Muere Ray Manzarek, el cerebro creativo de The Doors

El tecladista del cuarteto y dueño de uno de los sonidos más reconocibles de los 60 murió ayer, a los 74 años, víctima de un cáncer.




"Aporté el sentido apolíneo del orden a alguien que se dejaba arrastrar por la locura dionisíaca". Bajo esas figuras míticas, Ray Manzarek explicaba una de las químicas creativas más prolíficas de la música: su trabajo con Jim Morrison al frente de The Doors. Porque mientras el vocalista era combustión pura, símbolo de excesos y erotismo, su camarada se alzaba como su contraparte intelectual capaz de facturar texturas únicas gracias a su teclado, en uno de los sonidos legendarios de los 60.

Se trata del mismo legado que ayer tuvo su desenlace: Raymond Daniel Manzarek murió a los 74 años en la ciudad alemana de Rosenheim y aquejado de un cáncer hepático, según confirmó el Facebook del conjunto. Además, el comunicado menciona que se trató de una extensa batalla contra la enfermedad, pese a que el instrumentista siempre la camufló en silencio. De algún modo fue la actitud que cruzó su trayectoria: el rol secundario ante la vorágine encarnada por Morrison.

En 1964, y mientras estudiaba cinematografía en la Universidad de California (UCLA), tropezó en Venice con uno de sus compañeros, Jim Morrison, quien le mostró una de sus composiciones. Impresionado, lo fichó para la agrupación que tenía con sus hermanos, Rick & The Ravens. Ahí se topó con su primer problema: su prole no toleraba los arranques del vocalista. Solución: en una muestra de lealtad que Manzarek mantuvo incluso tras la muerte de su camarada, expulsó a sus hermanos y armó su propia banda, invitando al guitarrista Robby Krieger y al baterista John Densmore, el cuarteto inmortalizado como The Doors. Con elenco definitivo, el pianista se enfrentó a un segundo acertijo: el grupo no tenía bajista. ¿Solución? Manzarek tomó su teclado Rhodes para reemplazar el timbre rítmico del bajo y marcó para siempre a generaciones completas de músicas, gracias a su protagonismo en temas tan diversos como Light my fire o Alabama song (Whisky Bar).

Tras la muerte de Morrison, decidió guardar casi tres décadas de luto y evitó la explotación excesiva de material póstumo. Hasta que las ofertas lo hicieron repensar y en 2001 revivió su legado junto a Krieger y a distintos clones del fallecido cantante, mientras recibían los dardos críticos de Densmore. Para equilibrar, trabajó con figuras más recientes, como "Weird Al" Yankovic y Skrillex. Pero siempre bajo la sombra de herencia capital.

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