¿Por qué las ranas venenosas no se envenenan a sí mismas?

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Entender cómo funciona ésta toxina es clave para los científicos, pues les permitirá trabajar en el desarrollo de un nuevo y potente analgésico que no genera adicción en las personas.




Un nuevo estudio publicado en la revista Science ha respondido una pregunta que los científicos se han estado haciendo desde que descubrieron esta especie: ¿Por qué la rana tricolor ecuatoriana, una especie muy venenosa capaz de causar hipertensión, convulsiones e incluso la muerte, no se ven afectadas por su propio veneno?

De acuerdo a la investigación, los investigadores descubrieron que una pequeña mutación genética en estas ranas, un cambio en 3 de los 2500 aminoácidos que constituyen el receptor del sistema nervioso, previene que actúe en los propios receptores de la rana, haciéndolo resistente a sus efectos letales.

"Ser tóxico puede ser bueno para tu sobrevivencia, te da una ventaja sobre los predadores", indica Rebecca Tarvin, investigadora postdoctoral en Universidad de Texas en Austin y co-autora del estudio, en un comunicado de la universidad. "Entonces, ¿por qué más animales no son tóxicos? Nuestro trabajo demuestra que la gran limitante depende de que éstos organismos puedan evolucionar una resistencia a su propia toxina. Descubrimos que la evolución provocó el mismo cambio en tres grupos diferentes de ranas, y eso es bastante hermoso".

Por años, los expertos han tratado de utilizar al máximo esta toxina, conocida como epibatidina, pues puede actuar como un poderoso analgésico que no genera adicción. Basándose en ésto desarrollaron cientos de componentes de la toxina de la rana, incluyendo un medicamento que tuvo que ser descontinuado luego de que las pruebas en humanos demostraran que tenía efectos secundarios.

Este descubrimiento de la función de la toxina y su relación con los receptores del sistema nervioso es un gran avance para la medicina, pues da a los científicos nueva información sobre el epibatidina para desarrollar drogas que ayuden con el dolor y también para combatir la adicción a la nitcotina.

"Cada pedazo de información que podamos recaudar acerca de cómo éstos receptores interactúan con la droga nos acerca más a diseñar mejores medicamentos", indica Cecilia Borghese, otras de las co-autoras de la investigación.

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