Las razones que explican la violencia que afecta a México
Desde que asumió Peña Nieto a fines de 2012 y hasta julio pasado se registraron 55.325 asesinatos. La guerra contra los carteles iniciada en 2007 y la corrupción serían los factores detrás de esta crisis.
La masacre de 43 estudiantes a manos de tres sicarios, luego de ser detenidos por la policía en la localidad de Iguala, ubicada en el estado de Guerrero, capturó la atención mundial al poner de manifiesto la violencia que se vive en México. Porque tanto analistas como políticos consideran que se trata de la peor crisis política y de seguridad en lo que va del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, que se inició en diciembre de 2012. Incluso, el mandatario definió la situación como "un gran reto para el estado mexicano", y le prometió a los familiares de los jóvenes que se haría justicia. Y esta situación de crímenes se traduce en que en los primeros 19 meses del gobierno de Peña Nieto se registraron 55.325 asesinatos, a un ritmo de 2.900 homicidios por mes, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. El año pasado se registraron 22.732 homicidios, siendo el estado de Guerrero el que registra la mayor tasa de este delito.
En este contexto, en marzo del año pasado, el Consejo Regulador de la Industria y Servicios de Seguridad de la República Mexicana (CRISSRM) estimó que el incremento de grupos de autodefensa, agresiones a las fuerzas federales, estatales, municipales, Ejército y marina, más el ritmo de ejecuciones diarias, acerca al país a ser un "Estado fallido". Según el organismo Fund for Peace, México ocupa el puesto 105 de un total de 178 naciones en el ranking de estados fallidos y está calificado como "alerta alta". Sin embargo, la subsecretaria de Estado adjunta para el Hemisferio, Roberta Jacobson descartó que la ingobernabilidad o la crisis de violencia que se viven en Michoacán, Tamaulipas o Guerrero pueda servir como ejemplo de un "Estado fallido".
Para el historiador mexicano, Enrique Krauze la violencia que enfrenta el país no es política ni revolucionaria, pero tampoco es simplemente delincuencial. "Es una guerra civil -con fuegos cruzados y alianzas turbias e inestables-, entre los grupos organizados del crimen y del narcotráfico y también una guerra entre estos y las fuerzas del gobierno federal y los gobiernos estatales y municipales", señaló en un artículo de la revista Letras Libres.
Para muchos analistas la historia de violencia del país se comenzó a gestar en los ochentas en lo que se conoce como el "boom de la cocaína", cuando el 90% del consumo estadounidense se surtía a través del corredor marítimo y aéreo Colombia -Miami. Así, a comienzos de la década, el hondureño Ramón Matta Ballesteros puso en contacto a los traficantes de Sinaloa con los carteles colombianos. Esa sociedad hizo que pasaran US$ 5 millones por semana en cocaína hacia Estados Unidos. No fue sino hasta 2000 que el país vivió un cambio con la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el triunfo del Partido Acción Nacional (PAN), con el presidente Vicente Fox (2000-2006).
Para Krauze, la derrota del PRI tuvo efectos positivos como la división de poderes y ley de transparencia del gobierno federal, entre otros. Sin embargo, tuvo uno inesperado, porque "al limitar el poder presidencial, la democracia desató a los poderes locales, los legales (gobernadores, alcaldes) y los ilegales, los capos y los criminales. "Con el derrumbe del PRI las bases del sistema del poder se derrumbaron. Esa fue la clave de la quiebra mexicana", señaló el periodista Ioan Grillo en su libro El Narco.
En enero de 2007, el Presidente Felipe Calderón (2006-2012) del PAN, declaró la "guerra contra el narco" y ordenó al Ejército combatir a la Familia Michoacana. Como los primeros resultados fueron prometedores se generalizó la estrategia, más que con fines de seguridad fue con objetivos políticos, ya que quería conseguir una legitimidad de su gobierno, tras las disputadas elecciones de 2006. Los analistas critican su falta de planificación y aseguran que esto condujo a una explosión de los carteles. La solución para el gobierno fue el refuerzo de las 32 policías estatales para que funcionaran con un mando único. Así los municipios deberían entregar sus policías a los gobernadores. Pero esto nunca prosperó, porque muchos alcaldes se negaron a entregar sus agentes que, muchas veces, eran usados como guardia personal. Según el Instituto Nacional de Estadísticas la guerra contra el terrorismo de Calderón dejó 121.683 muertos.
Peña Nieto sucedió a Calderón en diciembre de 2012. El mandatario dejó de lado el discurso de la guerra contra el narco para adoptar el de las reformas estructurales del gobierno. En cuanto a seguridad, siguió la senda de Calderón pero tampoco ha tenido resultados. "Es un problema político", dijo el experto en seguridad Eduardo Guerrero al diario El País, "ya que los políticos no han sabido armar un mando único".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.