La mirada de kawésqar y yaganes de hoy a la exposición de fotografías de Martín Gusinde

Seminario sobre Pueblos Originarios
Santiago 19.10. 2016 Familiares de la comunidad yagan de Puerto Williams posan para una fotografia con sus antepasados de fondo, en el marco de la exposicion" Fotografias e imaginarios del Sur Austral" Foto Juan Farias / La Tercera. Foto: Juan...

Miembros de las comunidades del extremo austral visitaron la muestra del sacerdote alemán en Museo de Bellas Artes, y participaron de un diálogo abierto.




La voz grave de Gabriela Paterito recorre el salón Blanco del Museo de Bellas Artes. Descendiente directa del pueblo kawésqar, ella nació hace más de 70 años en la isla Kaleu, una remota porción de tierra al sur del Golfo de Penas, en la Región de Magallanes. Sus abuelos solían navegar y pescar en canoas por los canales australes. Gabriela Paterito está de visita en Santiago con motivo de la exposición Los espíritus de la Patagonia Austral, que presenta por primera vez en el país las fotografías del sacerdote alemán Martín Gusinde sobre los indígenas fueguinos. El auditorio está parcialmente lleno y silencioso; el público escucha con atención las palabras en kawésqar de la Abuela Gabriela, como la llaman. "Desde la cultura kawésqar no nos gusta ver personas muertas, por eso no nos gustan las fotos", dice, y sus palabras son traducidas por su hijo, Juan Carlos Tonko Paterito.

A Gabriela y su hijo los acompaña Carolina Huenucoy, presidenta de la comunidad kawésqar de Puerto Edén, donde los tres viven. Sus ancestros habitaron la zona desde hace más de 6.000 años y recorrían la geografía de canales y fiordos a bordo de sus embarcaciones. Entre 1918 y 1924, el misionero y fotógrafo alemán Martín Gusinde viajó hasta allá cuatro veces y retrató parte de las tradiciones de kawésqar, yaganes y selk'nam.

El registro de Gusinde es el primer documento visual de cómo vivían estas culturas en Tierra del Fuego. En el contexto de la muestra, el Departamento de Pueblos Originarios del Consejo de la Cultura organizó una conversación con miembros de estas comunidades, para conocer su visión.

La exposición de más de 150 fotografías abrió este martes 18  y estará disponible hasta el 18 de diciembre. En ella se pueden observar desde registros de ceremonias rituales hasta los rostros de los antepasados de Gabriela Paterito o Pamela Alvarado, una joven yagán de las nuevas generaciones. Para ella, estas imágenes tienen más importancia de la que se les otorga. En las fotos que cuelgan de las paredes del museo dice que están sus ancestros, pero le molesta que ninguno tenga nombre. "Al ver en galerías un rostro sin nombre, se le deshumaniza", afirma.

Estas fotos tienen nombres

Verónica Balfor y su hija Pamela Alvarado observan las fotografías de la exposición. Las acompaña María Luisa Muñoz Manquemilla, quien también integra la comunidad yagán que reside en Puerto Williams. Comenta que en la foto de la esquina inferior izquierda de uno de los muros está Kertie, la matrona de la comunidad yagán en su tiempo. "Nunca tuvo hijos, pero ayudó a que muchas mujeres fueran madres". Las tres recorren el Bellas Artes observando las imágenes de Gusinde. María Luisa Muñoz reconoce algunos rostros. No porque los haya conocido, sino porque se ha dedicado a estudiar el pasado de su pueblo con fervor. Allí, colgadas en la pared, ve las caras de bisabuelos, tíos, amigos de la familia, gente, pueblo… todos sin nombres.

Durante el diálogo en el que participaron las tres mujeres yaganes, Pamela Alvarado contó lo difícil que es para alguien de su generación hablar de su ascendencia indígena en un sistema educacional que, prácticamente, no reconoce sus raíces. "En el colegio aprendí que mi pueblo estaba extinto", dice. A su vez, María Luisa Muñoz cuenta que tiene una hija en segundo básico y que los libros de historia omiten o cambian los nombres de muchas culturas. Luego vuelve a los retratos. "Todas estas fotos… se venden libros con las fotos de mi pueblo, es un negocio… pero son nuestra familia. La gente en estas fotos tiene nombres".

Gabriela Paterito, narradora kawésqar.  Foto: Juan Farias / La Tercera.

El tabú kawésqar

Para un pueblo fueguino como el kawésqar -alguna vez llamado malamente "alacalufe"- la idea de las fotos es totalmente distinta a la de sus vecinos los yagán. La Abuela Gabriela dijo que le disgustó ver aquellas fotos de "gente antigua, gente que ya no está", como dice en su lengua natal.  Para ellos, según cuenta, ver fotos de personas que ya no están con ellos representa un tabú, tal como visitar algunos lugares prohibidos por las costumbres de su pueblo.

En la mesa de expositores se encuentra José Ancán (jefe del Departamento de Pueblos Originarios del Consejo de la Cultura), Cristian Baez (Departamento de Educación del CNCA) y Carolina Huenucoy, de la comunidad de Puerto Edén. La visión de ellos, respecto de las fotos, es mucho más crítica. Carolina Huenucoy dice que las fotos han encasillado cierta parte de la vida kawésqar, dejando fuera otros aspectos relevantes. Explica también que muchas de las imágenes que tomaron los antropólogos son montadas y construidas especialmente para mostrar aspectos sesgados de la realidad. "Una fotografía encasilla a un pueblo, así como el Estado ha encasillado a los pueblos indígenas", comenta.

Al igual que los yagán, el pueblo kawésqar es nómade y canoero, y una de sus características ha sido la navegación a en los canales del sur de Chile, que hoy está restringida para los pescadores y los navegantes, quienes necesitan un permiso especial. Para Carolina Huenucoy, esto limita el comportamiento natural de su comunidad, siempre presta al movimiento de sus miembros. Esta condición, según ella, tampoco puede ser representada en las fotografías. "¿Puede una foto, una imagen estática, fotografiar a un pueblo que siempre está en movimiento?", se pregunta.

Gabriela Paterito recalca que las fotos son una parte incompleta de su cultura. "No todo lo que sale en las fotografías tiene que ver con nosotros. Todos tenemos historias distintas", dice en su lengua kawésqar.

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