Latinoamérica Criminal: 13 escritores retratan la violencia en el continente
La antología de relatos apareció primero en la prestigiosa revista estadounidense McSweeneys.
Estaba feliz con sus regalos: zapatos, vestidos cortos, un bolso cargado de maquillaje y una peluca. "Voy a hacer de ti una diva, mami", le dijo su amante a Amy Winehouse. De tomar ron se pasaron al whisky. Y cambiaron las papas del menú corriente por carne fresca. Todo marchaba cada día mejor. Hasta que desapareció. El amante, "mi marido", como le decía ella, había partido rumbo a Miami.
Pero Amy Winehouse siguió trabajando. "Yo era una estrella. Yo era lo más exclusivo de La Habana. No te imaginas cuántos ricachones pervertidos iban una y otra vez a la casa, a mi cama, a repetir la dosis", dice Amy, la transexual protagonista de Perras.
El relato es del escritor cubano Jorge Enrique Lage (1979), una de las voces sub 40 más reconocidas de la narrativa actual de Cuba, y forma parte de la antología Latinoamérica criminal. El libro acaba de llegar a Chile editado por Literatura Random House. Son 13 escritores del continente. La selección del autor brasileño Daniel Galera fue realizada para aparecer en el N° 46 de la revista McSweeney's, publicado en abril pasado.
"Una trepidante antología de relatos que van mucho más allá del género, firmados por los escritores latinoamericanos del momento", dice el narrador estadounidense Dave Eggers (1970, Una historia asombrosa, conmovedora y genial), quien creó la revista en 1998 y que ha tenido entre sus colaboradores a firmas como Joyce Carol Oates, Michael Chabon y Jonathan Franzen.
Los latinoamericanos convocados son 13 autores de 11 países. Ahí están: Rodrigo Blanco Calderón (Venezuela, 1981), Rodrigo Hasbún (Bolivia, 1981), Mariana Enriquez (Argentina, 1973), Andrés Ressia Colino (Uruguay, 1977), Santiago Roncagliolo (Perú, 1975), Rodrigo Rey Rosa (Guatemala, 1958), Andrés Felipe Solano (Colombia, 1977), Juan Pablo Villalobos (México, 1973) y el mencionado Lage. De Brasil aparecen Carol Bensimon (1982), Bernardo Carvalho (1960) y Joca Reiners Terron (1968). El único chileno es Alejandro Zambra (1975).
Las aventuras que conforman Latinoamérica criminal son diversas. Y no sólo porque los escenarios son distintos: de las favelas al Malecón habanero. "Algunas historias giran en torno a cadáveres, mientras que otras solo apuntan una brutalidad en potencia", anota en la introducción del volumen Daniel Galera.
Sin sangre
Decidió instalarse en la antigua casa familiar ubicada en el barrio de Constitución, en Buenos Aires. "La casa de mis abuelos paternos, una mole de piedra y puertas de hierro pintadas de verde sobre la calle Virreyes, con detalles art déco", escribe Mariana Enriquez en su cuento. Del pasado calmo y glorioso, ahora las calles del barrio estaban tomadas por traficantes de drogas y prostitutas. A pasos de la casa duerme en colchones viejos un niño junto a su madre embarazada.
El noticiero de la mañana anunció la muerte de un niño decapitado. "¿Había narcos así en Constitución? ¿Como los que me sorprendían cuando leía sobre México?", se pregunta la narradora en El chico sucio.
Mientras, Santiago Roncagliolo incluye en su cuento La cara a un conocido: el fiscal Félix Chacaltana, protagonista de Abril rojo.
"A lo largo de su carrera había levantado todo tipo de cadáveres: muertos conocidos y desconocidos, muchos de ellos indocumentados. (...) Pero para el reconocimiento hacía falta que el cuerpo tuviese una cara. Y éste no tenía", dice el narrador sobre Chacaltana, quien así comienza un vertiginoso viaje por los rincones más oscuros de Lima.
El relato América, de Juan Pablo Villalobos, es uno de los más apegados a las reglas del género policial. Parte con un crimen, luego incluye a un inspector y su secretaria. En sus páginas hay corrupción, y mucha. A su vez, la historia que desarrolla Rodrigo Rey Rosa, en 1986, es la de un hombre preso en un cuarto, en un bosque, parte de un territorio limítrofe de Centroamérica.
Y Zambra narra la vida de Yasna, quien fue violada durante años por un pariente en su propia casa. Pero el autor nacional no quiere hacer trampa: "Lo que quieren es simplemente una sangrienta historia latinoamericana", anota, refiriéndose a la petición de aparecer en una antología titulada Latinoamérica criminal.
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