI) y Carlos Larraín (RN), asegurándoles que Piñera ocuparía un tono distinto en el acto que realizaría el 9 de septiembre en La Moneda. El nerviosismo en las cúpulas partidarias, de todas maneras, era alto e insistieron -sobre todo desde el gremialismo- en que el Mandatario equilibrara su intervención, poniendo énfasis también en el mal manejo y la división durante el período de Salvador Allende que, a juicio del sector, empujó a la intervención militar.
El generalísimo de Matthei, Joaquín Lavín, sintetizó en una frase lo que era por esos días un diseño y, a la vez, una apuesta por cerrar el debate sobre el "11". "Después del 18 de septiembre comienza la campaña de igual a igual con Michelle Bachelet", indicó el sábado 7 de septiembre.
En su discurso del 9 de septiembre en La Moneda, Piñera reiteró que en las violaciones a los DD.HH. había responsabilidad de "altos cargos" en el gobierno militar y otros que "por su investidura o influencia en la época y conociendo de estos hechos pudieron alzar su voz". Sin embargo, también señaló que había responsabilidades "compartidas" en el Golpe, criticando al gobierno de Allende y la izquierda de ese tiempo. Aunque el tenor de esas palabras incomodó a varios en la UDI, se evitaron las críticas, apostando por el plan Lavín de que, a vuelta del extenso feriado de Fiestas Patrias, la campaña entraría en un carril distinto.
CORDILLERA SIN COORDINACION
El mismo 18 de septiembre, designado por Lavín como inicio de campaña, el Presidente Piñera mencionó por primera vez un asunto que volvería a complicar al comando. "Estoy revisando, como Presidente, si se justifica que exista una cárcel como Cordillera, donde entiendo que hay solamente 10 personas privadas de libertad con más de 40 gendarmes", indicó a CNN Chile.
La decisión del Presidente había surgido el 11 de septiembre, tras ver las numerosas entrevistas en televisión realizadas ese día por el ex jefe de la Dina Manuel Contreras. "Yo no conocí las violaciones a los DD.HH., yo respondo por la Dina"; "no voy a morir en la cárcel (...) algo haré legalmente, pero es problema mío"; los gendarmes están para "llevarme el bastón", fueron algunas de las declaraciones del militar (R).
Pese a que Chadwick bajó el perfil a los dichos de Contreras, señalando que tienen "relevancia cero", Piñera había reaccionado anunciando que evaluaría la continuidad del recinto penal. La decisión sorprendió al comité de ministros políticos.
Según explican en el gobierno, los dichos de Contreras pusieron a prueba la coherencia de Piñera, quien había condenado las violaciones a los DD.HH. Por lo mismo, añaden altos personeros de Palacio, era evidente que el Mandatario debía reaccionar ante la provocación del ex jefe de la Dina y, de paso, adelantarse a la presión que podría venir desde la izquierda para cerrar el Cordillera.
Sin embargo, el desconcierto resurgió con fuerza en las directivas de la UDI y RN, y también en el comando de Matthei.
Lavín, dicen sus cercanos, se enteró sólo por la prensa de que el Presidente planeaba cerrar el recinto penal. Una vez anunciado, el espacio para Matthei era nulo: asumir una postura distinta a la del gobierno sería visto como alinearse con Contreras y el resto de los reclusos condenados por violaciones a los DD.HH. Así, desde el equipo de Matthei se hizo ver al comité político de ministros que la intervención del Presidente ponía, una vez más, de relieve el debate sobre el "11" e invisibilizaba el diseño de campaña de la ex senadora gremialista.
En La Moneda admiten que, hasta antes de que Piñera mencionara el tema de Cordillera en televisión, el asunto no había sido socializado con el comando presidencial.
Más allá de la molestia en el comando, la lectura en la UDI fue mucho más crítica: pese a todas las advertencias previas, Piñera había priorizado una agenda que perjudicaba a la candidata, arrinconaba al partido y le servía sólo a él, con miras, dicen, a proyectarse para el 2017.
Había otro elemento que agudizó el enojo en la directiva UDI: en la misma entrevista con CNN Chile del 18 de septiembre, Piñera había calificado como un "error" que Matthei hubiese votado por el Sí en el plebiscito de 1988.
Los nuevos reclamos gremialistas se realizaron tanto por vía telefónica al ministro Chadwick como en la reunión de coordinación en La Moneda entre los partidos y los ministros políticos el lunes 23 de septiembre. Ese mismo día, el diputado Felipe Ward exteriorizó un análisis compartido por varias figuras gremialistas. "El Presidente Piñera quiere ser candidato el 2017, y yo por lo menos no estoy dispuesto a votar por él, porque hoy está privilegiando su candidatura sobre la candidatura de Evelyn Matthei, y eso obviamente que afecta el legado de su gobierno, que nadie discute que es bueno", indicó.
El Presidente había partido el viernes 20 a Nueva York, a su última Asamblea General de Naciones Unidas. Ahí intervino al día siguiente para mencionar, nuevamente, el Golpe de Estado y destacar el plebiscito de 1988.
A su regreso, Piñera apuró las cosas. El mismo jueves 26 en que aterrizó en Santiago, anunció el cierre del penal Cordillera.
Ante esto, la decisión en el comando de Matthei, dicen algunos de sus integrantes, fue altamente pragmática. Primero, no había espacio para contradecir al Presidente y quedar defendiendo a Manuel Contreras. Segundo, Matthei debía alinearse sin dobleces con el gobierno, cuyo apoyo bordea -según sondeos internos- cifras cercanas al 40%. Quedar enfrentados con la UDI sería, se analizó, un costo que habría que asumir y tratar de administrar.
