Patrick Modiano: En busca de la familia perdida
En menos de dos años han aparecido en español cuatro libros del escritor francés que posee lo que todo gran novelista tiene que tener.
"De pronto, Francia me parecía un territorio demasiado angosto, en donde no podía dar de mí del todo. ¿A qué podía aspirar en aquel país tan pequeño? ¿A una tienda de antigüedades? ¿A una plaza de corredor de libros? ¿A una carrera de hombre de letras charlatán y frilolero? Ninguna de esas profesiones me entusiasmaba. Teníamos que irnos, Yvonne y yo". Las palabras son de Víctor Chmara, el joven de 18 años que protagoniza Villa Triste, y suenan decididas, optimistas e incluso un poco arrogantes, como suenan las palabras a los 18 años. "No iba a dejar nada atrás, ya que no tenía ataduras en ninguna parte; e Yvonne había roto las suyas. Tendríamos una vida nueva".
Con la imagen de Marilyn Monroe y Arthur Miller en la cabeza, Víctor sueña con partir a EEUU y dedicarse a escribir, mientras Yvonne se convierte en actriz. Apenas la conoce, pero la ama desde que la vio en el hall del hotel L'Hermitage, pocos días después de haber llegado a ese pequeño balneario, huyendo de París. Víctor no quiere ser reclutado para pelear contra Argelia y la capital francesa no es un lugar seguro: hay redadas, conversaciones secretas y muchos tipos que en vez de nombres tienen chapas.
Villa Triste es la reconstrucción de esos días soleados y bastante festivos en la frontera con Suiza, con tranquilas caminatas viendo los veleros y un Campari con soda a media tarde, a manera de antesala de las fiestas que organizaba el Marqués de Cuevas (sí, nuestro Marqués de Cuevas) o la función del cine. La noche de Antonioni, El testamento de Orfeo de Cocteau, El año pasado en Marienbad de Resnais... Víctor tiene en sus manos el programa cinematográfico y lo toma con fuerza, pues teme que se evapore como su propia familia. Es el drama de casi todos los personajes de Modiano: la necesidad de configurarse un colchón afectivo, una red de amigos o una pareja que supla la ausencia de padres, de hermanos, hasta de una tía soltera.
AUTOR DE UN SOLO LIBRO
La novela, que Patrice Leconte llevó al cine con el título de El perfume de Yvonne, es la cuarta obra del autor francés que llega en menos de dos años. Y si bien no posee el nervio de Un pedigrí, En el café de la juventud perdida y Calle de las tiendas oscuras, todas reseñadas con desacostumbrado entusiasmo por la crítica local, la historia sí transmite dos características muy propias de Modiano: el ímpetu de quien lucha por forjarse un destino, por un lado, y la inseguridad y desolación de quien carece de lazos familiares, por el otro. Como bola huacha, Víctor veía esporádicamente a su padre, siempre en hoteles, medio apurado, pero se inventa un linaje aristocrático para no decepcionar a Yvonne.
El pasado de Modiano guarda más de una similitud con el de su personaje. En Un pedigrí narra su infancia, marcada por el abandono de sus padres y el clima asfixiante de la posguerra. Nacido en 1945, Modiano es hijo de una actriz belga impaciente y egoísta que andaba siempre de gira. Optó por dejar a Patrick en internados después de divorciarse del padre, un judío descendiente de italianos que vivía, durante la ocupación alemana, de negocios oscuros. Ese clima de reuniones clandestinas en hoteles o cafés en los que se venden desde pasaportes hasta títulos de propiedad es una marca de fábrica de Modiano.
En Un pedigrí describe a su madre como "una chica bonita de corazón seco", a la que un novio le regaló un perro que terminó lanzándose por la ventana. "Ese perro aparece en dos o tres fotos y debo admitir que me conmueve muchísimo y me siento bastante próximo a él". El libro termina cuando Modiano rompe con su padre, pues éste lo presiona para que realice el servicio militar, en circunstancias en que, a los 21 años, ya tiene decidido que será escritor. Lo vio por última vez en 1966, a los 21 años, y cuando murió, 11 años más tarde, nadie le avisó.
Una muerte especialmente dolorosa, en cambio, fue la de su hermano menor, cuando Patrick tenía 12 años y Rudy 10: a él están dedicadas las primeras 11 novelas que publicó entre 1968 y 1982. Parco a la hora de referirse a su intimidad (se casó en 1970 y tiene dos hijas), lanzó su primera novela en la editorial Gallimard gracias al apoyo de Raymond Queneau. A partir de ahí, comenzó una carrera ascendente, que lo ha llevado a ser candidato al Premio Nobel y que lo eximió de tener que trabajar en la academia, la diplomacia o el periodismo.
Además del ambiente opresivo de la posguerra, el mito de la resistencia francesa ante los nazis ha sido uno de sus temas preferidos. Sus tres primeras novelas (El lugar de la estrella, La ronda de noche y Los bulevares periféricos) conforman una trilogía poblada por agentes dobles. Modiano es, también, el guionista de la cinta Lacombe Lucien, de Louis Malle, en la que un joven trabaja para los alemanes. "Francia ha tenido tabúes sobre la ocupación nazi y la guerra de Argelia, básicamente. Lo que me impresiona siempre es que esos tabúes históricos los encontramos reproducidos a pequeña escala, en las vidas individuales, en los casos concretos de la gente que olvida aspectos de su biografía. Y sin llegar a la amnesia, si usted le pregunta a alguien por su pasado, lo va a transformar sin darse cuenta. Esos falsos testimonios me fascinan. Es novelesco, es novela negra", ha dicho Modiano.
Calle de las tiendas oscuras trata de un individuo que intenta recuperar su memoria, totalmente borrada tras un episodio ocurrido en los años 40, mientras en la novela En el café de la juventud perdida, cuatro testimonios dan cuenta de Louki, figura enigmática de un café parisino de los 60. Ambos protagonistas son solitarios, introvertidos, y están dispuestos a recorrer París de punta a punta.
¿Qué relación hay entre la memoria y la capacidad para descifrar el presente? ¿Cómo construir una vida en medio de los escombros? ¿No es el olvido tan necesario como los recuerdos a la hora de protegernos del dolor? Son las preguntas que Modiano ha intentado responder a lo largo de 40 años. Lo hace con un estilo seco, con frases que se agolpan unas sobre otras, astillando la memoria y provocando la desoladora impresión de que una vida no es más que un conjunto de fragmentos desparramados, algo similar a lo que sentimos cuando pasamos frente a un almacén o un cine al que han olvidado derribar.
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