La bomba de ruido que agitó los ánimos en San Carlos

El artefacto, lanzado desde la galería, generó una ardua disputa entre albos y cruzados.




Julio César Falcioni camina rápido desde la banca de Universidad Católica, se mete a la cancha del estadio San Carlos de Apoquindo  y se dirige directamente hacia el arquero Justo Villar. El técnico cruzado le toma el rostro al arquero paraguayo, que se queja de que la explosión de una bomba de estruendo le afectó, que lo hizo caer y perder la estabilidad en el gol del empate que hace unos minutos había anotado Mark González, de cabeza.

En el césped están los jugadores, técnicos, médicos, coordinadores y los árbitros. Todos hablan, todos reclaman. Y Falcioni y Villar conversan amistosamente.

"Con Justo tengo una buena relación. Lo conozco hace muchos años y lo respeto muchísimo. Si él (Villar) decía que no había que jugar, quizás era lo correcto, pero el juez interpretó que estaban las condiciones dadas. Después me acerqué a los jugadores, porque no quería que mis jugadores entraran en alguna discusión y tampoco que el juez se viera presionado para tomar una decisión que perjudicara a Católica", reveló el Emperador, tras la derrota.

El hecho ocurrió en el minuto 56 del clásico entre la UC y Colo Colo, cuando González anotó tras empate parcial tras conectar un tiro libre de Tomás Costa. "Cuando sale la pelota, la bomba explotó en el centro y me aturde. Me tiré al suelo, traté de reaccionar y vi que seguía la jugada. No sé si el árbitro notó eso. Fue algo muy anormal. Si se percataba, debió sancionarlo. Si no, es fácil: en un córner tirémosle algo al arquero y salimos gritando el gol. Yo creo que Gamboa no se dio cuenta. Se debió invalidar esa jugada", sentenció el arquero del Cacique.

Mientras los estudiantiles celebraban en un rincón de la cancha, el guaraní era atendido en el suelo por el cuerpo médico albo. Ya de pie, las emprendió, enfurecido, contra el árbitro. Sus reclamos le costaron la tarjeta amarilla.

El seleccionado paraguayo dijo que se sintió inseguro. "Me salí un poco de la compostura, porque sentí que no estaban las condiciones para hacer bien mi trabajo, porque producto de eso me habían hecho un gol. Es una situación ajena, pero termina influyendo en el juego. Uno adentro tiene miedo, porque estás indefenso. Están esperando que a uno lo saquen en ambulancia para terminar un partido. Es lamentable", se quejó.

Eso sí, sus compañeros y el plantel de la UC no coincidieron con él, ya que reconocieron que en todo momento quisieron seguir jugando el partido.

Por su parte, José Roa, jefe de Estadio Seguro, criticó la organización de Cruzados. "Fue deficiente, tanto en la revisión antes de ingresar al estadio, porque hubo muchas bombas de ruido, como en el sistema venta de entradas, porque habían 1.200 hinchas de Colo Colo en vez de los 600 autorizados", fustigó.

El coronel Oscar Salazar detalló que "hubo 38 detenidos, la mayoría por desórdenes, y tres personas fueron identificadas por lanzar bombas de estruendo".

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