Este tema fue conversado profusamente en los días previos al anuncio por Chadwick y Cecilia Pérez con Lavín y la vocera del comando, la senadora Lily Pérez (RN). Pese a la molestia UDI, Matthei salió finalmente a respaldar la determinación del cierre del Cordillera.
La polémica, además, acentuó las divisiones internas en el comando: Lily Pérez ha respaldado en público la agenda crítica de Piñera sobre DD.HH., a contrapelo de Coloma y Novoa. La fuerte ofensiva del Ejecutivo, decían en la Alianza, daba sin duda más piso a los "liberales" del equipo de campaña.
SUICIDIO Y MAXIMA TENSION
La tarde del sábado pasado, desde Uruguay, la ministra Cecilia Pérez tuvo que interrumpir su fin de semana de descanso. Tras coordinarse con Chadwick, la vocera debió realizar un intenso lobby por teléfono con dirigentes de RN para contener una dura ofensiva en ciernes tras el suicidio del ex jefe de la CNI Odlanier Mena.
Esa mañana, Mena -quien como todos los fines de semana gozaba del beneficio de libertad condicional- tomó desayuno junto a su familia y luego se disparó con un revólver en la escalera de emergencia de un edificio en Las Condes.
El trágico episodio tensionó al máximo el clima en la Alianza. A la par de lo que ocurría en RN, en la UDI los ánimos comenzaron a caldearse. Melero se contactó con Novoa y el secretario general, José Antonio Kast, para coordinar una declaración. "En muchas de las declaraciones que se han formulado con motivo de los 40 años del Golpe de Estado ha predominado un sentimiento de revancha y la intención de deslegitimar cualquier interpretación de nuestra historia reciente que no sea sustentada por los grupos de izquierda", se leyó en un comunicado, divulgado ese día, con críticas veladas a Piñera.
Aunque La Moneda logró contener expresiones más duras de molestia de parte de los partidos, a la mañana siguiente todo volvería a incendiarse. Esta vez, a raíz de una entrevista radial del ministro Hinzpeter, en que el secretario habló sobre la "debilidad ética" del sector por haber apoyado a Pinochet.
La intervención del titular de Defensa no fue coordinada con La Moneda y, reconocen en Palacio, fue como echar bencina a la hoguera. La directiva de RN reclamó con dureza ante los ministros del comité político en la reunión de coordinación en La Moneda. El impasse reactivó la división interna en la tienda de Antonio Varas, entre la mesa de Carlos Larraín -aliado de Andrés Allamand- y el piñerismo (ver nota secundaria).
La directiva de la UDI, en tanto, analizó el escenario en un almuerzo en la sede de calle Suecia. Según asistentes a la cita, Novoa hizo un descarnado análisis sobre el manejo del gobierno.
Tras analizar en detalle los dichos de Hinzpeter, dicen en el gremialismo, la tarde del lunes, desde la UDI comenzó una incesante presión a La Moneda para que Piñera enviara una señal potente que buscara cerrar la polémica. El tiempo era escaso: el Mandatario partiría la noche del miércoles a Tailandia, para participar en la cumbre de Apec.
Así, la tarde del lunes, el Presidente conversó con Chadwick y Larroulet, con quienes definió una agenda de control de daños y fin de la crisis. Primero, daría una entrevista para poner paños fríos. Segundo, Hinzpeter haría una aclaración de sus dichos, algo que el ministro concretó al día siguiente, en una carta a La Segunda. Tercero, como ya se había discutido en los días previos, se pondría discusión inmediata en el Congreso a los proyectos que componen la agenda de seguridad ciudadana: las iniciativas sobre maltrato a Carabineros y encapuchados.
Al día siguiente, pese a que la molestia aún estaba instalada en la UDI, Melero valoró los dichos de Piñera, bajando el tenor de la polémica. Chadwick y Larroulet hicieron numerosas gestiones en el Congreso con parlamentarios, insistiendo en que lo mejor era cerrar el impasse para concentrarse en la nueva agenda de campaña. Hinzpeter, por su parte, también conversó con diputados gremialistas, como Kast y Romilio Gutiérrez. "Aquí no ha habido una crisis. Lo que hubo fue una falta de diálogo, y eso generó declaraciones imprudentes y decisiones no compartidas por todo el sector. En adelante, lo que debemos hacer es fortalecer el diálogo", indicó Kast.
Las posturas de fondo, sin embargo, se mantuvieron distanciadas. El jueves, en un almuerzo en La Moneda, algunos diputados reiteraron sus críticas a la oportunidad en que Piñera cerró el penal Cordillera, reabriendo las diferencias históricas del sector. En respuesta, Chadwick mostró a la bancada de diputados UDI encuestas internas en que la decisión de cerrar el recinto tiene un apoyo cercano al 80%. Así, les hizo ver que la Alianza podría haberse sumado a la determinación, aprovechando el momento para potenciar la candidatura de Matthei.
Así, resumen en el oficialismo, la ofensiva de Piñera en septiembre expuso con mayor nitidez -y proyectó para los años que vienen- una división que venía siendo soslayada hacía tiempo en el sector. "En la derecha tenemos que mirarnos respecto de en qué vereda estamos: si en la de la defensa de los DD.HH. y la no discriminación, o en la contraria, que justifica ambas situaciones. Eso es lo valioso de todo este debate", dijo a La Tercera la senadora Lily Pérez. A su turno, distanciándose de la idea de una "nueva derecha", su par de la UDI Juan Antonio Coloma sostuvo que "la derecha exitosa es la que coloca sus valores y principios, los cuales han llegado al mundo popular. Ese mismo ideario nos permitió ganar una elección presidencial".
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