La reforma que cambió el sistema educativo de Louisiana después del huracán Katrina

Más transparencia, contratación de profesores competentes y creación de un sistema público-privado de administración de escuelas, fueron las propuestas que levantaron al sistema educativo de Louisiana después del huracán Katrina. John Puckett, cerebro de esta reforma, explica cómo aprovecharon una tragedia para aumentar el rendimiento académico de sus estudiantes.




Antes del Huracán Katrina, que arrasó con Nueva Orleans en agosto de 2005, el sistema educativo del Estado de Louisiana estaba en una situación crítica. Su desempeño en matemáticas y lenguaje para cuarto y octavo de primaria lo ubicaban en el lugar 41 entre 50 estados.

Tras el huracán, los daños en infraestructura escolar se estimaron en más de 800 millones de dólares; 65 mil estudiantes quedaron sin colegio y cuatro mil profesores fueron despedidos. Sin embargo, más que lamentarse por las pérdidas, las autoridades vieron una oportunidad de hacer un cambio radical en el sistema educativo. Para eso contrataron a John Puckett, director de The Boston Consulting Group y experto educacional, quien en menos de cinco años transformó la realidad de los niños y jóvenes que asistían a las escuelas de Louisiana: si en 2005 el 57 por ciento tenía un nivel considerado aceptable en matemáticas y lenguaje, esa cifra aumentó a 71 por ciento en el año 2009.

El "milagro", explica Puckett –quien estuvo en Chile como invitado al seminario "La buena educación" de Icare – se basó en cuatro acciones básicas. La primera de ellas, fue recontratar a los profesores y directivos pero con mayores exigencias, como estar bien evaluado o contar con capacitaciones recientes.

Además, transfirió 112 de las 128 escuelas públicas a una agencia estatal preocupada de establecimientos con bajos resultados, la que decidió entregar el 50 por ciento de estos colegios a privados, pasando de ser un sistema con un administrador único a uno de múltiples sostenedores, todos los cuales podían decidir si seleccionar a sus alumnos, tener curriculums propios y contratar directamente a sus profesores, pero a cambio, se sometieron a un estricto control estatal, pudiendo perder su concesión si no cumplían con el rendimiento esperado. "El estado sigue definiendo las reglas del juego y los niveles de desempeño exigido, lo que obliga a los privados a responsabilizarse de sus reformas en base a mediciones claras", explica Puckett.

Más transparencia
Otro de los pilares de la reforma de nueva Orleans fue el entregar información detallada de cada colegio a los padres, para que éstos decidieran. Así, en Internet es posible saber datos básicos de rendimiento de una escuela como horas de clases realizadas, nivel de capacitación de los profesores, resultados de pruebas e incluso, asistencia de los alumnos, todo en tiempo real. "Contar con información comparable, transparente y disponible es clave para poder tomar buenas decisiones, porque empoderar a los apoderados les permite cuestionar el sistema educativo", recalca Puckett.

La tecnología también jugó un papel importante: las salas de clases fueron equipadas con pizarras electrónicas y los alumnos de secundaria trabajaron con computadores personales.

A pesar de su éxito, Puckett señala que las recetas no debieran copiarse al pie de la letra. "Es necesario situar el sistema educativo dentro de un contexto, ya que las realidades de cada país son distintas y por ejemplo para algunos la educación privada puede funcionar de maravilla y para otros estatizar puede ser la solución".

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