La causa express
Vienen y se van. Son como los flash mob de la ayuda social o la acción ciudadana. Hoy no hay mucha gente que haga voluntariado de uniforme y salga a pedir fondos en los semáforos, pero hay causas e iniciativas que parten con un par de tuiteos y se replican superando incluso las expectativas de sus organizadores que experimentan -o padecen- lo que es ser ONG o fundación por un día.
Desde hace un tiempo, el número de chilenos que hace voluntariado viene cayendo. "Es una paradoja porque el 89% de las personas lo considera útil, pero sólo el 6% lo hace", dice Consuelo Alvear, directora ejecutiva de la Fundación Trascender, que junto a Adimark acaba de dar a conocer la Encuesta Nacional de Voluntariado 2014. De acuerdo al estudio, que entrevistó a 3.200 personas, un 59% considera entre las principales razones para no hacer voluntariado la falta de tiempo y de medios para participar.
Eso no necesariamente significa que no haya interés por ayudar a los demás tal como demostró el movimiento que se produjo tras el incendio en Valparaíso, cuando la ropa se amontonó por toneladas, se juntó tanta comida que comenzó a descomponerse y hubo que detener el flujo de voluntarios interesados en ir a ayudar a los damnificados.
A raíz de una catástrofe, o un interés individual o de un grupo, hay causas que se levantan de un momento a otro y movilizan a mucha gente y energía. Para eso ya no siempre se necesita llegar a los medios tradicionales, salir en la televisión -aunque por supuesto que ayuda- o tener una institución que respalde la iniciativa. A través de las redes sociales y los sistemas de mensajería como WhastsApp los llamados a colaborar o participar se amplifican, van de boca en boca, o de teléfono en teléfono y puede terminan superando a veces incluso la capacidad de reacción de sus organizadores.
PARKAS EN CALETA TUMBES
Tras el terremoto de febrero del 2010, la familia Vargas Vial estaba pensando cómo ayudar a los miles de damnificados. "Queríamos hacer algo útil, rápido y concreto. Sabíamos que ellos no tenían casa ni donde guardar cosas. Por eso de repente se nos ocurrió juntar parkas que además eran fáciles de clasificar", dice la periodista Andrea Vial.
Daniel y Jesús Vargas se convirtieron en los jefes de la campaña, y comenzaron a contactar a sus conocidos por teléfono y redes sociales para que donaran una parka, agregándole un elemento emotivo adicional: que cada una viniera con un mensaje de apoyo en los bolsillos.
Se sumaron todas las hermanas Vial, Paula, Meusi, Daniella y Natalia, su cuñada Macarena Concha, amigos como la ex ministra Carolina Schmidt o Juanita Mir y se organizaron para recibir los aportes en una plaza de Vitacura.
El primer aporte llegó con Arístides Benavente, el representante de North Face, quien apoyó con carpas, parkas y sacos de dormir. Y desde ahí no pararon. "De repente nos dimos cuenta de que la cosa se había transformado y nos llegaban y llegaban parkas. Pensábamos que íbamos a juntar 100 y al segundo día teníamos tres mil; ahí dijimos: 'paremos, no podemos recibir más'", dice la productora ejecutiva del programa El Informante, Andrea Vial.
Se consiguieron dos camiones para ir a dejarlas y los artistasXimena Rojas y Gonzalo Cienfuegos los pintaron. Salieron en caravana hacia Caleta Tumbes, en el Bíobío. "Abrimos los camiones en medio de toda la destrucción y la gente se puso en fila. Nosotros creíamos que se las íbamos a pasar no más, pero se las empezaron a probar. Decían 'no, ésta no me gusta', nos preguntaban cómo les quedaban o si teníamos de otro color. Siento que todos se fueron con una parka que en verdad les gustaba", recuerda Andrea Vial .
Además, muchas personas dejaron cartas muy emotivas en los bolsillos y otros incluso dinero. "Entre que se nos ocurrió y que fuimos a dejar las parkas, pasaron tres días", concluye Vial.
DE SAN CARLOS HASTA TANZANIA
Hace un año, la universitaria Camila Horta llegó al pequeño y pobre pueblo de Karatu, en Tanzania, para trabajar por seis meses en Mwema, una organización que ayuda a los niños. En la casa-escuela de la entidad tienen techo, alimentación y educación, además de un terreno enorme donde juegan fútbol. "Lo hacen como pueden, si eso significa estar descalzos, lo hacen, da lo mismo", cuenta Mauricio Horta, padre de Camila y el @elpapox en Twitter.
