La pesadilla del Supertanker tras su regreso a Estados Unidos
El avión símbolo del combate a los incendios, que llegó a Chile el mismo día del desastre de Santa Olga, está entrampado en una ardua disputa con las autoridades forestales y aeronáuticas, que lo tiene imposibilitado de operar en ese país.
"Me hace sentir enfermo e increíblemente frustrado". La frase es poco común en la boca de la máxima autoridad de una firma, pero fue exactamente la cita que entregó hace una semana a la cadena estadounidense CBS Jim Wheeler, el CEO de Global Supertanker, la empresa cuyo avión se convirtió en un símbolo de la lucha contra los incendios en Chile al llegar justo el día de la tragedia de Santa Olga para combatir los fuegos.
"Quisiera darles una explicación racional para esto, pero no puedo", agregaba Wheeler, quien se enfrentaba otra vez al problema que ha detenido al Supertanker durante casi toda su existencia: la falta de un permiso formal para operar apagando fuegos de parte de la FAA, la agencia de aviación estadounidense.
A comienzos de enero, y apenas un par de semanas antes de los incendios en Chile, el tono del propio Wheeler era muy distinto. Tras meses de gestiones y apoyos de las autoridades del estado de Colorado –donde tiene su centro de operaciones-, el avión había logrado la autorización provisional para operar. Un pase que caducó este mes y que, en la práctica, significa que el Supertanker está impedido de participar en cualquier combate de incendios en territorio de EE.UU.
Las razones en EE.UU.
La versión de la autoridad estadounidense es consistente con el problema que el Supertanker ha enfrentado con sus modelos durante casi toda la última década. En un comunicado que fue consignado por CBS, el Servicio Forestal de Estados Unidos (o USFS, por sus siglas en inglés) explica el proceso por el que ha pasado el megaavión desde el año pasado.
"Pruebas realizadas en agosto y septiembre de 2016 indicaron que el sistema de tanques de Global Supertankers Service necesitaba ajustes para asegurar la apropiada emisión del retardante de fuego", indicó. "Estaba programado que la empresa hiciera otra prueba en el verano de 2016 para determinar si los temas habían sido resueltos, pero la compañía solicitó no hacer las pruebas para poder realizar misiones de apagar incendios a nivel internacional".
De acuerdo a la misma versión el USFS le dio un plazo extra al Supertanker para cumplir con las pruebas hasta el pasado 15 de junio, algo que finalmente no se cumplió. "Sabemos que podemos hacer el trabajo, pero estamos acá marginados", señalaba Wheeler sobre el proceso.
Un proceso lento
La situación es similar a la que provocó hace cinco años la quiebra de Evergreen, la primera empresa que inició el proyecto de los aviones Supertanker. De hecho, la firma proyectaba crear una flota de naves que combatieran incendios, pero el constante tira y afloja con las autoridades de aviación y forestales de EE.UU. provocaron que la firma dejara de operar en 2012.
En este caso, y después de su operación en Chile, las perspectivas para el Supertanker parecían más auspiciosas. Más allá del efecto que creó a nivel nacional, su desempeño también acaparó titulares en la prensa estadounidense, y en los meses inmediatamente posteriores sus portavoces derrochaban optimismo de cerrar contratos con agencias estatales para combatir los incendios.
Pero el proceso ha sido más complejo de lo previsto, y no sólo porque el interés sea limitado. De hecho, el Supertanker tiene cerrado un acuerdo con la agencia forestal de California para operar en caso de incendios; sin embargo, el contrato no puede ser activado hasta que el USFS y la FAA entreguen sus autorizaciones correspondientes.
La situación es tan crítica para la empresa que la semana pasada interpusieron una protesta formal contra la decisión del USFS de limitar los contratos a aviones que cargan hasta 20 mil litros de agua, siendo que la capacidad del Supertanker llega a los 72 mil litros.
En Chile, la imagen del avión sigue siendo mixta. Por una parte, se le reconoce tanto el efecto anímico que logró con su llegada como el hecho de que fuera una donación de particulares, algo por lo que Lucy Ana Avilés, la chilena que gestionó la venida del avión, ha recibido múltiples reconocimientos e incluso se ha reunido con figuras como el ex presidente Sebastián Piñera.
Pero por otra parte, el gobierno ha relativizado la eficacia del avión, con un informe dado a conocer hace dos meses donde se señalaba que, en términos técnicos, aportaba un porcentaje más bajo a apagar los incendios que otras naves.
Lo que está claro es que, a seis meses de su momento de gloria, el Supertanker sigue en una encrucijada a la que, por ahora, no se le ve un despegue claro.
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