La Guerra Fría de la Roja
44 años después, la selección chilena vuelve a pisar suelo moscovita para la disputa de un encuentro de fútbol. La última vez que lo hizo fue para dirimir con la Unión Soviética, en el repechaje del Mundial de Alemania 1974, una de las llaves más extravagantes, polémicas y finalmente politizadas que se recuerdan. Aquí, la historia en la voz de sus protagonistas.
Quintano,Machuca, Arias, Rodríguez y Caszely. Cinco protagonistas de la llave de repechaje para el Mundial de Alemania 1974 ante la Unión Soviética, un año antes de la cita planetaria. Cinco soldados que disputaron la llave más extraña del fútbol chileno. La más extraña del mundo, posiblemente. El primer capítulo cuya sinopsis anticipaba un ambiente hostil en un contexto político crispado y que resultó ser simplemente un rudo partido de fútbol plagado de anécdotas.
Cinco intérpretes de un partido sin rival en el Estadio Nacional, ya con la clasificación en el bolsillo ante el walk over de los euroasiáticos, que supuso una escena que si ocurriera por estos días, sería catalogada sin dudas como tremendamente ridícula e innecesaria. Cinco ex seleccionados de Chile que se reúnen en los pastos del coliseo ñuñoíno para recordar las mejores historias sobre aquel mitológico ida y vuelta, durante la previa del partido que la Roja juega hoy ante Rusia.
Vuelco inesperado
El golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 afectaba también al fútbol. El último duelo que se registraría contra el país más vasto del mundo se desarrollaría en medio a una tensión política inevitable. La entonces URSS pasaba, de un momento a otro, de ser aliado a tener cortadas las relaciones diplomáticas. Aún así, nunca se puso en duda que Chile viajaría en busca de un cupo en la Copa del Mundo.
Difícil travesía
El primer vuelo que despegó desde Chile, fue el de la delegación chilena, que llegaría a Moscú tras varias escalas, incluyendo dos amistosos en aquel extenso trayecto (sendas victorias ante la selección de México y el Neuchâtel suizo). La salida fue desde el aeropuerto de Cerrillos. "Ahí quedamos prácticamente en pelota. Nos revisaron incluso debajo de la lengua", cuenta Juan Machuca. El plantel llegó finalmente a la URSS tras pasar por Argentina, Brasil, México, Nueva York, Suiza y Alemania. "El avión ruso que tomamos en Frankfurt parecía una micro. Los asientos eran una lona. No tenía calefacción y hacía mucho frío", recuerda el ex defensa Juan Rodríguez.
"¿Te acuerdas que a Elías y a ti no te dejaban pasar en el aeropuerto, Chino?", le pregunta Alberto Quintano a Carlos Caszely. "No reconocieron la foto de nuestros pasaportes. Nos tuvieron hasta las 4 de la mañana, muertos de frío con 4 grados bajo cero, vestidos sólo con un terno. Es que éramos las figuras", responde el ex ariete de Colo Colo.
Francisco Fluxá, Alfredo Asfura y Pedro Fornazzari, los dirigentes chilenos de la época, discutieron con sus pares rusos, diciéndoles que si no dejaban entrar al central y al delantero, se devolvían todos. La espera fue larga, pero el tema se solucionó y la delegación partió al hotel de concentración. De ahí, todo siguió un curso normal. Los mismos protagonistas se encargan de derriba los mitos en torno a la estadía chilena en suelo soviético. Que el clima fue hostil con los futbolistas, que había manifestantes fuera del hotel con pancartas, que no pudieron reconocer la cancha, que el recibimiento cuando entraron al estadio fue una pifiadera de proporciones. Nada de eso. "Para nosotros sólo fue un partido de fútbol", dice Caszely. "Pensábamos que nos íbamos a encontrar con problemas, que estaría en riesgo nuestra seguridad, pero no fue así. Nos paseábamos por la Plaza Roja con el buzo chileno y nadie nos pescaba", rememora Rodríguez. Hasta fueron a una función del ballet Bolshoi.
