Ocho historias que retratan el estilo empresarial de Guillermo Luksic

Detallista, exigente y duro negociador fueron características del empresario fallecido esta semana a los 57 años, como lo muestran los siguientes episodios inéditos de su carrera.




Debut empresarial: a los 21 años su padre le ofrece la gerencia de Colcura

A sus 21 años de edad, Guillermo Luksic ya se aprontaba a hacer su debut en el negocio de la familia. En el marco del Premio ESE a la Familia Empresaria que recibió el grupo en 2008, recordó sus primeros pasos en el holding Quiñenco, tras estudiar Derecho en la Universidad de Chile, carrera que dejó inconclusa para asumir en el grupo. "Tenía 21 años cuando bajaba por la (avenida) Costanera en el auto de mi padre y me dijo: 'Hijo, me gustaría que te hicieras cargo de la gerencia de la Forestal Colcura' (... ). Era una empresa forestal de envergadura y yo quedé sorprendido. Como consecuencia de eso me fui vinculando a la vida industrial", relató el empresario, en el encuentro al que asistieron sus hermanos Andrónico y Jean Paul, junto al resto de su familia.

En la oportunidad, valoró que su padre lo haya involucrado de joven en el negocio. "Es importante en los negocios de familia que los padres incorporen tempranamente a sus hijos y que no hagan la tontera de quedarse apernados en sus sillones y no entregar nunca, hasta el último día (su cargo en el negocio), porque eso impide que los hijos tengan la experiencia...", sostuvo Luksic.

"Afortunadamente, para mi formación estuve cuatro años /al menos trabajando codo a codo con él (...). Eso me ayudó a formar mi mentalidad de empresario", concluyó en esa ocasión.

Negocio minero: su rechazo a la inversión en Pakistán

Aunque en el negocio minero no participaba con la misma intensidad que en las otras áreas, Guillermo Luksic seguía de cerca los avances de los proyectos que su hermano Jean Paul Luksic proponía para elevar la producción de cobre de Antofagasta Minerals. Fue en 2006 cuando se llevó a directorio la aprobación del millonario proyecto Reko Diq, en Pakistán. Guillermo rechazaba la iniciativa. "Nunca le gustó la idea", recuerda un ejecutivo cercano al grupo. Su principal preocupación radicaba en los riesgos que se corrían en la zona, por los conflictos geopolíticos. El tiempo le dio la razón. Hoy, la iniciativa está fuera del plan del grupo debido a que el gobierno local de Pakistán canceló la licencia de exploración. "El era un empresario con visión de largo plazo y visionario. Hoy se entiende ese rechazo", comenta un alto ejecutivo minero. Por eso también, indica, fue el único de los hermanos del clan que nunca viajó a Pakistán durante los seis años que Reko Diq estuvo en la cartera de proyectos.

El que sí le gustaba fue Esperanza. Guillermo Luksic conocía desde su infancia el yacimiento, de la época que junto a su hermano Andrónico salían a recorrer el desierto acompañando a su padre, Andrónico Luksic Abaroa, a bordo de su todoterreno. Por eso se preocupaba por la demora del estudio de factibilidad y llamaba a la plana ejecutiva directamente para preguntar por los avances. "Quería que el proyecto se aprobara rápidamente", relata un cercano.

