Muere Charles Manson, el rostro de la pesadilla hippie norteamericana

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El líder de un famoso culto que realizó salvajes asesinatos en 1969, falleció tras 48 años en prisión. Con sueños de fama, consiguió que jóvenes de clase media lo siguieran y mataran bajo sus órdenes.




Charles Manson debería haber muerto antes. Fue condenado a la pena capital en 1971, junto a las tres mujeres que eran parte de su culto de seguidores -luego se sumó un cuarto miembro que fue juzgado aparte-, por el asesinato de siete personas. El caso fue conocido como los asesinatos Tate-LaBianca, y recordado por incluir como víctima a la actriz hollywoodense Sharon Tate, esposa del director Roman Polanski, quien en ese momento tenía ocho meses y medio de embarazo, y recibió 16 cuchillazos.

Manson y los miembros de su "familia" estaban condenados a morir, pero el estado de California abolió la pena de muerte en 1972, cambiando el destino de los asesinos más famosos de su época en Estados Unidos a cadena perpetua. El domingo Manson cumplió entonces el final de su sentencia, muriendo tras las rejas y por causas naturales. Tenía 83 años, y llevaba 48 en prisión. Ya antes de los asesinatos, su vida había estado marcada por las instituciones, la cárcel, la pobreza y la sed de fama.

Charles Maddox fue hijo de una madre alcohólica y heredó el apellido de su padrastro, William Manson. El pequeño Charles pasó por varias viviendas en su infancia, hasta convertirse en un delincuente juvenil y trasladarse de correccional en correccional. Para muchos, incluida la teoría de la biografía Manson (2013), de Jeff Guinn, Manson es el mayor símbolo del fracaso del sistema de reinserción norteamericano, incapaz de reformar a un niño iletrado y nacido en la pobreza, y que en los sistemas de justicia sólo ahondó sus problemas sicológicos y violencia.

Esa bomba de tiempo que era Charles Manson se terminó de armar en 1967, cuando tras más de una década entrando y saliendo de prisión por diversos crímenes, llegó al epicentro hippie, San Francisco, en pleno "verano del amor". Fue en sus calles, lejos del cliché de paz y flores, que se encontraban jóvenes desilusionados con el país, abandonados por sus familias y entregados a la experimentación. Manson tocaba guitarra y componía canciones y esperaba hacerse famoso. Entonces fue reclutando a jovencitas que en varios casos pertenecían a la clase media estadounidense y que encontraron en este "maestro" un refugio a familias quebradas y baja autoestima. Así se armó "la familia", que se instaló luego en un estudio de cine abandonado en las afueras de Los Angeles, donde se vivía en comunidad y se buscaba comida en la basura para llevar a la mesa. En una fiesta, Manson conoció al baterista de los Beach Boys, Dennis Wilson, y aunque puso todas sus esperanzas y las de sus seguidores en que ese contacto lo llevaría a grabar un disco, eso nunca se concretó.

En lugar de ello, todo terminó en una de las mayores pesadillas que ha sufrido el país -la escritora Joan Didion describió el caso como el día en que se acabaron los años 60-, cuando el 8 de agosto de 1969, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel, Charles "Tex" Watson y Linda Kasabian (quien después sería el testigo clave de la fiscalía, y quien estuvo encargada de la vigilancia esa noche), se tomaron la casa de la actriz Sharon Tate. Manson conocía el lugar porque ahí había vivido el productor musical, y amigo de Dennis Wilson, Terry Melcher, que no se interesó mayormente en el trabajo del aspirante a estrella. Los secuaces de Manson, a pedido de su líder y en un frenesí de drogas y violencia, buscaban generar una guerra racial que terminaría con ellos mismos al mando. Así, aterrorizaron, golpearon y acuchillaron a Tate y sus amigos. Al día siguiente, Manson instó, aunque nuevamente sin ensuciarse las manos, a sus seguidores -ahora incluyendo a Leslie Van Houten-, a asesinar a un pequeño empresario llamado Leno LaBianca y su esposa, elegido al azar y generando aún más caos en una aterrorizada ciudad de Los Angeles. Escribieron con sangre "cerdos" y "Helter Skelter" (ver recuadro) en la pared.

La familia Manson se trasladó al desierto, mientras la policía indagaba desconcertada los salvajes crímenes sin explicación. La banda cayó sólo cuando Susan Atkins, apresada por otro motivo, comenzó a vanagloriarse de los asesinatos Tate-LaBianca en la cárcel.

Tras un alocado juicio, que incluía a seguidoras de Manson haciendo cánticos en el estrado y otras cuantas alojando fuera de la corte, vinieron las condenas. Manson se transformó en un ícono de la cultura pop y fenómeno de obsesión mundial, fuente de libros, películas, canciones y más. Una docena de veces se le negó la libertad condicional y nunca mostró arrepentimiento por los crímenes, de los que negó culpabilidad. El resto de los asesinos de la "familia" siguen en prisión, excepto Susan Atkins, quien murió de cáncer tras las rejas.

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