Premio Altazor divide a artistas por pérdida de relevancia y cuestionan representatividad
Esta semana el galardón donde los creadores distinguen a sus pares cumplió su tercer año consecutivo sin darse por televisión.
La primera vez que se entregaron los premios Altazor, en marzo de 2000, el evento se realizó en el Teatro Municipal, fue televisado por TVN (marcó 22 puntos de rating), tuvo la asistencia del entonces Presidente Ricardo Lagos y fue conducido por un rotativo de parejas de artistas. Este miércoles se realizó la entrega número 14 de los galardones, bajo otro contexto: se efectuó en el Centro Cultural GAM, por tercer año no fue televisado -sólo se podía seguir en una transmisión por streaming al que accedieron seis mil personas, según la SCD-, no asistió el Presidente Piñera y la animación fue de la periodista Patricia Politzer.
Aunque la del miércoles fue una noche de festejos para el equipo de la serie El reemplazante y la actriz Bélgica Castro, que lideraron los trofeos, hay reproches por la pérdida de relevancia que ha tenido el evento, se cuestiona la representatividad de los premios "de los pares entregados a los pares" y la metodología para nominar, votar y que no todos puedan hacerlo.
"El Altazor se siente como una cosa tan elitista, de un grupo tan pequeño de gente que elige, que a mí por lo menos no me parece tan interesante", resume la directora y dramaturga Manuela Infante (Juana, Narciso). Y añade: "Vota la gente que está inscrita o los que han ganado. Si uno quisiera hacer un premio realmente entregado por los artistas para los artistas, habría que abrir la votación". El actor de Canal 13, Claudio Arredondo, la secunda y cree que han perdido relevancia: "El Altazor está un poco desprestigiado. Además, postularse uno mismo para ver si te ganas el premio es un poco feo. Es la SCD la que maneja esto y nosotros no tenemos acceso al organigrama del premio. Me gustaría tener más injerencia en la organización, en los lineamientos de cómo es el premio. En este libre albedrío de postularse hay un grado de desprolijidad".
Gepe, nominado este año por su disco GP en la categoría Mejor Album Pop o Balada, dice que "en mi caso, creo que fui nominado porque a esta gente, más mayor, le suena más familiar el factor folclórico de mi música". Luego añade: "Hay nombres actuales o jóvenes que no están incluidos en el premio, como Dënver o Javiera Mena, porque suenan demasiado modernos para las personas mayores que votan por los ganadores".
El director de teatro y dramaturgo Luis Barrales (Niñas araña, H.P.) acusa que "no es un premio representativo. Ignoro, por ejemplo, quién hace la primera selección. Yo, por ejemplo, voto en tres categorías. Si quiero abstenerme de alguna, por que no he visto la obra, no puedo. Lo otro son criterios editoriales: existe una invisibilidad en teatro de propuestas jóvenes. La mayoría de los nominados es gente ya madura, o de compañías que están al borde de lo comercial". Y luego resume: "La conversación de pasillo entre los pares es que el Altazor es absolutamente irrelevante. Se ha deslegitimado, totalmente".
LA OTRA CARA
"No está en cuestión el sistema de votación. Pero soy partidario de ampliar el grupo de artistas que votan. Algunos artistas, y también las audiencias, piden que este sea un premio de votación masiva. Pero Altazor es un premio que entregan los pares y cualquier otra modalidad lo desvirtuaría", comenta Alejandro Guarello, presidente de la SCD, que coordina la entrega de premios como parte del comité organizador, a propósito de las críticas a la trascendencia del premio. "La relevancia de este premio se la asigna el mundo del arte. Es más legítimo, incluso, que el Premio Nacional, donde eligen pocas personas", añade.
Daniella Castagno, consejera ATN (sociedad de autores nacionales de teatro, cine y audiovisuales), que también participa en el comité organizador, cree que "el premio va más allá de si lo da la TV. Se trata de premiar el arte. No es un premio de quién tiene más rating".
Patricio Manns dice que vota todos los años. "No puedo responder por los demás, pero a mí nadie me presiona, ni me sugiere por quién votar. Me llega la lista de nominados y no la discuto con nadie. Cuando aparece algo que no conozco, pido que me envíen el material, para votar informado". Para Angelo Pierattini, ganador del Mejor Album Rock de este año, "el sistema de votación crea ciertas suspicacias, pero creo que tienen más que ver con una suspicacia generalizada que hay frente a la SCD". Luego dice no concordar con las críticas: "Me parece un buen premio".
"No voté. Llegó el correo, pero no me metí ni siquiera a verlo", cuenta Camila Moreno, nominada este año a mejor Canción Rock y Mejor Album Rock. "Es bonito que los pares premien, pero tengo un problema con el concepto. Preferiría que fuera a lo más destacado, no lo mejor. Estuve en la premiación y me pareció tiesa, una ceremonia muy fría. De una duración larga e innecesaria".
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