Manifiesto: Maite Alberdi, documentalista

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El día después que se murió mi abuela fue lo más difícil de grabar. Llevábamos cinco años grabando para la Once, todo el mundo sabía qué hacer. Entonces, como que no había que dirigir. Fue un lindo duelo, vivirlo con sus amigas, desde otro lado. La película no se trataba de mi pena ni de la muerte como algo terrible, sino de la nostalgia por una buena vida. Me tenía que ubicar desde ahí.

Nunca he ganado menos plata por ser mujer. Nunca me he visto enfrentada en mi trabajo a una lógica machista. La industria cinematográfica es muy injusta en ese sentido, pero pasa más en la ficción en el documental. Ni una Menos me parece una lucha importante, pero debemos marchar no solo en el terreno emocional sino que debemos aterrizar y exigir. Marchemos también para que nuestro plan de Isapre sea igual que los hombres, por ejemplo.

A los directores de ficción nunca les preguntan si quieren hacer documentales. Pero a mí, todo el mundo me pregunta si quiero hacer ficción. No entiendo porque pasa eso, pero es súper heavy. Para mí es cine, son películas, no hago esa distinción. Trabajo con otros materiales pero quizás el día de mañana haga una ficción. No sé, no estoy segura.

Pasé por miles de hobbies. Bailé flamenco por siete años y jugué volleyball. Como era la más chica, era levantadora. También practiqué hockey, toqué guitarra y me metí a clases de pintura. He hecho todas las actividades posibles que he podido tener. Voy cambiando cada cierto tiempo. Ahora me estoy dedicando harto a la natación.

Saqué 800 puntos en la PAA de matemáticas, fue súper ridículo que eligiera una carrera humanista. Me faltó una pregunta para sacar puntaje nacional. Siempre me gustó estudiar y en matemáticas me iba bien. Habría sido feliz haciendo cosas con números. Quería estudiar cine pero en esa época no había muchas escuelas. Como quería una formación humanista me decidí por entrar a Licenciatura en Comunicación Social.

Me gusta ir a mirar gente. Cuando éramos chicos íbamos con mi mamá de vacaciones a las playas más pobladas a mirar a las personas. Todo lo contrario a lo que uno busca para veranear. Siento que hay muchas historias por contar en la vida que son mucho mejores de las que yo podría escribir. Es como ese cliché, la realidad supera a la ficción.

Nací vieja, nunca me ha interesado mucho salir a carretear. Hubo un tiempo en el colegio cuando chica en que iba a discoteques con mis amigas pero de ahí nuca más. Me gusta salir con amigos, pero no a la mega fiesta con un montón de gente. Prefiero estar en casa, nunca fui de salir a conocer. Feliz salgo a bailar pero voy en torno a relaciones que conozco.

Escucho puras canciones que si las reconozco sería mi muerte social. Me se de memoria todos los clásicos de radio AM. No tengo un gusto muy refinado en cuanto a música. Me gustan cosas clásicas, que son objetivamente buenas, hasta cantantes de música romántica que son lo peor de lo peor. Gozo de la misma forma. Mi marido se ríe de mí, puedo pasar de escuchar un disco de The National a escuchar Alejandro Sanz con la misma pasión.

Todas mis películas han sido exhibidas por TVN pero en un horario que no las ve nadie. Te pasan un sábado a las una de la mañana. Acá no existe un canal público real, con vocación pública. Funcionan con la ley de competencia, tienen que generar contenido. Hay una desconexión total entre la producción cinematográfica y los canales de televisión. Eso solo pasa en Chile.

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