Las mujeres, la religión y Sicilia en las fotos de Ferdinando Scianna
El fotógrafo de Magnum fue invitado al Festival Puerto de Ideas.
Antes que todo existió Sicilia. Ferdinando Scianna (1943) era un chico de 15 años cuando comenzó a fotografiar las calles de su ciudad natal. Cuenta que lo que lo movió al principio fue la posibilidad de conocer mujeres: "La cámara fue una excusa para acercarme al objetivo", bromea. Hoy convertido en un fotógrafo de prestigio mundial, declara que lleva a Sicilia en el corazón, a pesar de que la abandonó hace más de 50 años. "Vivo en Milán porque en Sicilia no había futuro como fotógrafo. A Sicilia le debo la dialéctica de la luz y la sombra que me acompaña hasta hoy en mi obra", cuenta el italiano, quien fue uno de los invitados estelares al Festival Puerto de Ideas en Valparaíso, que finalizó el domingo con 18 mil asistentes.
Luego de ganar experiencia como corresponsal para L'Europeo, en 1982, Scianna fue invitado a ser parte de la Agencia Magnum por Henri Cartier-Bresson. Allí consolidó su trabajo en blanco y negro, paseándose por todos los temas desde el paisaje urbano, hizo series de fiestas religiosas, el retrato a figuras como el cantante Luciano Pavarotti y el escritor Jorge Luis Borges, y se adentró en la foto de moda.
Quizás esta última incursión fue la más controversial siendo miembro de Magnum: en 1988 aceptó hacer un encargo para Dolce & Gabbana. "Tenía prejuicios sobre la moda, que era un tema superficial y de consumo. Al final lo hice y no lo dejé. Lo vivía como un pecado ideológico a mi Dios laico, Cartier-Bresson, quien se oponía a las fotos dirigidas y siendo yo un latino católico, se entiende que sin pecado no hay placer", dice Scianna, entre risas.
¿Cómo funciona Magnum hoy?
A nivel de administración muchas cosas no funcionan en Magnum.El mundo ha cambiando y Magnum trata de adaptarse. Los que estamos dentro hace más de 20 años siempre hacemos profecías sobre su fin, pero nunca sucede. Creo que se debe a su fuerte espíritu y también a sus mártires, Robert Capa, David Seymour y Werner Bischof, que murieron haciendo fotos. Entonces hay una responsabilidad cultural e histórica de que Magnum continúe. Nadie quiere arruinarlo. Está claro que Magnum no tiene problemas de espíritu, sino de comida, a veces le cuesta financiarse.
¿ Y usted ha logrado adaptarse a los cambios?
Tomo menos fotos que antes. Ya no tengo ese fuego sagrado que me impulsaba a salir a tomar fotos, quizás porque mis pies ya no quieren, pero también porque es el minuto de mirar atrás y ver lo que he hecho. Entonces, me he dedicado a publicar libros y a escribir. Me interesa el debate sobre la foto digital y el derecho de autor. Todas mis fotos están en internet y a veces las usan sin yo saber. También soy un defensor de la foto como documento más que como un arte. No me gusta la fotografía artística, esa foto abstracta que funciona como pintura. La pintura de una manzana nunca será como la foto de una manzana, que te dice que esa manzana estuvo ahí. Nada como la fotografía te revela la impermanencia del tiempo.
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