Manifiesto: Cathy Barriga, alcaldesa de Maipú

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En su manifiesto, la alcaldesa de Maipú repasa varios aspectos de su vida. Reflexiona sobre la importancia de su paso por televisión, de la moda en su vida y su balance en sus primeros meses en el municipio. Además, cuenta como ha enfrentado las críticas por su forma de ser.




Me gustaría ser recordada como la mejor alcaldesa que tuvo Maipú. En seis meses hemos logrado bastante y quiero que así sea en cuatro años. Vivo el presente, pero espero que mi gestión sea muy recordada. No me he planteado postular a otros cargos, los vecinos me lo piden, pero yo vivo el día a día.

Cuando niña soñaba con ser auxiliar de vuelo. Amaba los uniformes y el concepto de las niñas con su maletita, bien femeninas, todas preocupadas. Hubo un tiempo en que estaban de moda unas muñecas azafatas y todas soñábamos con eso. El problema es que les tenía terror a las alturas y a los aviones.

Yo decidí entrar en política por la gente. Nunca se me pasó por la mente ser alcaldesa. No busqué la política, me ofrecieron postular a Core por la comuna y ahí empezó todo. Después los vecinos me pidieron que postulara al municipio. Ellos saben que soy de una sola línea. Duermo tranquila, eso es lo mejor que le puede pasar a una persona.

De pequeña me apodaban "Heidi". Vivíamos muy cerca del cerro, en lo que hoy es Peñalolén. Subía a jugar a los cerros. Mi infancia fue cazar mariposas y guarisapos.

Mi primer trabajo fue vestida de botella retornable de Coca Cola. Era promotora, estaba todo el día parada con una bandeja en el supermercado y me pagaban 4.900 pesos diarios. Trabajo desde los 16 años, desde chica empecé a buscar pega. Trabajé de secretaria, de anfitriona, repartiendo volantes y de promotora, hasta llegar a la televisión.

Les corto el pelo a mis hijos y a mi esposo. Aprendí mirando a mi mamá. Ella tuvo una peluquería por muchos años. Yo veía y aprendía. Ahora les corto el pelo a todos mis hombres.

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En el colegio imponía moda. Daba vuelta la blusa y me la amarraba para atrás. Usaba la chasquilla parada con laca. Me decían la Cindy Lauper y me gustaba el estilo de Madonna, bien ochentera. Era loca para vestirme. Me llamaban la atención por eso, era una niña muy revoltosa. Un día les puse un 7 a todos mis compañeros en filosofía. Bien solidaria, siempre.

La presentación personal es muy importante. Es algo que he cultivado en mi cargo. No voy a ir con una minifalda o con un escote si quiero tener la atención en una reunión. Me gusta la formalidad cuando trabajo. Luego puedo ser la Cathy lady, la rockera y la hippie, depende de lo que quiera comunicar. Tengo varios conceptos. Soy un popurrí de cosas y no sigo un único referente de moda.

En la calle me saludan motoqueros, rockeros y punks que recuerdan a la "Robotina". Maldita Sea fue un programa de culto y todos ellos lo seguían. Cuando llegué estaban Salfate y el "Pera" Cuadra, dos gorditos simpáticos sentados en un sillón viendo películas. Yo no entendía nada. La "Robotina" nació ahí. Nadie me dijo qué hacer, yo improvisaba.

La televisión fue importante para mí y no me arrepiento de nada. Que hoy sea alcaldesa, en parte, es gracias a ese paso. Ser una de las más queridas de Mekano fue algo muy potente. Se habla de la parte más frívola del programa, pero también había un trasfondo social. Ayudamos a mucha gente. De ahí canalicé muchas de las cosas que me gustan hacer en lo social.

Me encanta Hello Kitty. Me cuestionan mi gusto por el color rosado, pero veo a muchas mujeres en política que se visten enteras de rosado. No sé si a mí me han visto vestida así. No tengo que demostrarle nada a nadie. Los que no quieren construir no tienen cabida en esta administración.

Entre las mujeres es que nacen las peores descalificaciones. Usan el Ni Una Menos, pero después andan tratando de cabeza hueca a las que son distintas. Me gusta arreglarme desde chica, pero también me encantan las mujeres que van más relajadas por la vida. Todos los fanatismos son malos. Hay matices. Y la mujer, como concepto, es de matices. No pertenezco a ningún movimiento, soy mujer y defiendo a todas las mujeres.

Joaquín Lavín Jr., mi pareja, no sabía que yo había estado en Mekano. Nos conocimos porque fui a trabajar en un evento para la candidatura de su mamá a concejala. El venía llegando de España y no conocía el programa. Nos juntamos en un servicentro y el flechazo fue inmediato, pero ambos estábamos en pareja. Pasaron cuatro años y nos hicimos amigos. En un momento terminamos nuestras relaciones, nos vimos solos y las cosas de la vida nos unieron. El me buscó, eso sí.

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