Energía nuclear: la idea que tenía en mente para el grupo

En 2011, Guillermo Luksic presidió el comité empresarial creado entre Chile y Francia para promover las energías renovables, entre ellas, la nuclear. Con este cargo, el empresario viajó hasta Francia, donde recorrió las instalaciones de la central nuclear que GDF Suez opera a través de Tractebel, en Liège, Bélgica. Una de las cosas que le asombró fue que la unidad estaba emplazada en plena ciudad y no en una zona desértica, como se acostumbra con este tipo de instalaciones. Gracias a esta visita, relata un promotor del viaje, se convenció de que esa energía era necesaria para Chile. En la visita, indican, Guillermo Luksic realizó varias consultas y se mostró muy interesado en saber más sobre esta tecnología. "Si la energía nuclear genera los consensos necesarios en nuestro país, me parece que es una alternativa tremendamente válida", señaló entonces. Su visión era que el Estado chileno debía participar en la potencial construcción de una central nuclear. "Me parece que podría ser una alternativa que el gobierno coparticipara, en un principio, hasta tener la seguridad de que esta es una cosa que camina, que funciona, y luego mantener o dejar su participación. Son experiencias que se han vivido en Europa y que es necesario mirarlas", pensaba. Una de sus ideas, recuerda un ejecutivo consultado, era que el grupo también se involucrara en la llegada de esta energía al país.

Vapores: la última exigencia antes de cerrar el acuerdo con Claro

Hace dos años, Luksic puso sus ojos en la Compañía Sud Americana de Vapores, hasta ese momento el buque insignia del grupo Claro. Las tratativas, que duraron tan sólo un día, fueron "rápidas, a ratos amables y en otros muy duras", recuerda hoy un alto ejecutivo. La oportunidad se presentó a comienzos de 2011: el grupo Claro, tras anunciar un aumento de capital por US$ 500 millones y la venta de 49% de su filial Saam, recurrió a Celfin para buscar potenciales interesados en la operación. Fue el propio Guillermo Luksic, relatan testigos, quien tomó la iniciativa y muy pronto ambas partes se sentaron a negociar, con Francisco Pérez Mackenna por el lado de Quiñenco, y Juan Antonio Alvarez por el lado de Claro.

La oferta llegó por la mañana de un lunes, en la noche fue aceptada y el acuerdo quedó listo para ser zanjado. Pero faltaba un detalle, una última exigencia del presidente de Quiñenco, que sellaría el definitivo ingreso del conglomerado a la empresa y su posterior toma de control. Guillermo Luksic pidió reunirse con María Luisa Vial, viuda de Ricardo Claro. Quería saber cómo serían recibidos por los dueños de la empresa. En esa cita privada, cuentan cercanos, despejó todas sus dudas. Hoy, los Luksic controlan 37,4% de la operadora marítima, que tras reducir sus pérdidas en US$ 936 millones en 2012, dio por finalizada su reestructuración.

Negociador sagaz: el encuentro con Juan Villalonga en Brasilisa

Blas Tomic dirigió en los 90 VTR, entonces de los Luksic. VTR y Telefónica de España exploraron en 1997 negocios conjuntos, que terminaron con la venta de su negocio celular a la europea. Juan Villalonga, el poderoso mandamás de Telefónica, los invitó a negociar a Brasilia. Tomic y Guillermo Luksic viajaron desde Buenos Aires en el avión del empresario y se reunieron con Villalonga en un club de polo. Villalonga era teatral y tenía, describe Tomic, una inmensa autoimagen de sí mismo. Los invitó a almorzar y, hacia el final, en un acto inesperado, Villalonga probó sin permiso el postre de Luksic. "Instantáneamente, Luksic tomó su cuchara e hizo lo mismo en el postre de Villalonga. Todos los que estábamos ahí entendimos que había nivelado la mesa de negociaciones", cuenta Tomic. El ejecutivo recuerda que a inicios de los 90, VTR competía con CTC por la compra de Cablexpress. El día del triunfo, Tomic y Felipe Lehuedé se reunieron con los vendedores a las 5 de la tarde. En la mesa pusieron su última oferta y dijeron que, si se levantaban de la mesa, no volverían a hacer otra. La estrategia fue definida por Luksic, un negociador audaz y sagaz, dice Tomic. El pacto se firmó a las siete de la mañana del día siguiente.

