Legado Donoso

<img alt="" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200911/586906.jpg" style="padding: 0pt; margin: 0pt;" width="60" align="left" border="0" height="13"> Lo de artista lo lleva en la sangre, es algo propio, que él traspasa a su tiro de cámara, a su forma de vivir y a las ganas de seguir creando, muestra de aquello es su última incursión en el mundo vitivinícola. Aquí algo de su historia y de su casa.




Al fotógrafo Julio Donoso el gen artístico le viene como herencia de la sangre de su madre. Esto se comprueba conversando y mirando fotos con él. En ningún momento deja de mencionarla, Paulina Viollier, una revolucionaria de la moda de los 70 y dueña en Chile de las boutiques Elle y VOG.

Julio recuerda los 20 años que vivieron en París y cómo ella incentivó esta faceta artística que hoy lo hace reconocido como fotógrafo de moda y publicidad, una profesión que descubrió paradójicamente mientras estudiaba economía. "Vivía en Francia y la fotografía iba a ser un pasaporte extraordinario para descubrir el mundo", relata Julio, quien cree además necesario tener un equilibrio entre la veta artística y el sentido de los negocios. Una combinación que él muy bien ha sabido conjugar.

Su proyecto actual se enmarca en nuestra identidad nacional, a través de imágenes que ha ido tomando a cientos de personajes chilenos, desde Putre hasta la Patagonia, y que se adelantan en ciertos rincones de su casa donde los vemos expuestos "dejarán una constancia de cómo éramos los chilenos en el Bicentenario", afirma.

En los últimos años, Julio se ha marginado de la industria comercial fotográfica para volcarse a un trabajo "más de escala humana y artesanal, como es el retrato frontal en blanco y negro", cuenta, mientras nos pasea por su casa-estudio en Vitacura, proyectada hace 40 años por el arquitecto Federico Elton y posteriormente remodelada casi en su totalidad.

"La casa de la luz", es el nombre con que se refiere a este espacio de vida que a su vez le genera muchos recuerdos de infancia por ser el mismo barrio donde transcurrió su niñez y su etapa escolar en la Alianza Francesa. Aquí abundan los muebles de época, muchos traídos de su estudio parisino, y los patchwork, quilt y mostacillas que heredó de su madre.

Junto a Josefina y Clara, sus hijas que lo visitan, además de Theo y Thao, sus perros de raza chow chow, este hombre pasa sus días repartidos entre el lente de la cámara y su trabajo agrícola en Casablanca, donde es socio con el viticultor y poeta francés, André Ostertag, de la viña Montsecano. "He podado y plantado para aprender yo mismo sobre el pinot noir", relata Julio, quien se incorporó en este mundo enológico hace cinco años en forma paralela a su oficio fotográfico.

Así de diverso es Julio Donoso. Un hombre apasionado que además acaba de concluir una exhibición acerca de la vida y obra de su querida madre en la Galería Jorge Carroza.

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