"Si había que esperar el bus a las 9, este llegaba a las 12; si había que ir al Estadio Lenin a entrenar, estaban cerradas las puertas. Al final del partido estaba prevista una cena protocolar entre las dos selecciones. Y Chile fue a la cena, pero la Unión Soviética, no. Nada de lo que hicieron fue contra el reglamento, pero todo estuvo en el límite de lo reglamentario", sostiene Asfura.
Caszely solo adelante
"Ya, formémonos para la foto igual que en Moscú. Yo adelante y todos ustedes bien atrás". Bromea el Rey del metro cuadrado, lo que provoca la risa de sus ex compañeros. Aquel encuentro marcó una total dominación soviética. Chile aguantó con el cuchillo entre los dientes y el trabajo defensivo fue clave para que la Roja consiguiera el empate a cero. Coincidentemente, el Estadio Olímpico fue el escenario del debut de una de las mejores duplas chilenas de centrales de toda la historia. La más firme y fiera de todas, dicen los expertos. Elías Figueroa por la derecha y Quintano por la izquierda. De temer. "Con Elías nunca habíamos jugado juntos antes. Lucho Álamos nos colocó en la misma pieza del hotel para que conversáramos. Estuvimos hasta pasadas las dos de la mañana hablando sobre las características de cada uno. Fue uno de los partidos que más tuvimos que defender en nuestras vidas", relata el ex central del Ballet Azul. "Juan Olivares anduvo espectacular bajo el arco. Tapó varias pelotas de gol", añade.
"Para tomar un respiro, le pasábamos la pelota al Chino Caszely, quien la aguantaba 'un ratito'", agrega Quintano. "Mi misión era tomar el balón y hacer lo mismo que en el barrio: llevármela, pasarme a uno, sacarme a otro, ponerme adelante y tirarme al suelo", recuerda el ex goleador de Colo Colo.
La historia pudo haber sido más dulce para el combinado chileno, ya que Caszely estrelló en el vertical un remate a dos minutos del final. "Me pude haber pasado al arquero. La cagué", cuenta riendo Caszely. "Menos mal", responde Rodríguez, "si hacíamos ese gol capaz que nos mandaban a todos presos a Siberia".
El partido fantasma
En noviembre del mismo año, era el turno de la selección de Unión Soviética de venir a jugar el partido de vuelta en Santiago. Se excusaron de venir por temas políticos y de seguridad. Para Asfura, las razones de tal ausencia fueron otras: "El resultado de la ida los condicionó. Si hubieran logrado un marcador más abultado allá, habrían venido".
Los futbolistas se encontraban concentrados en Viña del Mar. Recién durante la noche anterior se enteraron de que los europeos no llegarían y, por ende, que automáticamente clasificaban al Mundial de Alemania 1974. De todas formas debían disputar un encuentro contra el Santos de Brasil, el plan B de Asfura y compañía. Había que responder a las más de 15 mil personas que ya tenían comprado su boleto.
"Eran como las tres de la mañana cuando un compañero entró a la pieza gritando: '¡Clasificamos! ¡Los rusos no vienen!. Ahí comenzaron a aparecer las botellas de champaña", relata Rodríguez.
Los brasileños, sin Pelé, embocaron una goleada y vencieron por 0 a 5, pero lo que más se recuerda de esa tarde es el gol sin rival, en palabras de Caszely, "el teatro de lo absurdo". Chile se presentó en la cancha de forma simbólica y ahí ocurrió uno de los momentos más insólitos de la historia del seleccionado. Francisco Valdés, Sergio Ahumada, Julio Crisosto y Carlos Reinoso avanzaron tocando la pelota hacia el arco sur del Nacional. Valdés convirtió sin oposición. Para novela.
"En el camarín se discutió quién marcaba el gol. Elías quería hacerlo, también Reinoso, que era cabrón. El Zorro Álamos, técnico, maestro, psicólogo y amigo, las tenía todas, resolvió que Chamaco lo haría por ser el capitán", dice Caszely. "Fue raro hacer como que se iba a jugar un partido, sin tener al rival enfrente", señala Antonio Arias.
Un tanto que fue aplaudido tibiamente por los espectadores. Todo quedó para los libros. De cualquier forma, Chile consiguió su quinta clasificación a una Copa del Mundo.
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