"Terminado el voluntariado de Camila, uno de los niños, llamado Joshua, me mandó un regalo: un dibujo de la insignia de la Católica y otro de mí con la camiseta -cuenta Mauricio Horta- por eso me pregunté cómo devolver el gesto y se me ocurrió tomar mi camiseta, meterla en un sobre y enviarla por correo a Tanzania". Tras un par de meses, llegó una carta de Joshua con la camiseta puesta. "Ahí pensé: ¿por qué no podrían todos los niños estar con la camiseta?", resume Horta. Así, a fines de mayo surgió en Twitter el hashtag #UnaCruzadaParaÁfrica -en referencia al apodo del equipo de fútbol-, el que acompañaron con las fotos de Joshua con la camiseta. Después crearon un blog con información más precisa: "Cada camiseta debía venir con una tarjeta de regalo y unas palabras que le dieran significado", dice Horta, agregando que la recolección se hizo en el estadio, en la calle, oficinas y estaciones de Metro.
Reunieron casi 40 camisetas y entonces vino la parte más compleja: hacerlas llegar a África, lo que debían lograr sin pedir dinero a quienes las habían regalado. Para eso contactaron empresas de encomienda, hasta que DHL, tras gestión del mismo club, se comprometió a llevarlas. Hoy Horta espera los resultados del envío mientras sigue recibiendo mensajes de hinchas que quieren regalar sus camisetas. "Volvería a hacer la campaña mil veces porque hay millones de Joshua en África que esperan un regalo. Lo que me gustaría es que se sumaran otros equipos, que se hiciera #UnaAlbaParaAfrica, o #UnaAzulParaAfrica", explica Horta.
UNA TELE PARA EL MUNDIAL
La periodista Lorena Penjean, parte del equipo de 31 Minutos y la película NO, conoce bien el Instituto Nacional del Cáncer porque ahí trataron a su mamá los seis años antes de su muerte. En ese período conoció a otros pacientes: "Me di cuenta de que la gente se aburría mucho". En 2008 empezó a llevarles revistas para que se distrajeran para lo que recolectaba todo el material de papel couché disponible en las casas de sus amigos. Luego eso se hizo poco y para ampliar sus entregas y poder llevarles regalos de Navidad a las personas que están solas le pidió a un grupo de amigos - a los que ella denomina sus "amados benefactores"- que apoyaran su causa. Con la plata recaudada que le sobró de la Navidad 2013 compró DVD y creó una videoteca, de la que estaba muy orgullosa hasta que se tropezó con un problema que no tenía contemplado: "Lorena, acá no hay teles", cuenta que le dijeron cuando llegó feliz con las películas. Justo cuando iba a acudir una vez más a los "amados benefactores", grupo que incluye a "políticos, ministros, dueños de restoranes, ricachones, a todos los asalto por igual", vinieron primero el terremoto en el norte, y luego el incendio en Valparaíso. Ante tanta necesidad y desgracia la idea se pospuso. Pero reflotó las semanas anteriores al Mundial de Brasil, y esta vez el grupo objetivo no fueron los habituales sino que el mundo, a través de un lema en Twitter: #unatelepalmundial. "Mandé varios correos, una amiga lo puso en Facebook y otra en Twitter y esto explotó". Y se tuvo que hacer cargo de eso. El plan era juntar 80 televisores y en pocos días ya tenía 100. "Se me escapó de las manos. Yo no soy una fundación y en un momento estaba super abrumada, la gente me decía 'dijiste que ibas a venir' y partía a buscar teles potonas -que eran las que regalan- desde Vitacura hasta Puente Alto. A mi casa ya no se podía entrar, me quería matar", admite Penjean.
La campaña tomó vuelo, salió en la televisión y Penjean se convirtió en una especie de celebridad de la causa social: "La gente va a creer que soy Lady Di", pensaba ella con pudor. "Si tuviera tiempo y plata me vuelvo una miss por una causa, pero no puedo", dice. Un servicio técnico se ofreció para certificar los equipos. Hubo que desechar algunos porque estaban en malas condiciones y recaudar más dinero para las pilas de los controles remotos y antenas.
Finalmente reunió casi 200 televisores y como eso excedía las necesidades del Instituto Nacional del Cáncer, llevó al siquiátrico, a recintos de salud en Tiltil y algunos consultorios de Huechuraba. "Fui a ver los partidos con los enfermos y ellos estaban super felices, a mí lo que me convocaba era hacerlos visibles; y creo que sintieron que la gente se acordaba de ellos", dice Penjean, quien aprovecha de anunciar que para la próxima Navidad volverá a reunir regalos: "Si alguien se quiere sumar a mis amados benefactores, que sepan que soy una 'ladilla', y que les pido cosas ricas, las mismas que les gustaría que les regalen a ellos".
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