Madres sobre 36 años tienen mejor vínculo temprano con sus hijos que las más jóvenes
La experiencia de tener hijos anteriores o haber presenciado la crianza de sus sobrinos les da mayor seguridad y entendimiento de por qué sus niños se estresan.
La proximidad y el vínculo que tenga una madre con su hijo serán determinantes en el desarrollo del pequeño. Y aunque ese apego siempre existe, no necesariamente será beneficioso. Para que el apego sea seguro y le otorgue al pequeño una multiplicidad de beneficios durante su vida, la madre deberá ser capaz de contener el estrés que tiene su hijo y que se presenta desde los primeros días de vida.
Las mamás que le otorgan un apego seguro a su hijo suelen darse cuenta perfectamente de lo que a sus guaguas les pasa y son capaces de contenerlas. Y esta capacidad está más desarrollada mientras más edad tiene la madre.
Esa es una de las conclusiones a la que llegó un estudio chileno llevado a cabo por expertos de la Universidad del Desarrollo y la Universidad de Chile. La investigación, realizada a 130 niños con sus respectivas madres, fue publicada en la Revista Argentina de Clínica Psicológica y reveló que las madres desde 36 a 46 años de edad presentaron un 87% apego seguro con sus hijos. En tanto, las madres de 13 a 18 y de 19 a 35 tuvieron sólo 70% de apego seguro.
MÁS EXPERIENCIA
Después de haber colaborado en la crianza de los sobrinos o de haber sido testigo de cómo sus amigas lograban descubrir qué significaba determinado llanto de sus bebés, no es extraño que una mujer madura, de más de 36 años, logre un mejor vínculo temprano con su hijo, que una mujer de 25. Sobre todo, si esta mujer ya tiene una vida estable y su seguridad en sí misma ha alcanzado un excelente nivel.
Esas son las razones que esgrime Felipe Lecannelier, sicólogo y director del Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño (Ceein), quien dirigió esta investigación. Aunque el experto señala que este resultado no se puede extrapolar a todos los casos, porque la muestra de madres mayores de 36 años era más bien menor, hay otros estudios internacionales que confirman la tesis de que mientras mayor sea la madre, más apego seguro generará.
Uno de ellos es el recopilado por la revista Infant Behavior & Development. Los investigadores de la Leiden University (Países Bajos) descubrieron que tanto en familias negras como blancas, la edad era un factor común cuando había diferencia de apego: mientras más edad tenía la madre, más apego seguro había.
Según Mónica Kimelman, siquiatra de la Universidad de Chile que también participó del estudio chileno, la clave del apego seguro en la madre está en tener un proyecto de vida personal armonizado que le dé posibilidades síquicas y físicas de contener al niño. "Esto es positivo en términos de la tendencia que se está dando actualmente, donde la edad de una mujer cuando tiene su primer hijo es cada vez mayor", comenta la especialista, y agrega que las mamás mayores son personas que probablemente planificaron el nacimiento de su hijo. Tienen todo estudiado.
Por otra parte, una madre por sobre los 36 tiene mayores posibilidades de haber tenido hijos antes, lo que le da más experiencia y argumentos.
IDENTIFICAR EL LLANTO
Los niños viven pequeños episodios de estrés todo el día. Si una guagua de dos meses tiene frío, su respuesta a la ansiedad por conseguir calor será simple: llorar. Lo mismo pasa con otras situaciones, como el hambre, reflujo, cólicos, ruidos o desconocimiento. La mamá capaz de saber cuál de las infinitas alternativas es la correcta tendrá la destreza para acoger al pequeño, satisfacer su necesidad y calmarlo.
Como explica Lecannelier, las mamás que leen mejor a los niños, los atienden mejor. Son mujeres que miran más a sus hijos, se preguntan qué sienten o qué piensan. "Las mamás más seguras son las más curiosas de lo que el niño hace", dice, y agrega que otra característica especial en ellas es que tienen la capacidad de darse cuenta de lo que a ellas mismas les sucede. Un autoconocimiento que se consigue con el tiempo.
CLAVES PARA MEJORAR EL APEGO
Lo principal es saber leer a los niños. Para ello hay que acercarse a amigas, a la mamá, a la suegra y, en general, a mujeres con experiencia materna y que tengan la capacidad de distinguir cuándo es un cólico o hambre lo que hace llorar al bebé.
Una vez que se sabe qué origina la ansiedad del pequeño, hay que intentar distintas maneras de contenerlo. La idea es que el niño sepa que sus padres estarán ahí cuando él lo necesite.
Como explica el sicólogo Felipe Lecannelier, la clave en una mamá capaz de otorgar apego seguro está en preguntarse siempre cómo se sentirá su hijo frente a alguna situación.
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