La PSU según cuatro puntajes nacionales

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A un día de que cerca de 270 mil estudiantes rindan la Prueba de Selección Universitaria, cuatro jóvenes que ya pasaron por este proceso, y que se destacaron a nivel país, cuentan los beneficios que ello les trajo. Comentan sus visiones, positivas y negativas, de lo que vivieron, y entregan algunos consejos para las horas previas al test.




Apunta a magíster fuera de Chile

Erick Poulsen está a punto de terminar Ingeniería Civil con un magíster que alargó su carrera por dos años en la Universidad Católica. Luego, partirá al extranjero a un posgrado en investigación.

Cuenta que los beneficios que le trajo ser puntaje nacional en 2010 le sirvieron sólo al comienzo de su carrera y se desvanecieron a medida que avanzaban los años. "Al principio tienes beneficios para la matrícula, porque te ofrecen facilidades. Después tienes prioridad para la toma de ramos. Pero cuando vas terminando, en las becas de posgrado influyen más las notas que se obtienen dentro de la universidad y lo que aportas en otros ámbitos", relata. Además, a su juicio, "deberían crearse otras vías de acceso aparte de la existente. La PSU no es ideal". Tranquilidad, dormir temprano, una buena alimentación y salir con tiempo es lo que aconseja para los próximos días.

Mañana rinde el examen otra vez

Ivania Verdejo estudia Sociología en la Universidad de Chile. Fue puntaje nacional en la PSU del 2014 y, a pesar de eso, hoy planea volver a realizarla para estudiar una carrera relacionada con el trabajo social o arqueología.

Coincide con Erick en que aquel puntaje sólo le sirvió en los primeros años. Al ser de la V Región, de Viña del Mar, le permitió mudarse a Santiago y que sus padres pudieran costearlo. "Si no hubiera sacado puntaje nacional, no habría podido estudiar en la Universidad de Chile", cuenta. Cree que este sistema está marcado por la diferencia de género. "En la educación, en general, por ser mujer asumen que nos ponemos nerviosas para instancias importantes. Hay que avanzar a una educación menos sexista", dice. Agrega que el puntaje nacional muchas veces no significa ser el primero de la clase en los siguientes años.

Cambió tres veces de carrera

La historia de Cristóbal González es distinta. Desde que rindió la PSU por primera vez, ha estudiado tres carreras diferentes. En el 2010 se convirtió en puntaje nacional y entró becado 100% a la U. Adolfo Ibáñez. Dejó los estudios tiempo después. "No me pude la universidad, me quitaron la beca por las notas y no puede costearla. Era inmaduro", reflexiona.

La segunda carrera que estudió fue Licenciatura en Matemática en la U. Católica, para lo que utilizó nuevamente el puntaje nacional. "Entré directo, pero sin beca. La gente cree que un puntaje nacional te asegura el futuro, pero no es así. Estuve perdiendo el tiempo. Luego, di la prueba de nuevo y me fue bien igual", dice. Eso le permitió en 2013 entrar a Ingeniería en Información y Control de Gestión en la Universidad de Chile.

Cristóbal aconseja que mañana lo más importante es la tranquilidad.

Una egresada que eligió la música

Sofía Vaisman se tituló en la U. Católica en el programa de música con mención en composición. Cuenta que ser puntaje nacional la benefició social y económicamente. "Por el tema de las becas de excelencia y porque existe esta especie de altar donde ponen a los puntajes nacionales", comenta.

Cuando piensa en el futuro, siente que haber sido puntaje nacional no tuvo ninguna incidencia. Lo suyo, dice, es más fruto del esfuerzo personal en los años de carrera. "Puede haber una correlación, es decir, si eres 'mateo' en el colegio lo serás en la universidad, pero no depende del puntaje", dice. Al igual que los demás jóvenes, cree que la PSU no es la mejor opción para entrar a la educación superior. "Las respuestas son poco reflexivas y de poco contenido. La prueba no se corresponde en nada con las carreras que van a estudiar los estudiantes".

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