Viña Tabali: la desconocida historia del mural donde se inmortalizó

Viña Tabalí fue su proyecto más personal. "Estaba convencido que se podían producir vinos finos en el norte, pese a que nadie, hasta entonces, había intentado hacerlo. Le hacía recordar su infancia", recuerda un cercano. Pese a los consejos en contra, comenzó a comprar campos y a probar la calidad de la tierra. "Hizo unos 2.000 piquetes y poco a poco comenzó a plantar, en los años 90. Decía que se podía obtener algo más que uva para pisco. Y así partió con el proyecto", señala.

Con el tiempo quiso crecer. Contrató al arquitecto Samuel Claro, quien diseñó una gran bodega. "Sus ejecutivos le preguntaban cómo iba a rentabilizar el negocio y respondía que lo primero era hacer las cosas bien", cuenta un ex ejecutivo. A Tabalí, a cuyo directorio incorporó a su hijo Nicolás a mediados de la década pasada, le dedicaba buena parte de su tiempo.

Y se encargó de dejar su huella. "Mandó a hacer un salón de cata y contrató a un artista para hacer un mural en una de las paredes. La idea era que contara la historia del Valle de Talinay, desde los pueblos originarios en adelante. También le pidió que lo inmortalizara en esa misma obra, sentado en una roca y vestido de indígena. El amaba el mundo del vino", relata.

Filantropía: su próximo destino era Haití

Haití estaba entre los próximos destinos de Guillermo Luksic, quien en el último año colaboró muy estrechamente con América Solidaria, entidad a la que aportaba con financiamiento. "Teníamos planificado hacer un recorrido por América Latina. Quería conocer de cerca los países que tuvieran índices de pobreza muy altos. Pensábamos hacerlo este año", recuerda Benito Baranda, amigo del empresario y presidente de la fundación.

Su interés por lo social fue, quizás, uno de sus aspectos menos conocidos. De las fundaciones que manejaba la familia Luksic, la dedicada a Ena Craig -quien falleció a los 28 años, cuando su hermano Andrónico y él tenían apenas cuatro y tres años, respectivamente- era la que más le gustaba.

La fundación, hoy encabezada por su hija Antonia Luksic Puga, se estrenó en los años 90 y sus aportes se canalizan a través de Amicam, entidad que posee un edificio de 3.000 metros cuadrados, con un área quirúrgica ambulatoria, una UCI cardiovascular y un área de trasplante de médula ósea en el Hospital Calvo Mackenna. "Nunca quería aparecer, a pesar de que sus aportes eran muy altos", cuenta Osvaldo Artaza, ex director de la entidad.

Paris: la dura competencia con Paulmann por la multitienda

En marzo de 2005, Luksic decidió aceptar finalmente la última oferta de Cencosud y vender sus acciones en Paris, la multitienda a la que había ingresado con Consorcio menos de un año antes. Quiñenco y Consorcio se habían aliado con Parque Arauco para contrarrestar una Oferta Pública de Adquisición de Acciones (OPA) que había lanzado la empresa de Horst Paulmann por Paris. La tregua se pactó en la madrugada del 16 de marzo de 2005, en un estudio de abogados, en una jornada en la que Paulmann personalmente preparó y sirvió sándwiches a sus hasta entonces adversarios. Esa noche, Guillermo Luksic no estuvo. Pero sí fue informado de cada detalle por sus negociadores, liderados, como siempre, por Francisco Pérez Mackenna.

Uno de los profesionales que participó en esa larga disputa -iniciada en enero de 2005, con la OPA de Cencosud y que duró más de dos meses- cuenta que Luksic habló sólo una vez con Paulmann sobre el conflicto, telefónicamente, y que la conversación no fue cordial. Más tarde limarían asperezas.

"El presidió cada una de las reuniones de estrategia y se dedicaba a repasar todas las variables involucradas", recuerda un testigo de esos encuentros, que destaca el carácter reflexivo y analítico de Luksic. Aunque estaban interesados en asumir el control de Paris, Luksic estuvo dispuesto a vender si Paulmann subía el precio. "La victoria aquí no era simplemente comprar Paris", dice.

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