Pasarela París: Los reptiles de Alexander McQueen
La belleza, en el contexto de la moda, usualmente se refiere a los maquillajes y peinados empleados por los diseñadores para complementar sus looks.
Alexander McQueen, uno de los genios ingleses que muestran sus colecciones en París, fue un extraordinario ejemplo de cómo la belleza bien articulada puede llenar de significado una colección poderosa en referentes, como lo fue la suya para la Primavera-Verano 2010.
Toda la colección estuvo inspirada en la vida submarina, punto de partida de nuestra vida en la tierra y, según nos propone en su discurso oculto, seguro punto final de la recta a la que el calentamiento global nos lleva.
Para hacer vehemente su postulado, McQueen utilizó todos los elementos que un diseñador tiene a su alcance, como magníficos géneros estampados con figuras y colores que evocan las pieles de reptiles del pasado. Todos impresos con la simetría hacia los costados, lo que da el efecto óptico del caleidoscopio, como las pinturas del artista chileno Carlos Gómez.
Junto con el avance del desfile, los impresos reptilescos dieron paso a impresos con la paleta de colores del mundo submarino y guiños de la vida acuática como trajes-pantalón con elementos de los trajes de buceo, para terminar con tenidas cuyos materiales recuerdan de frentón las escamas de un pez. En la última pasada la modelo realmente parece una trucha arco iris.
Asimismo, los maquillajes y peinados llevaron al espectador por la misma senda. Éste fue un desfile que resumió y culminó todas las tendencias que salieron de las pasarelas para la próxima temporada Primavera-Verano 2010, tales como los pelos tomados y sin volumen y los maquillajes monocromos, uniformes en toda la cara. El mismo tono –en este desfile blanquecino tipo cara de harina– va en la boca, cejas y párpados. Incluso en los pómulos.
A medida que el desfile iba avanzando el maquillaje se fue haciendo de pequeñas prótesis en la cara de las modelos, de manera que el efecto de mutantes reptiloides acuáticas pareciera más veraz. La pasarela es, a veces, así: un viaje de sensaciones que nos levan a otros mundos. McQueen suele sacarnos de aseo con sus desfiles y durante los pocos minutos que duran nos deja ideas flotando en la cabeza, más allá de la estéril discusión sobre la ropa, si es linda o es fea, si me gusta o no.
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